Parte del problema es que vemos al Taxi como un ente, cuando cada taxista suele ser independiente.
Cada uno tiene su coche, desde Mercedes hasta un Dacia de plástico y cada uno decide lo limpio que lo quiere tener y lo amable que va a ser en su servicio. Sin embargo cuando nos toca un taxista malo, no hay ningún feedback directo que el consumidor pueda hacer y lo que ocurra, para bien o para mal, se lo achacamos a todo el gremio.
En Cabify están completamente adiestrados para decir las cuatro frases correctas de si desea agua, aire, música etc. y el tío va bien vestido, pero es que si el servicio es malo por lo que sea, el cliente le mete una valoración directa al conductor y la empresa dueña de la licencia o Cabify puede tomar medidas. El conductor tiene esa "presión" extra de saber que le pueden valorar directamente a él y eso es muy necesario en el taxi para que el taxista se esfuerce más en dar mejor servicio.