A algunos que no os gusta determinadas películas, sean de nuestro tiempo o de los años 30, siempre tiráis del calificativo gafapasta/hipster con una facilidad que jamás dejará de sorprenderme.
Calificar películas como Cayo Largo, En un lugar solitario, Chinatown y similares que he visto nombradas de hipsters o gafapastas es de una ignorancia ilimitada. Yo que soy un gran fanático del cine negro me lo tomo casi como una ofensa personal.
Películas como las nombradas o similares, fueron de tremendo éxito popular en su día y además no creo que haya que ser ningún intelectual para disfrutar con ellas. No requieren de ningún secreto para verlas, entenderlas y disfrutarlas. Cada una con sus peculiaridades son auténticas obras maestras del cine desde el día de su nacimiento hasta hoy. Y cuanto más pase el tiempo más grandes se harán porque tendremos más perspectiva para considerarlas. Porque para mí esa es la definición de clásico. No porque tengan muchos años como mérito, si no porque el paso del tiempo las encumbra y diferencia claramente del resto. Porque cada cada vez que se ven se aprecian cosas nuevas en ellas no vistas antes. Y principalmente porque siguen emocionando con la misma fuerza a cada nueva generación. Yo me atrevería a decir que esas películas que algunos consideráis sobrevaloradas, son con sus directores y actores al cine lo que los Michelangelo o Leonardo da Vinci son a la pintura.
Otra cosa sería entrar a debatir las películas de los Tarkovsky o Bergman y demás directores que se preocupaban muchísimo por el tema que nos querían contar. O ponernos a discutir de movimientos como el expresionismo alemán, el neorrealismo italiano o la novelle vague francesa. Entonces si que sería necesario ponernos las gafas de pasta, y no como adjetivo negativo, sino porque es verdad que esas películas/movimientos tienen una gran carga intelectual, ya sean como película individual o como director y su visión de las cosas o como conjunto de directores de una determinada época y momento.