La historia de Beraláth, un gran amigo.
Formo parte de un pequeño y recluido grupo de hombres del norte conocidos como los “hombres de Rhovainon”. Nosotros preferimos llamarnos beijabar. Los cronistas eldar hablan de nosotros como los “beonidas”, o los hijos de Beorn.
Crecí al oeste del gran río, no muy lejos de la sagrada carroca, en la casa del estanque largo. Allí, un poco por debajo del paso alto, aprendí el saber de mi pueblo y las costumbres de las tierras salvajes. Mi padre, beresefa era un multiforme. Él me enseñó a conjurar. Antes de que pasara mucho tiempo ya me encontraba a gusto utilizando la magia de la naturaleza y los poderes del todopoderoso Béma. El cazador que dio fuerza y bendijo mis hechizos.
Como todo mi pueblo, mi familia me confió una guardia. Todos los pueblo libres dependen de nosotros para mantener abiertos y seguros los pasos de las montañas nubladas y sus senderos adyacentes. Nuestra guardia se extiende hacia el norte y hacia el oeste de la carroca, e incluye la vieja fortaleza de los orcos en la puerta de los trasgos. Muchos de mis hermanos han perecido a manos de los orcos o sus trampas.
Aunque los Beijabar somos un grupo cerrado, nuestra función de guardianes de las vías que conducen a Rhovainon nos obliga a tratar con otras naciones. Por lo tanto, se me ha elegido a mí para entregar el mensaje del reciente ascenso de mi padre al cargo de Waildanbair. Pretendo hacer grandes viajes, contando a todos las buenas intenciones de mi pueblo, y aprendiendo las costumbres de otras razas.
pero es mas emocionante la historia de un amigo, el se llama Skutilla, leed su relato.
Relato de Skutilla
Creo en el antiguo refrán de los hombres del norte que reza “déjalo estar, menos será más”. De no ser por este dicho, mi pueblo, los hombres del bosque de Rhovanion, habría perecido hace tiempo. Somos pocos en número, y tampoco tenemos muchas riquezas materiales.
Mi madre, Skudaswinth, me trajo al mundo mientras estaba viajando desde Buhr Widu hacia su hogar en la ciudad de los hombres de los bosques, que se encuentran en el oscuro bosque negro. Dicen los supersticiosos que quien nace en el camino vivirá del camino, y parece ser que es cierto. Aunque no me gustan los extranjeros, y menos aún las nuevas culturas, e pasado los últimos años viajando por muchos sitios.
No hace mucho tiempo viaje para ver un pariente algo reclusivo que vivía en un flet justo al sur y al oeste de la ensenada este. Su nombre era Borvacer, y crecimos juntos aprendiendo las extrañas constumbres de la “magia Berna”. Estudiamos la magia de los bosques durante cinco años.
Mi viaje acabo en desgracia. Al llegar al hogar boscoso de Borvacer, lo único que vi fue humo. Deslizándome hasta la base del ancho roble sobre el que descansaba el Flet, me tropecé con el cadáver mutilado de mi amigo. Había otros signos de lucha violenta, y algunos de ello indicaban que la mujer de Borvacer y sus hijos habían sido secuestrados por los atacantes. Las heridas y las huellas me dijeron que una banda de los hombres del este habían matado a mi compatriota y esclavizado a su familia. Tras enterrar a mi amigo caído, jure liberar a sus familiares y vengar su muerte.
Ahora viajo hacia el sur, empuñando mi cayado mágico, en dirección a las costas de Gondor, esperando encontrar el rastro de los hombres del este esclavistas.