Sentado en mi terraza con la mirada perdida y mientras bebía una copita de felicidad (whisky escocés que, por cierto, me gusta como las mujeres, de 14 años) tenía una bolsa de cierta cadena de supermercados a la vista, cuyo eslogan es La calidad no es cara, que me invitó a reflexionar. Al toparme de frente con el tufo de dicha provocación tardé dos segundos en llegar al siguiente razonamiento por evitación. Las bolsas están hechas de un plástico biodegradable a partir de materiales naturales y pagas por ella en concepto de los grandes costos de producción que han tenido que afrontar las multinacionales con la intención de mantener en buen estado el sistema global constituido por elementos naturales y artificiales de naturaleza física, química, biológica, y de sus interrelaciones, que rige o condiciona la existencia o desarrollo de la vida.
Esto tendría mucho sentido. En ciertos lugares del planeta de los que tampoco me apetece hacer spam -pero sí, he estado allí, experiencias maravillosas de las que lo más cerca que estarás de ellas será leer reviews por Internet-, también pagas por una bolsa de plástico. La diferencia es que tienes la oportunidad de elegir entre dos opciones: Pagar por la de plástico, o llevarte los consumibles en una de papel o tela gratuitamente. Aquí puedes elegir entre comprar la bolsa de los cojones o llevarte los productos en mano (si llevas algo más que desodorante y espuma de afeitar, la segunda opción queda descartada). El español medio es gilipollas. Y el gilipollas por definición lo es de cuerpo entero. Se es gilipollas como se es pícnico, barbero, coronel, sastre, canónigo o notario: de una manera genérica y vocacional.
Los hallazgos de Darwin, resumidos, vienen a decir que, después de cinco mil millones de años de evolución, y dejando atrás al chimpancé por un pelo, el hombre ha venido a dar en dependiente de zapatería, limpiaparabrisas o funcionario. Bueno, ¿no se deberían encargar estos últimos de frenar esta sátira al ciudadano? He hecho un cálculo de mierda y de 46 millones de personas en España, exceptuando a niños de 0 a 5 años que no pueden comprar porque no saben andar y/o hablar, y extranjeros o gitanos que jamás tendrán que pagar por una bolsa de hipermercado, y restando sus respectivos y muy veraces porcentajes según el Instituto Nacional de Estadística... Para posteriormente aplicar el teorema de Cooper-Nowitzki que nos permite establecer la relación entre el número de habitantes pertenecientes a la población total menos los bebés e infieles y a partir de la media salarial de cada comunidad autónoma calcular las cifras de consumo... Cada español consume cada año una media de 300 bolsas de plástico que generan casi 140.000 toneladas de residuos (fuente: Libertad Digital). A mí me importan poco los residuos, me importan más los 690 millones de euros que alguien (o muchos álguienes) ganan anualmente degradando el medio ambiente (que a mí, concretamente no me importa mucho pero hay gente a la que sí) y estafando al consumidor.
Eh, pero tampoco quiero que quiten las benditas bolsas. Sería como volver a la Edad de Piedra pero sin matar animales para vestirnos con sus pieles, fabricando taparrabos con hojas, mientras Bono, Sebastián, Sonsoles o De la vega nos contemplan con complaciente simpatía desde sus mansiones.
Resumen: Tuve la mala suerte de hacer una compra de numeros redondos en una cadena francesa internacional de hipermercados y me jodieron un billete de 50 en concepto de bolsas de plástico porque no llevaba suelto, y vino hasta el jefe de seguridad para decirme que o pagaba o dejaba de bloquear la cola. Como conclusión sacamos que las multinacionales deberían pagarnos a nosotros por hacernos portar un material no biodegradable y destruir el ecosistema, en lugar de nosotros a ellos.
Por cierto, leí el thread de un tipo al que se le necrosaba el culo y desde entonces me duele, a ver si alguien puede pasarme el link para calmar mi hipocondría a base de medidas preventivas.