Día 13 de Mayo (Miércoles): Parque de Ueno – Shibuya – Aoyama.
Aquel despertar fue uno de los muchos que nos quedaban en Tokyo. Como cada mañana, el cuerpo se hacía extraño, te levantabas sudado y con muchas ganas de seguir descubriendo cosas. Andamos nuestro particular camino desde el ryokan hasta el Parque de Ueno. ¿Otra vez? Sí.
¿Por qué debíamos ir otra vez al Parque de Ueno? Os explico, el parque de Ueno es inmenso y por desgracia, el día anterior no nos dio tiempo a verlo todo. En concreto nos faltaba el Museo Nacional de Tokyo, el El Templo Sugahara Jinja (creo que se llama), el Zoológico… y muchas otras curiosidades más que ahora cuento.
Llegar al parque Ueno, como he dicho es fácil, más que nada porque estaba al lado de nuestro ryokan. Al llegar lo primero que visitamos es la estatua de un conocido samurái: Saigo Takamori. Os comentaré por encima que antes que el parque Ueno, en esa zona había un campo extenso en el que se libró una encarnizada batalla. Hoy día aún hay tumbas en honor a los que murieron en aquella cruenta batalla por el cambio de política en Japón. Además, esta la estatua en honor a este señor, que fue un noble samurái… el caso es que acabo suicidándose el pobre… porque no estaba conforme con el país: ¡Qué les gusta el seppuku a los japoneses!. (Para quien quiera conocer más acerca de Saigo Takamori: http://es.wikipedia.org/wiki/Saigo_Takamori ) Os dejo unas fotos tanto de las tumbas como del famoso samurái:
Aquí nuestro amigo, con su perro, fue un gran hombre en la historia de Japón:
Aquí las obras en honor a los que murieron en tan cruenta batalla:
Después de estas dos visitillas, nos planteamos entrar al Zoológico de Ueno. Nos paramos en frente de la puerta y por eso de las 8:30 de la mañana la verdad es que no estaba demasiado lleno… pero en la media hora que estuvimos meditando se llenó aquello de colegiales, colegialas, infantiles, benjamines, madres, padres y un largísimo etcétera que petó la maldita entrada del Zoo… encima… EL PANDA DEL ZOO SE HABIA MUERTO HACE UN MES. Decidimos prescindir del zoo, mayormente porque veníamos a ver al panda. (Lloramos su muerte). Aquí las fotos de esos momentos indecisos y de las polladas que hicimos mientras la espera.
Durante ese rato nos llegamos a un templo, y mirad que curioso, nos encontramos con un japonés que hablaba español. Nos tuvo retenidos 5 minutos de pura charla y de alagos a nuestro país.
El simpático personajillo es el del polo de rayas, era un grande, además tenía pinta de ser un tipo muy listo:
Mientras yo, aproveché para lavarme las manos, hacer el paripei y reirme de mis apurados compañeros:
Suerte que Candy-candy me enseñó a hacer el ritual de la purificación corporal:
Además vi un cartel de lo más bizarro: unas nenas monísimas bendecidas por la presencia de ¿Amateratsu?. Me encanta Japón, está llena de curiosidades:
Cuando continuamos por el parque… otra curiosidad. ¿Sabéis que en Japón se encuentra la tasa de paro más baja del mundo? ¿Por qué? Muy fácil, de cualquier cosa sacan un empleo. ¿Queréis ejemplos? Lo que hace un barrendero aquí en España, allí lo hacen entre 15: uno se encarga de quitar chiles del suelo, otro quita la hojarasca, otro recoge cartones, otro barre, otros miran… y esta foto es el ejemplo.
“Brigada B!!: La Briagada Barrendera!”:
Nos encontramos a Doraemon en un bonito carrusel infantil. Aprendí que “kodomo” significa “niño” jejeje…
El Zoologico de Ueno antes de petarse:
Y después de petarse:
Me tomé una deliciosa Soda (fanta que le dicen aquí en España) de Melón mientras esperaba…. ¡Qué rica!:
Al final, como dije ante, no entramos al maldito Zoo. Nos decantamos por hacerle una visita al templo Sugahara Jinja. En sí los templos de Japón son preciosos y la verdad es que se disfruta dentro. Siempre suele rodearles una característica tranquilidad y encima los caminos a dichos lugares de culto suelen ser preciosos. Peeeeeero… apareció una de las maldiciones que nos perseguiría durante todo el viaje amigos y amigas: LAS RESTAURACIONES (leer con tonillo de Muchachada Nui). Señores, que cagada, cada templo que visitábamos tenia, en mayor o menor medida, una restauración que nos jodía en mayor o menor parte la visita. ¿Ejemplo? Este mismo… os dejo las fotos para que lo comprobéis por vosotros mismo.
Qué chachi, cómo se nota que me estoy acercando a un sitio importante…
Aquí podeis ver los origamis de grullas: si haces mil grullas de origami los dioses te concederán un deseo, que suele ser la curación de una enfermedad o en general cualquier cosa. Generalmente no es normal encontrar esto, pero en sitios como éste había un lugar para poner los origami. En Hiroshima está plagado, ya vereis las fotos en su correspondiente día.
Esto son los famosos origamis:
Y cuando llegamos al templo… ¡sorpresa!. Lo están restaurando. Como podéis ver sólo dejan visible la pequeña entrada, y lo demás es un plástico con una “representación” barata de lo que vendría a ser el templo (se me quedó esta cara de lol cuando lo ví):
Eso sí, cierra todo menos el oráculo del templo, aquí unos colegiales consultan su suerte mientras mis compañeros de viaje maldicen nuestra suerte:
Decidimos pues, llegarnos al famoso Museo Nacional de Tokyo: único museo que visitaríamos en todo el viaje. ¿Por qué? Porque Jessica y yo hemos estudiado historia del arte (y ella aún lo hace) y estamos hasta las narices de museos, así que nos propusimos ver lo mínimo posible y dedicarle más tiempo a la diversión y a los templos. De camino al gran museo nos observamos varias cosas, que os dejo en las fotos siguientes.
¿Paro en Japón? Nooooo… aquí si hay que limpiar el charco lo limpiamos entre 25, no se equivoque:
Entrada del Museo:
Dentro del museo de Tokyo vimos un monton de artículos y objetos que recorrían la historia del país desde los primeros indicios de la población japonesa hasta el presente. En él podíamos ver figuras de cerámica, kimonos del siglo XV, katanas, estatuas en honor a dioses, platos y otros objetos caseros… Todos con su explicación en japonés e inglés. Os dejo unas fotos de lo que personalmente más me gusto.
Las armaduras samuráis eran un flipe:
Las katanas se mostraban separadas de la funda, y hasta te ponían el nombre propio de cada una:
Este conjunto escultórico me ponía los pelos de punta, y me quedé como 10 minutos dándole vueltas:
Una muestra de objetos cotidianos. Un biombo:
Además me encantó esta cristalera que había dentro del museo, me recordó mucho a las típicas de los castillos de terror:
Cuando terminamos de ver el museo, callejeamos por Ueno otro ratito más. Visitamos un templo que había en pleno barrio, vimos un típico instituto japonés, comprobamos otra vez que el paro en Japón no existe, y llegamos a la estación de metro, con intención de llegar a Shibuya.
Aquí la única foto del templo que merece la pena:
Un instituto japonés. Ahí donde los veis le daban a la comba con una fuerza que yo creo que partía tobillos: con las dos manos y cada vez que chascaba en el suelo, daba miedo oírla:
¿Que estás en paro? Hazte taxista (es la tercera acumulación de trabajadores de un mismo campo que vemos en una mañana):
¡Típica comisaría de policía japonésa!:
Aquí nosotros en el metro, en dirección Shibuya:
Hemos llegado señores: “Shibuya~~, Shibuya-desu!”:
Bueno a para describir Shibuya hay que tomar aire… (respiro). Shibuya es una pasada. Es de esas veces que te da un shock y dices “WTF, esto es real?”. Es decir, si Osaka era escandalosa, Shibuya es el caos cósmico resumido en un barrio. Ruidos, coches, gente, publi, pantallas, música, bullicio… ¡¡pero es genial!!. Hay tantas cosas que ver en un solo vistazo que es necesario pararse a mirarlo todo. Quizás para un japonés normal, Shibuya no sea novedosa, pero para un occidental como yo, pueblerino, de ciudad costera que por no tener no tiene ni metro, es una visión futurista. De nuevo te invade esa sensación rara de Tokyo Babilonica, ciudad latente que no espera por nadie y que te mira desde lo alto diciéndote “Será mejor que te acostumbres a mi ritmo”. Es como si la ciudad te presionase con sus garras que vendrían a ser los enormes edificio y cada japonés que pasa por tu lado, un amigo que no te ayuda a comprender nada.
Por eso digo, que Japón para nosotros los occidentales es un choque cultural fascinante. Eres un pez en una pecera ajena. ¿Quizás sea Tokyo un reflejo de lo que les espera a las grandes ciudades europeas? No sé. El caso es que, tras su hermosa cara bulliciosa, de metrópolis dominante y de inmenso poder… Tokyo esconde una cara muy triste: la de la sociedad japonesa. Y ya sabéis a qué me refiero…. Pero no voy a explayarme. ¡Sigamos con las fotos!.
Al salir de la estación, lo primero que nos encontramos es al famoso perrito Hachiko. Hachiko fue un can que esperaba a su dueño cada vez que volvía del trabajo delante de la puerta del metro cada día. El caso, es que al morir el dueño, el perro volvía cada día a la misma estación esperando que su dueño volviese. Así estuvo durante 10 años. Los japos, en honor a su lealtad le construyeron una estatua a la salida de la estación, junto al cruce de Shibuya. Hoy día la estatua sirve como punto de encuentro y en domingo se peta de gente. Es común ver a la peña haciéndose fotos con Hachiko mientras le rascan la barriga y la espalda o ponen las manos en pose “perruna”. Nosotros como españoles que somos, pusimos una pose de lo más normalita.
Aquí la foto con el famoso perrillo, tuvimos que esperar turno para hacerla, no os dejéis engañar. Dato curioso de la foto: El friki que veis con gorro raro y gafas de sol estuvo al menos 4 horas ahí esperando, me acuerdo porque después de comer volvimos y seguía allí, sonriendo con sus dientes dorados. ¿Esperaría a alguien allí durante 4 horas o estaba allí sólo por dar el cante? Nunca lo sabré:
Aquí una doto de la escultura, más detallada:
Cuando se hace uno la foto con Hachiko, lo siguiente que hace es cruzar lo que se apunta como el cruce más frecuentado del mundo. Era miércoles y no estaba demasiado petado, pero aún así el cruce de Shibuya se llenaba bastante y me recordaban a dos ejércitos que chocan en encuentro… solo que las dos partes pasan una de la otra y se van a trabajar mirándo las pantallas de su móvil.
Creo que no hay mejor metáfora que refleje la decadencia de la sociedad japonesa que esta, miles de personas se rodean, se cruzan al día en ese cruce, intercambian miradas, disculpas y hasta se imaginan la vida de la persona que ven… pero cada una vive sumergida en su trabajo, en su rutina diaria y en su quehacer repetitivo. Ya os comentaré un poco más de esto. Seguimos con las fotos, que es lo que queréis jajaja!
Cruzando el cruce… con mucha gente por todos lados:
Yo en el cruce. Sí, me iba echando fotos según andaba jajaja…
Después de liarla por Shibuya un ratejo, ver sus calles y apreciar que tienen altavoces puestos por los que suenan música pop, ver a las Gals… nos dimos cuenta de que teníamos un hambre tremenda. Comer algo tradicional en Shibuya puede llegar a ser algo difícil, sobre todo porque abundan los restaurantes de comida rápida y los centros comerciales, pero vaya al final nos decantamos por un “American Restaurant” en el que ponían unos hamburgesones que a mi por lo menos me fliparon de lo buenos que estaban. Además traían su cuenco de arroz y su ensalada. Curiosidad: en casi todos los restaurantes japoneses sirven té (de mala calidad, pero té) y agua fría gratis.
Aquí una foto con la comida de aquel día… me entra hambre nada más de verla:
Después de comer nos llegamos al Shibuya 109 (Ichi Maru Kyu), un gran centro comercial, de 5 plantas en total, el cual está dedicado exclusivamente a la moda femenina. Bueno, en nuestro grupo iban 3 chicas así que nos llegamos a echar un ojo… o un ojazo más bien jajaja. A mí personalmente la experiencia me resulto traumática y curiosa. Os explico:
En Japón, toooooda tienda que se precie le da la bienvenida a los clientes con un efusivo “Irasshaemase”, que viene a significar “Bienvenido”. El problema es que toooooooodas las dependientas de cualquier tienda lo dicen una y otra vez, tanto a la gente de fuera como de dentro de las tiendas, con una voz de pito característica japonesa y alargando el “maseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee” todo lo que pueden, al final, acaba metiéndose en el oído de tal manera que aborreces el 109 de Shibuya, siempre que seas hombre, porque si eres mujer te volverás loca queriendo comprar modelitos, son un poco caros, pero a cualquier chica le encantaría echar un ojo, encima decir “esto lo compré en el Shibuya 109” no tiene precio jajaja…
Os dejo un vídeo del 109:
(el video no es mío, pero se escucha muy bien el característico jaleo cientonuevenino).
(Usar las cámaras DENTRO del 109 está prohibido, pero ya me conocéis, me es imposible no hacer fotos =3):
Ésta es fuera: Jessy, Miriam y Laura haciendo el pipa delante del 109… porque ellas lo valen!:
Esta es dentro: tacones, plataformas y zapatitos… en el Ichimarukyu todo el posible:
¿Querías ropa? ¡¡Vístete puerca!! En el 109 encontraremos mucha japonesa con pintas de pilingui, pero bueno, no importa. Cuando empieces a perder el conocimiento por tanto “Irashaemase” lo único que te importará es salir de allí con vida:
Una tienda muy mona, llena de peluches, colgantes, complementos y demás cosas que volverían loca a una japonesa, pero que a una española le parecerían extremadamente caras:
Luego de esta pequeña (que duro unas 2 horas) y excitante visita al centro comercial más importante de Shibuya, nos encontramos en Hachiko con Jessica. ¿Qué quién es Jessica? Jessica es una malagueña que vive en Tokyo, desde hará unos 3 años, y hemos decidido hacerle una visita. Ella era la que, en un principio, nos conseguiría las entradas para el concierto de Ayumi Hamasaki (todo esto se explica en “Antes de hacer el viaje”).
Jessica es una niña muy guapa de ojos azules, hiperactiva y una culoinquieto (nada más que la conoces te das cuenta). Se ha empapado durante los últimos 3 años de la cultura japonesa, nos tomamos un café con ella y tenemos una charla interesantísima sobre la sociedad japonesa, lo diferentes que son a nosotros los españoles, lo bien que va Japón respecto a algunos temas, y como en otros va de culo. Gracias a esta chica aprecié las cosas que tenía España, y me dí cuenta de que hay muchas personas que tienen dentro las ansías de conocer cosas. Jessica puede ser una culoinquieto, pero desde luego, creo que cuando muera habrá conocido muchas cosas que otros ya quisiéramos. Ya hablaremos un poco más de ella (no sería la única vez que la veríamos durante nuestra estancia en Tokyo).
Jessica se ofreció a guiarnos por Aoyama, viendo que estábamos más perdidos que el barco del arroz:
Aoyama junto con Shibuya y Harajuku, es uno de los espectáculos más
populares y las zonas comerciales para los jóvenes en Tokio. Es conocido por sus
casas de moda, restaurantes y tiendas. Además, nos llegamos porque allí se encuentran edificios que las fanes de Ayu querían ver tales como el de Avex Trax, la compañía discográfica de Ayumi Hamasaki. En general, esta parte fue más un paseo curioso, no sucedió nada demasiado interesante, si acaso edificios curiosos, la visita a Avex Trax y poco más.
Aoyama, vista desde lo alto de un puente:
Modelitos que podemos ver por estos lujosos barrios:
En Avex Trax encontramos una zona dedicada a Ayu, es curioso. Es como si la discográfica de un cantante dedicase en su edificio una habitación para los fanes de ese cantante. En ella encontramos merchandaising (cómo no), videoclips de Ayu, información de su gira y hasta había dependientes en el local, al cuidado del mismo. Nos hicimos unas fotillos y yo probe… la fanta de Uva!!.
Este es el edificio de Avex por fuera, con una pantalla que tenía delante, en la cual aparecía una propaganda de One Piece:
Aquí todos nosotros, con dibujito de Ayu: su mascota “Ayupan”:
Yo, con mi nuevo sabor de fanta, fanta de uva…:
Despues de esta visita nos dedicamos a rondar por Aoyama en busca del edificio de Prada (si señores, hoy era el dia de las chicas jajajaja) y al poco lo encontramos. Es un edificio bastante curioso de ver. No nos paramos demasiado porque se nos echaba el tiempo encima.
El edificio de Prada es como de cristal, pero sin el como:
Acto seguido nos dirigimos a Harajuku, que está muy cerca, pero a Harajuku tengo pensado dedicarle el domingo. Os explico: una parte de mí sabía que tenía que ir a Harajuku un domingo por la mañana. El tiempo que estuvimos en Harajuku ése 13 de Mayo fue relativamente poco (después de todo Harajuku es una calle de tiendas, el Parque Yoyogui y Omote Sando). Callejeamos y dimos un par de vueltas pero me detendré concretamente en dos momentos estelares.
Uno fue el Daiso: Daiso es una cadena de tiendas japonesas, especializadas en articulos de "100 yenes", lo que vendrian a ser "los chinos" de aquí. Lo curioso es la enorme cantidad de cosas que se pueden encontrar en un Daiso, en sus 3 o más plantas podemos encontrar cosas de jardineria, drogeria, alimentos, juguetes... y todo a un precio que oscila entre los 100 y 10000 yenes.... Una pista, si un articulo no tiene el precio indicado, es que cuesta 100!
Os dejo una foto para que lo veais:
Y segundo, los crepes de Harajuku, buenísimos, no pude evitar comerme uno. Dicen por ahí que son los más grandes… estaban buenísimos, si no echarle un ojo a las réplicas de plástico… Otra costumbre muy popular japonesa: Antes de entrar a cualquier restaurante o un sitio donde sirvan comida, encontraremos réplicas de los platos en plástico, muy fieles... que conseguirán hacernos babear, además de dejarnos en claro que pedir antes de entrar.
¿Alguien puede resistirse?:
Después de los Crepes nos despedidmos de Jessica, cogimos la línea Yamanote para Ueno, compramos la cena y el desayuno en un “Convini” (que vendría a ser un 24h) y nos volvímos al Ryokan, a descansar tras la caminata de día que llevábamos.
Al día siguiente nos esperaba Ikebukuro, Roppongi, el edificio de Square Enix… y la emblemática Torre de Tokyo…
Pero eso ya pertenece al 14 de Mayo…