Un viernes cualquiera había quedado con un colega para echar unas birras. Se veía venir otro fin de semana normalito bebiendo cerveza y viendo el fútbol. Serían las seis de la tarde y las cervezas caían, una detrás de otra, sin parar siquiera a probar una mísera tapa, solamente cerveza. Con el paso de las horas me da por mirar instagram, y allí estaba ella, a diez minutos del bar, una chica de tinder con la que solamente había intercambiado esta red social, así que sin pensármelo mucho le escribí y le dije que viniera. No pasaron ni 5 minutos, la chica estuvo unos cuantos minutos recuperando el aliento, como si fuera un preludio de lo que ocurriría después.
Minutos antes de eso, yo había llamado a otras dos amigas (éramos dos colegas, así que todo cuadraba), pero con las cervezas que llevaba no supe echar bien la cuenta. Cuando vinieron yo ya ni me acordaba, eran tres tías, mi colega y yo. Volvimos a pillar más cervezas, mi colega se tuvo que marchar, y no sé cómo lo hice, pero conseguí dejar a mis amigas atrás también.
Me quedé a solas con una chica de la que no conocía ni su nombre, pero que me cogía del brazo mientras caminábamos hacia su casa. Al llegar, me metió la lengua hasta el estómago, pero me dijo que no podía subir porque vivía con mucha gente, así que sin darle muchas vueltas le dije que no se preocupara, que yo vivía a 10 minutos y que en mi casa no habría nadie, que podríamos follar tranquilos.
En este punto he de hacer un inciso y comentar una coña que tenía con unos colegas. "El tortugazo". Así llamábamos a la técnica de estar bombeando a cuatro patas, y sin avisar cambiar de agujero y darle un capón a la chica cuando levantara la cabeza. Bien.
Llegamos a casa, y vaya, no había condones. Error de principiantes. Bendito error. La chica me pidió que se la metiera por el culo. Empecé a darle normal, para calentar la cosa más que nada, pero vi la ocasión, era la puta ocasión de mi vida para hacer un PUTO TORTUGAZO. No pude evitarlo, y ya que ella me lo había pedido, cambié de agujero sin avisar y le metí un puto capón. Lo sorprende es que jamás en mi vida he metido la polla tan fácil. Ese agujero resbalaba más que el rastro que deja Jorge Javier cuando sale de Telecinco. Creo que nadie en la vida sabrá la de pollas que han entrado por ahí, he jugado en primera división, he usado juguetes, lubricantes, pero nada comparado a eso, y fue sin avisar y sin saliva.
Estuve bombeando como una puta bestia hasta que el hedor se apoderó de la habitación. Coño, me había dejado derrapes de mierda por las sábanas, me tuve que ir al baño a limpiarme la polla, tenía tropezones en el rabo, pero había logrado un hito, había logrado un tortugazo.