España tiene sed. Los ríos corren cada vez más secos. Murcia, Valencia y Canarias van ya camino de la desertificación total. Los huertos se vuelven estériles. Los pozos se agotan... Ni una gota caída del cielo. Tal y como están las cosas en la Península, donde la sequía amenaza con convertirse en la peor pesadilla climática de los últimos 60 años, los biólogos y estudiosos del agua hablan ya de una catástrofe ambiental sin precedentes. España se seca. Aunque no para todos. En medio del inmenso páramo se han levantado auténticos paraísos artificiales, verdes como praderas, para goce y disfrute de alemanes, ingleses, belgas y demás turistas ávidos de sol y green. En total, 276 campos de golf salpican la geografía de las 17 comunidades autónomas. Y en proyecto hay ya 150 más.
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Luego nos piden a los pobres que ahorremos agua... para que los ricos puedan derrocharla claro (un campo medio necesita para su riego anual el equivalente a 370 piscinas olímpicas a rebosar de agua).
¿Podrá el talante acabar con la sequía y seguir fomentando el turismo de lujo?