Afán de revancha? ¿Concesión a Pasqual Maragall y a los socios de José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Punto final a la política industrial y de nombramientos de José María Aznar? ¿Mera estrategia industrial de La Caixa? Probablemente hay un poco de todo ello. La OPA lanzada por Gas Natural, controlada por la primera caja de Catalunya tiene, al parecer muchos padres.
Hagamos memoria. Poco después de que Zapatero alcanzara la Moncloa, Ricardo Fornesa, presidente de La Caixa, conversó con Manuel Pizarro, presidente de Endesa, a espaldas de Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid sobre una integración de Endesa, Gas Natural y Aguas de Barcelona. Cuando Blesa se enteró montó en cólera. Tanto Pizarro como Blesa habían sido colocados al frente de sus respectivas empresas por Aznar; no eran de la misma camada pero olvidaron sus rencillas cuando, el pasado mes de marzo, La Caixa, que disponía del mismo porcentaje, un 5%, que su rival madrileña, pidió un consejero en la eléctrica como tenía Caja Madrid. Tanto Blesa como Pizarro se opusieron enérgicamente y al grito de: "¡Que viene La Caixa!" añadieron una consigna: "¡No pasarán!" Y la caja madrileña subió su participación en Endesa hasta el 9% y colocó otro consejero. Blesa, apoyado por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, había marcado su territorio. La caja catalana, aparentemente, se dio por vencida y, para escenificar debidamente la retirada, redujo su participación en Endesa por debajo del 2%.
Es probable que, en aquel momento, Fornesa dijera para sus adentros: "¡Te vas a enterar!" Y, en efecto, el lunes nos enteramos todos. ¿No se opusieron Blesa y Pizarro argumentando el conflicto de intereses que representaba la pretensión de La Caixa al estar presente en una empresa energética? Pues lo haremos directamente con ésta, con Gas Natural. Un trágala como una casa. Aunque parezca mentira, el "¡Te vas a enterar!" puede ser tan relevante en el mundo económico como la supuesta lógica de los negocios expresada en los consabidos términos virtuosos: complementariedad, sinergias, optimización, etcétera.
PARA entender el proceso hay que remontarse también a otros episodios, a una larga secuencia que empieza con la creciente emancipación de Gas Natural de su padre Repsol gracias a la fuerte penetración de La Caixa, que sigue con la creciente tensión entre ambas compañías y sus respectivos presidentes, Antoni Brufau y Alfonso Cortina. También Brufau debió decir: "¡Te vas a enterar!" Y, en efecto, Cortina fue el primero en enterarse cuando fue cesado, tras una cena en el despacho madrileño de Fornesa. En esta ocasión, el factor Fornesa fue empujado por el factor Brufau. El otro episodio significativo fue anterior: el veto impuesto por Aznar a la OPA presentada por Gas Natural en marzo del 2003 para hacerse con el control de Iberdrola. Brufau, a diferencia de Cortina o de Pizarro (previamente de Rodolfo Martín Villa) no era un hombre de Aznar, y a pesar de sus promesas de ofrecer tres sedes para la nueva sociedad --Barcelona, Madrid y Bilbao--, la sede de todas las sedes estaría en la capital catalana. Insoportable para algunos.
¿Ha jugado la política en estos movimientos? Hay algo innegable: ni la adquisición de Repsol-YPF , ni el despido de Cortina, ni el actual envite por el control de Endesa hubieran sido posibles en tiempos de Aznar. Una vez Zapatero en la Moncloa y Maragall en la plaza de Sant Jaume, el marco político es muy diferente. Es una ocasión para sacar de sus sillones a las personas de Aznar --factor Miguel Sebastián, pues Pedro Solbes no se mete en estos asuntos--, pero además responde a una nueva visión del Estado, a la España plural. Hoy resultan insostenibles las suspicacias. La pregunta, sencilla, si se quiere brutal, pero muy lógica, es la siguiente: "¿Es que Catalunya no es España?" A lo que el tripartito añadiría: "Y si no es así que se diga". Sólo faltaba que se pusieran pegas a las intenciones de Gas Natural-La Caixa por ser catalanas en un momento en que nos rasgamos las vestiduras porque el Banco de Italia hiciera inviable la compra del BNL por parte del español BBVA.
El marco político ha cambiado y José Montilla, que llevó a Barcelona la Comisión Nacional del Mercado de Telecomunicaciones y que dio algo más que el enterado a la compra de Repsol-YPF, ha sido muy activo. Podemos hablar pues también del efecto Montilla. ¿Ha intervenido el ministro en la nueva operación? Toda especulación es libre, pero al menos sabemos que emitió su enterado.
HA HABIDO, pues, factores personales y políticos, pero no olvidemos lo más importante y lo más sencillo: esta OPA es una pieza importante en la estrategia industrial de La Caixa. Sería un error pensar que La Caixa es el instrumento de los socialistas para controlar las empresas como hiciera Aznar de la mano de la Telefónica de Villalonga e inicialmente con la de Alierta. La Caixa ha tenido siempre la sabiduría de llevarse bien con Madrid y con Barcelona, resistió tanto los deseos de Jordi Pujol como los de Aznar, y no se plegaría tampoco al Gobierno socialista.
Lo único que el Gobierno puede y debe hacer es velar por la competencia y los consumidores. Toda preocupación es poca en un sector que tiende al monopolio. La nueva OPA plantea además otros debates conexos que afectan a la naturaleza de las cajas, unas formidables entidades financieras sin dueño. No tienen accionistas, por lo que pueden opar pero no ser opadas. Por otra parte, el control de una caja sobre una gran entidad industrial es mucho más eficaz que las acciones de oro de los gobiernos, llamadas a desaparecer. Representan el mejor blindaje posible. Pero no merma en absoluto la legitimidad de sus órganos directivos.
El Periodico.