¿El título acojona verdad? Con razón. Hace tiempo que me ronda por la cabeza este tema, pero sinceramente creo que jamás estaré del todo “preparado” para explicarlo sin temerlo. Me faltan argumentos y quiero acabar cuanto antes.
Imagina que por un momento persigues siempre a tu vecina. Imagina que te pasas el día entrando en su casa a escondidas sin que lo sepa y revisas todas sus fotos. Imagina que tienes la capacidad de tenerla para ti, operativa al 100% siempre que tú quieras. Que puedes controlar cada pasito de su vida.
Por alguna razón u otra imagino que te ha parecido un poco extraño todo esto. Ya que estando en tus plenas capacidades mentales, nunca se te ocurriría hacer algo así. Pero la cuestión es que todo lo que he dicho antes, todo eso que te ha resultado irreal y “complicado” de imaginar, todo eso… Lo haces. A diario. Y no solo eso, si no que esa persona o personas a las que “espías”, en realidad lo saben. Y no se sienten espiadas, es más, les encanta saber que te preocupas por echar un ojo a su vida y decirle si te gusta o no lo que ha hecho ese día.
Esa persona a diario alimenta la locura en la que nos vemos envueltos y la pintamos con gruesas capas de normalidad. Es cómplice de su propio asesinato, por usar una expresión fácil de entender. El día a día de miles de personas se resume en eso. Vivir para otros y curiosamente usarlo para alimentar su propio ego.
Ya no te centras en vivir tu vida y recolectar momentos en tu mente, junto a tus seres queridos o solo. ¿Qué pasó con eso de tener un álbum de fotos en casa e ir rellenándolo con momentos irrepetibles? Ya no te paras ni un instante para desestresarte ni sales con un amigo para pasear por la montaña.Ya no te sientas en el césped y miras las nubes para encontrar formas.
Ahora te sientas en una silla y haces que la rueda del ratón baje por un mural de historias que a nadie le interesa. Te dejas llevar por la corriente del fingir que te importa la vida de otro y te convences a ti mismo de que debes ser mejor y que debes hacer algo más impresionante. Algo que tus contactos admiren. Ese es el punto clave de todo esto.
Tus contactos son la gente por la que hoy en día te desvives. Hacen que ya no seamos capaces de salir a la calle o visitar un sitio sin tomar una foto y decir lo bien que nos lo pasamos. Que no podamos hacer un rico plato de comida sin “postearlo” para ver qué piensan los demás.
Vivimos una constante competición, como ratas enjauladas nos peleamos por ver quién tiene más amigos, hasta el punto de tener que rechazar solicitudes y pavonearse de ello (o quejarse hipócritamente). Nos ha dado la necesidad de ser necesitados. Nos preocupamos de cómo salimos en la foto, o de lo felices que parecemos y lo idílico que ese momento aparenta ser. Nos preocupamos de alimentar nuestro propio engaño. Un engaño teñido en cruda realidad.
Todas y cada una de las páginas de Internet que visitamos hoy en día, está equipada con un botón de “Compartir”. Todo Internet está minado. Nos resulta imposible escapar, pero tampoco queremos.
Nos encanta aparentar ser quienes quisiéramos ser y hacer que los demás nos tomen en cuenta. Nos encanta. Día tras día abrimos nuestras redes sociales y saciamos nuestra adicción sin sentido. Verificamos todos los movimientos de los conocidos que nos importan y volvemos a nuestra vida normal por unos instantes hasta que la necesidad vuelve. Hasta que la adicción ataca de nuevo.
Si algo nos parece interesante o divertido, hacemos saber a los demás que lo hemos visto, escuchado, leído, visitado, etc. Pero eso es un arma de doble filo. Hoy en día las empresas ya no pierden el tiempo con entrevistas en las que todo son mentiras mirando a los ojos y sonrisas, sencillamente chequean tus redes sociales.
Aún y así nos vemos obligados por nuestra necesidad de compartir con otra persona lo que hemos hecho, para dar envidia y sentirnos importantes, así somos en el fondo. Hace poco quise ver hasta qué grado había llegado mi adicción, y sencillamente cerré todas mis redes sociales. El primer día fue horrible, me sentía verdaderamente aislado, lo peor es que para los demás dejé de existir literalmente. Empezaron a enviarme mensajes preguntando por qué les había bloqueado, no se explicaban qué culpa tenían ellos de que yo estuviera molesto. Pero nadie ni por un momento se llegó a imaginar que yo había cerrado mi cuenta.
Me percaté de que si no tienes una red social, no existes. A medida que pasaron los días, me iba olvidando de la necesidad de cuidar mis redes sociales, me iba desprendiendo y desintoxicando hasta el punto de no pensar en ello. A partir de ese momento empecé a vivir mi vida para mi mismo y mis seres queridos.
Compartí las pocas y verdaderas cosas importantes que me sucedían con solamente la gente a la que sabía que le importaría. Ya no era huésped de este estilo de vida v2.0.
Os voy a poner un ejemplo real:
– 1. Apagar PC.
– 2. Irse a la Cama.
– 3. Encender móvil.
– 4. Ver si tienes notificaciones en Facebook, Whatsapp etc.
Si nunca lo habéis hecho, es por que no vivís en el mismo año que yo. Sólo han pasado 3 minutos y ya estás buscando y desesperando para ver si alguno pica en tu excelente vida y te regala un respiro. Un “Me gusta”.
Hemos empezado a vivir nuestra vida como un anexo a nuestra vida en las redes sociales. A darle más importancia a las segundas que a las primeras. Hemos comenzado a sentirnos necesitados las 24h del día de aprobación de otros para continuar hacia adelante. No creo que sea algo normal por mucho que con el tiempo se haya edulcorado. Pero hoy día sólo nos queda asumir que la cosa va a ir a peor.
¿Quién sabe si dentro de unos años, nuestras redes sociales no informarán con cuanta gente nos acostamos y a que hora? Triste es saber que hay gente para todo y no necesitan funciones extras de la red social en cuestión y comparten cada aliento que toman, inconscientes de que eso es información que regalamos a gente que no conocemos. Nadie se para a pensar en que todo lo que hablamos y todo lo que pensamos que nadie verá jamás ya que son mensajes privados, es enviado y catalogado. Posteriormente vendido. Pero ese es otro tema…
Otra variante de todo esto que me molesta, es la gente que cuelga sus fotos y luego se mosquea cuando alguien ajeno las descarga y edita. Debes saber que cuando te creas una red social, todo lo que cuelgas y compartes, pasa a ser de dominio público. TODO.
Les regalas tu vida por completo a los señores de arriba, y ni siquiera te lo tienen que pedir. Lo haces a consciencia, como cuando te enteraste de que las gominolas estaban hechas con un compuesto extraído del petróleo y otras cosillas igual de asquerosas. Por último, recomiendo siempre leer la letra pequeña cuando entras en una nueva red social. Si de verdad supieras lo que pasa ahí dentro, jamás se te ocurriría abrir una. O sí.
En definitiva quien se sienta identificado, solo decirte que eres patéticamente lamentable.