Bienvenidos a Problemas del Primer Mundo. En el capítulo de hoy trataremos de hablar de cómo decirle a tu pareja que vas a dedicarle una hora a los videojuegos sin que esto le parezca la mayor de las afrentas.
Nuestro primer invitado, gido, se queja de que, tras su jormada laboral, no puede dedicarle un rato a una de sus pasiones sin que esto le tuerza el morro a su pareja, con la que comparte piso desde hace un año. Cuéntanos, gido, ¿qué ocurre cuando llegas a casa?
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Hola a todos. Antes que nada, felicitaros por el programa, soy un gran seguidor y pienso que hacéis un fantástico trabajo. Soy gido, tengo 27 años y no me satisface mi vida videojueguil. Juego a cuentagotas porque, primero, mi vida profesional no me deja todo el tiempo libre que me gustaría tener y, segundo, porque a mi novia al oír la palabra videojuego le salen cuernos y alas y empieza a echar fuego por los ojos.
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Pero bueno, cuéntanos, ¿y esto solo le pasa con los videojuegos?
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Eso es. Si me pongo a leer, a escribir o a, en definitiva, todo lo que no implique jugar, no hay queja. No alcanzo a entenderlo. Ni siquiera es algo a lo que dedique mi vida, solo una hora diaria en el mejor y más idílico de los escenarios.
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Desde luego, desde luego. Un tema escabroso, sin duda. ¿Por qué solo pasa cuando juegas? Llega el turno de preguntarle al público, quizá alguien consiga arrojar algo de luz a este misterio. ¿Alguien que haya vivido una situación parecida ha sabido reconducirla?¿Cómo? Las líneas quedan abiertas en este mismo momento.
Adelante con la primera llamada, nos habla #2, desde...