Estoy aburrido, volví a World of Warcraft con mi cuenta Starter y empecé a levear un huargen por primera vez. Al mismo tiempo, he seguido a algunos streamers que estaban probando la beta de Classic, y me ha hecho recordar a los tiempos en los que empecé a jugar, allá por Burning Crusade. Así que, teniendo esto en cuenta, y como no tengo nada mejor hasta que sea mañana, imprima mi TFM y lo entregue, voy a hacer de este foro mi blog y voy a escribir mi visión del leveo actual de Battle for Azeroth. Lo resumiré en varios puntos para hacerlo más ameno de leer.
120 niveles de tutorial: Todos sabemos a qué me estoy refiriendo. La experiencia de leveo se ha vuelto insustancial porque no supone ningún reto para el jugador. Los objetos que tienes que recolectar brillan como el sol de mediodía, los objetivos de misión aparecen marcados en el minimapa y ocurre lo mismo con esas áreas azules que delimitan la zona en la que se encuentran los mobs o los items para completar la misión. Esto hace que el jugador se aburra el triple de rápido del juego. No se le incita a explorar, ni a buscar por sí mismo aquello que la misión le pide. La experiencia se convierte en un eterno tutorial durante, ni más ni menos, 120 niveles.
El polvo del contenido: Han pasado casi 9 años del lanzamiento de Cataclysm y cada vez que aceptas una misión de Kalimdor o los Reinos del Este salta polvo de los NPC. Hay quien dice que los elfos del Bosque Canción Eterna tienen telarañas entre las mejillas y las orejas picudas. La técnica de acumulación de contenido a terminado estallando en la cara de Blizzard: ¿para qué descargar un juego de 80 GB cuando hubiera bastado con las nuevas zonas. Además que no pueden competir con el detallismo, la vistosidad y los misterios de las zonas nuevas.
Colega, ¿dónde está mi personaje?: Los 15 años de World of Warcraft no se notan en nuestros personajes. Lo bueno es que no envejecen, pero tampoco es que se distingan de cómo eran antaño. Las opciones de personalización del héroe brillan por su ausencia, limitándose al puñado de peinados nuevos que incluyeron hace años y a la transfiguración.
La herida mortal: Lo imperdonable. El relativismo del lore. La nula presencia de la historia del juego de rol en el videojuego. Tauren karatekas kung-fu, No muertos curando con el poder del chi, Orcos magos... Quizás solo los antiguos jugadores de rol queden como baluarte de la consistencia de la historia de Warcraft.
Los años de fuego: En los últimos años se han puesto de moda las gestas. O las misiones de desbloqueo. O las reputaciones de desbloqueo. O los logros de desbloqueo. O cualquier otro requisito que se os ocurra de desbloqueo. ¡Basta ya! Lo bonito de World of Warcraft no fue ni era verse obligado a desbloquear contenido a trozos. El contenido de WoW siempre estuvo disponible, y el jugador debía conseguirlo mediante la coherencia interna del juego: volaba pagando la licencia a un maestro de vuelo, llegaba a los sitios viajando, sin necesidad de completar gestas innecesarias o teniendo que invertir tiempo en crear la ciudadela (cof, cof... Draenor...). Había más libertad y mayor posibilidad de perderse, de ir de aquí para allá pudiendo perderse. Hoy siempre hay algo por completar, algo por desbloquear, alguna estupidez de reputación que farmear, todo para acabar descubriendo que, una vez obtenida, no merece casi la pena, porque llegará una próxima expansión y no volverás a pisar la zona para la que hayas desbloqueado tal recompensa.
Hace unos meses yo creía que era imposible que World of Warcraft Classic pudiera triunfar. Pensaba en el contenido antiguo, en tener que parar para restear después de luchar contra un mob, en las largas caminatas por el mapa, en invertir tiempo buscando los lugares de las misiones... y pensaba: ¡Qué loco se atrevería a perder todo el tiempo que costaba aquello!
Pero para mi sorpresa me he tenido que comer mis palabras. No he jugado a la beta de Classic, pero lo que he visto en los streams ha conseguido que se ilumine en mí el brillito de lo que representaba WoW. Será que es verdad aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.