Bar con luces tenues. Grupo de chicas muy jóvenes bailando sensualmente en tanga sobre las mesas, los sillones y en una barra americana. Hombres desenfocados y sin bailar de fondo. Letra de la canción: "Putaa. Putaa. A mí me gustan toas las putaas. Toas mi exes son putaas. I fell in love with a putaa. Puta, yeah. Puta, yeah". Si os digo que el videoclip pertenece a un hombre pensaríais "otra canción sexista". ¿Y si os digo que el vídeo pertenece a una mujer? ¿Cambiaría vuestra perspectiva?
Esta semana La Zowi, autora de la canción, visitó el programa La Resistencia para promocionar el concierto que daba en la sala Independance de Madrid. Sus fans montaron un revuelo en redes por la entrevista que le hizo David Broncano, al que le encanta retar con preguntas absurdas a los invitados. La artista lo resolvió marcándose un pasapalabra sin responder a ninguna. Hasta ahí con ella a muerte: todo lo que sea desafiar al mainstream, y más viniendo de una mujer, mola. Ella mola. Su rebeldía mola. Su look mola. Su música también mola. Pero la confusión que genera con respecto al feminismo y al empoderamiento femenino... ya no mola tanto.
Los medios la han bautizado como la "matriarca del trap feminista", un ejemplo para "mujeres que marcan sus propias reglas en el juego sexual y que toman las riendas de su vida en un contexto de machismo y pobreza". Todo esto suena muy bien y es fácil de comprar si no fuera porque no hay ni rastro de eso ni en sus vídeos ni en sus letras. La Zowi se presenta como una "puta empoderada" que se somete a los hombres porque quiere, gana dinero a su costa y también sometiendo a otras mujeres. Ella se retrata como una mujer perversa que hace perder la cabeza a los hombres por medio del sexo. Nada nuevo bajo el sol, la figura de la femme fatale es más antigua que el tebeo.
Asociar la sumisión femenina a la violencia masculina como nueva práctica feminista es la misma estrategia que utiliza el patriarcado patrocinado por L'Oréal para legitimarse: te sometes porque tú lo vales. Su propuesta recuerda mucho a la de Amarna Miller con su porno "feminista" en el que reproduce violaciones a niñas argumentando que, si lo elige libremente y además le pagan por ello, le empodera. Como opción personal, nada que objetar. El problema está en que estas estrellas mediáticas, catapultadas por los medios ávidos de morbo para generar visitas, se convierten rápidamente en referentes para millones de adolescentes que repiten sus mensajes como mantras. Doy fe: llevo toda la noche tarareando sin parar "puta yeah, puta yeah". Esos millones de adolescentes acceden a un relato del sexo y de la prostitución muy peligroso.
Ser puta no tiene nada glamouroso. El negocio de la prostitución provoca millones de mujeres y de niñas esclavizadas cada día en todo el mundo, además de mafias, violencia, corrupción, extorsión y daños físicos y psicológicos. Si el objetivo de La Zowi es dar a conocer una realidad social lo suyo es representarla como lo que es: un atentado contra la libertad a escala mundial y no una decisión individual. Su relato es el mismo que ya conocernos, el que no molesta y al único que dan voz los programas de salseo. No visibiliza, sino que oculta a millones de mujeres en situación de riesgo y de vulnerabilidad.
No tengo nada contra el trap, el reggeaton, el pop, el rock ni ningún otro estilo musical. La cultura machista es transversal y está presente en todos ellos. Pero si lo hace C. Tangana, Yung Beef o Maluma lo criticamos, si lo hace una mujer es la nueva adalid del feminismo ¿En qué quedamos? Soy la primera en defender la necesidad de incluir pluralidad de voces en la cultura para poder escuchar otros relatos y acabar con los prejuicios hacia algunos colectivos. Pero no estoy segura de que el trabajo de "La Zowi" consiga realmente ese objetivo. Lejos de interpelarnos, más bien parece que nos deja a todos bastante tranquilos "¿Ves? Si lo hacen porque quieren y encima lo disfrutan". Con respecto a las mujeres sigue reforzando la idea de que su mayor valor es ser un objeto sexual. Con respecto a otras clases sociales sigue ofreciendo la misma imagen estereotipada de traficantes y maleantes.
El arte no es en sí mismo bueno ni malo, es tan sólo una herramienta. Lo que sí puede ser cuestionable el uso que se haga de ella y sus consecuencias. Ojalá existieran más canciones de trap que subvirtieran ese machismo mainstream. Siento discrepar contigo Zowi... pero ser puta no empodera.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es/yolanda-dominguez/es-la-zowi-un-icono-feminista_a_23653791/
Artículo rebatido: https://www.nuvol.com/noticies/la-zowi-puta-i-feminista/