¿Qué sucedería si cogiésemos a uno de los mejores violinistas del mundo y lo pusiéramos a tocar de incógnito en el metro de una gran ciudad? El experimento lo acaba de realizar el diario ‘The Washington Post’ en la capital estadounidense con resultados muy interesantes.
El viernes 12 de enero de 2007, en plena hora punta, el violinista Joshua Bell, uno de los músicos más prestigiosos del planeta, se situó en el vestíbulo de la estación de L’Enfant e interpretó seis piezas magistrales de Bach y Schubert provisto de su stradivarius ‘Gibson ex Huberman’, una pieza única en el mundo. La actuación duró exactamente 43 minutos, durante los cuales prácticamente nadie se detuvo a escuchar.
Antes de realizarse el experimento, los expertos coincidieron en predecir que se terminaría formando un corro a su alrededor y que la gente sabría distinguir el auténtico talento. Sin embargo, de las 1.070 personas que pasaron por delante de Bell durante el tiempo que duró la prueba, solo siete se detuvieron a escuchar y la mayoría durante menos de un minuto. Un total de 27 personas echaron algo de dinero al sombrero, algunos monedas de un penique.
La experiencia lleva a los autores del artículo a realizarse algunas preguntas estremecedoras: ¿Tenemos tiempo para la belleza? Las imágenes registradas por las cámaras nos muestran un trasiego de ciudadanos demasiado ocupados en hablar por sus móviles o por llegar a la oficina como para detenerse a disfrutar por un instante. Afortunadamente, al final de la grabación una mujer se detiene ante Joshua Bell y espera a que termine la pieza. “Te vi en la Biblioteca del Congreso – le dice – Fue fantástico. Ésta es una de esas cosas que solo pueden pasar en esta ciudad”.
(http://fogonazos.blogspot.com/2007/04/el-violinista-entre-la-multitud.html)
Noticia original (con vídeos): http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/04/AR2007040401721.html?hpid=topnews
Edito: http://www.youtube.com/watch?v=hnOPu0_YWhw
Muchas veces hay grandes talentos perdidos en las calles de las ciudades (seguro que muchos de vosotros más de una vez os habéis fijado en lo bien que cantan estos tíos en el metro).
Supongo que las circunstancias (hora punta en un metro) no dan para que la gente se pare (sobre todo si van con prisas).
Hace mucho que me desconecté de la música clásica, pero la verdad es que toca genial (y suerte que no le robaron el violín...).
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