Vi ciertamente, y aún me parece que lo viera, un cuerpo sin cabeza andando como los otros de la triste hilera; asido por los cabellos y pendiente como si fuera linterna, llevaba en mano su cabeza cortada, la cual nos miraba y exclamaba: ¡Ay de mi!
Firmas
Cometiste un grosero error al poner con horrorosa ingenuidad sobre la puerta de tu infierno la inscripción "tambien a mí me creó el amor eterno". Sobre la puerta del paraíso cristiano debería estar con mejor derecho "a mí me creó el odio eterno"...