Saludos Mediavida.
Quería plantear un tema que últimamente se ha acentuado en mi vida y que para nada esperaba. Vaya por delante que esto no es un thread de “soy el más fucker” ni mucho menos, pero en cierta forma pensaba que podría llevar mejor lo que me ha ocurrido.
Pongamos un ejemplo de un hombre normal, o normal con cierto éxito entre las mujeres. Siendo soltero ya sabemos que se tiene un pequeño grupo de amiguitas o follamigas o alguna mujer a la que te tiras de cuando en cuando. No hablo de orcos de Mordor sino de tías normales de rango follable. Pero entre esos contactos, alguna vez hay suerte o llamémosle designios del destino, en el que tienes una o dos mujeres que están especialmente buenas o que te dan un morbo específico. Quedas con ellas alguna vez, tenéis sexo y todos encantados. Ellas no están “disponibles” siempre, o no siempre te las puedes trincar, eso suele ser así, y en ese caso vuelves a tirar de la chorvagenda de tías que conoces, volviendo a las normales.
En los últimos meses, he sido más afortunado de la cuenta y he podido degustar con más asiduidad al segundo tipo de mujeres (ya vendrán las vacas flacas, supongo).
He de decir que es duro después de probar el caviar y acostumbrarse a él, volver al foiegras. Pero no porque te parezcan ahora feas o no te lo pases bien con ellas, sino porque inconscientemente dejan de ponerte tanto sexualmente hasta el punto de no excitarte. Por suerte no pasa con todas, ya que, algunas le sigues viendo esa cosilla que te atrae más (especialmente sumisa, una perra loca en todo su esplendor, guarras hasta decir basta, o las que te trincas por tener cara de buena). Aunque ya tienes que recurrir a esforzarte más o a hacer numeritos que no pensaba que necesitase.
Una noche de la semana pasada salí con una de estas follamigas habituales, pasamos una tarde agradable, cenamos y acabamos tomándonos una copa en su casa. Me lo pasé bien, la verdad. La cosa se empezó a calentar e inexplicablemente estaba más frío que un témpano de hielo con ella. Ni los roces en el pantalón, ni los comentarios subidos de tono me causaban ningún efecto. Le dije que me perdonase un segundo que iba al baño. La verdad es que era la primera vez que sentía algo así, pero meditando unos segundos frente al espejo del lavabo empiezo a pensar en varios días antes, cuando había visto a una amiga de las “special champion edition”, en cómo al hacerle sexo oral su fragancia Flora de Gucci se introducía en mis sentidos al ritmo de mi lengua. Pensaba en su piel suave, en su precioso pelo y demás detalles. Fue montarme esa peliculita y empezar a ponerme burraco. Aproveché el momento y rápidamente salí fuera a cumplir con el deber de todo mediavidero.
Cuando me fui se me quedó una sensación rara. No era enamoramiento por la otra persona, sino que mi jodido subconsciente me estaba jugando una mala pasada. ¿Me había vuelto exquisito? Empiezo a pensar que sí. Y lo peor de todo es que sé que esas mujeres “físicamente por encima de la media” son efímeras y que para nada las vería o podría tenerlas como pareja.
Aprovechando que aquí hay mucho elitista, follamises y gurús en este mundillo, os pido vuestra opinión o consejo. Gracias de antebraso.
RPV: Cuando has probado a un pivón, ¿te siguen poniendo las tías normales?