Bueno, vengo a exponer el siguiente texto para que todos adulemos un poco más al gato.
Lo reconozco. Karim Benzema me tiene alucinado. De un tiempo a esta parte mi admiración por él no deja de crecer. Es más, no miento si digo que cuando veo al Real Madrid estoy deseando que le lleguen balones a él. Ni a Cristiano ni a Xabi ni a Özil ni a ningún otro: a Benzema. Para mí, actualmente ya no sólo es el jugador más atractivo del Madrid sino que ha llegado a convertirse en su principal activo. Y pensar en cómo se ha agigantado su figura en los últimos meses tienen aún más valor si recordamos de donde viene.
El Gato. Ese fue el apodo que le puso, con toda la mala leche del mundo, su entrenador, José Mourinho. Un gato con el que tenía que salir a cazar en vez de con perros. Era tan poca la confianza que le merecía a su técnico hace un año que incluso se fichó a Adebayor en el Mercado de Invierno. El futuro de Benzema en el equipo blanco parecía negro, muy negro. Un tipo como él, tan introvertido, tan tranquilo y pausado que rozaba la indolencia, no parecía responder al perfil de jugador que se crecería ante la adversidad.
Pero Karim despertó a la bestia que tenía dentro. Y en ello ha tenido mucho que ver el trato que le ha dado su técnico. Mourinho acertó de pleno con el estilo de motivación que utilizó con Benzema. Supo descifrar su alma futbolística. El mismo jugador lo reconoció sin ambages: Mourinho me ha hecho sacar la rabia que tenía dentro.
A día de hoy el sambenito de El Gato se ha convertido prácticamente en un apodo al que Benzema le ha arrancado todo atisbo de ironía. Pero nos equivocaríamos de pleno si pensáramos que Benzema ha vuelto a ser aquel delantero del Olympique Lyonnais por el que suspiró media Europa. Nada de eso. El Benzema actual es infinitamente mejor que su antigua versión del OL.
Como ya entonces sigue demostrando una gran capacidad para el desmarque en ruptura y una excelente técnica de tiro con las dos piernas —dos apuntes: uno, su técnica de tiro es la que nos hace acordarnos de El Fenómeno; dos, uno de los pocos delanteros que le pegan mejor que Benzema con las dos piernas está en su mismo equipo: Higuaín—. Pero ya no sólo tira de instinto natural para desmarcarse en vertical, buscando la espalda de la zaga rival para encañonar a las primeras de cambio, o en dos o tres toques (control, regate orientado, definición) sino que ha aprendido a moverse por todo el frente de ataque y a hacer daño cuando no tiene el balón en los pies.
Si en algo ha crecido Benzema es en inteligencia. Inteligencia táctica, para ser exactos. Cada movimiento de Benzema es un rasguño en la defensa rival. Cada vez que se descuelga a una banda, ¡zas!, arañazo. Ya sea por la superioridad que crea en la zona o por el espacio que deja para la entrada de la segunda línea, Karim siempre está haciendo daño por algún sitio. Incluso en la presión sobre la posesión rival, el galo ha pasado de ser un vago que corría como un pollo sin cabeza porque no lo entendía necesario a ser el primero en remangarse para ahogar al contrario en la salida desde atrás.
Eso en relación a lo que ahora hace sin balón, algo que Mourinho valora muchísimo. Pero es que si hay algo por lo que Benzema me ha ido enamorando sin apenas darme cuenta es por lo bien que juega la pelota y su extraordinaria capacidad para mezclar bien con todos. Da igual que combine con Ronaldo, con Di María, con Özil… Benzema ha aprendido a jugar con todos y, lo que es más importante, comprende a todos. Sabe quién se la pide en largo y quién en corto, quién está amagando y quién la quiere de primeras, quién se la va a devolver y quién no… No recuerdo a quién le he leído lo siguiente (o algo parecido), pero no se me ocurre una definición mejor: Benzema se ha acabado revelando como un centrocampista que juega de delantero.
Benzema le da pausa al equipo cuando lo necesita, jugando de cara o abriendo a las bandas. Pero cuando suenan las cornetas y el Madrid se convierte en el Séptimo de Caballería, Karim es el primero en jugar la pelota rápido, uno, dos toques a lo sumo, siempre lo más vertical posible, y ponerse a galopar, avanzando en diagonal, resquebrajando la muralla enemiga, provocando un derrumbe allá por donde entra.
Puede que Karim Benzema no sea el mejor en nada, pero hace muy bien todo. Y eso, en sí mismo, te hace mejor que los demás —seguro que más de uno estáis pensando en Raúl, como es inevitable—. Y si uno repasa todo lo que ha podido ver del fútbol europeo de esta temporada y obviando que existe un extraterrestre llamado Messi, ¿hay actualmente un delantero en Europa mejor que Benzema? Para mí no.
Venga, que empiece el hateo.