Cesc
No pertenezco a la estirpe que conoce al dedillo las interioridades del cerebro de Pep Guardiola, Sandro Rosell y Andoni Zubizarreta. Desconozco, por tanto, si las especulaciones son ciertas y si Thiago forma parte de un paquete de dinero con el que recuperar a Cesc. Pero sí sé que Thiago y Cesc no son parecidos, sino dos jugadores complementarios en sus roles y distantes en sus tiempos de maduración.
Cesc es el guardián del tesoro. Hace pocos días, un compañero suyo (y de Xavi e Iniesta) me respondió de manera muy simple a la pregunta de porqué Pep quiere a Cesc: “Porque es un Barçablante”. Es decir, alguien que ha aprendido el Idioma Barça desde muy pequeño y que no sólo lo habla y lo domina, sino que posee una de las llaves del futuro: es uno de los guardianes del tesoro. Cuando Xavi diga adiós, Cesc debe estar al mando. Desde el punto de vista futbolístico, este relevo no admite discusión, en mi modesto criterio. Ni Iniesta, ni Thiago, ni Sergi Roberto poseen ese perfil. Pueden jugar en el puesto de Xavi, por descontado, pero una cosa es cubrir una emergencia o una corta etapa y otra bien distinta erigirse en el sucesor. Aunque no hay dos jugadores iguales y, por tanto, no habrá otro Xavi, la polivalencia de Cesc le permite asumir varios roles y, de entre todos los Barçablantes, es el más cercano y próximo al gran metrónomo.
Iniesta es conducción, desborde, uno contra uno y ruptura pese a no ser un hombre rápido. Thiago posee muchas de las virtudes de Iniesta más una excelencia técnica increíble. Sergi Roberto es potencia para alcanzar las dos áreas, conducción, saltos de líneas y una personalidad arrolladora en el campo. Aunque los tres pueden llevar la manija del equipo, ese papel no es su especialidad. Sí lo es en el caso de Cesc. Como mediocentro, como volante, como mediapunta o como lo que sea, Fábregas garantiza la dirección general de operaciones. Sería necio no intentar fichar a este jugador, por más legítimas y reales que sean las argumentaciones económicas, emocionales o de mensaje a la cantera o por más que amemos el potencial de Thiago.
No se puede olvidar otro factor: la edad. Xavi tiene 31 años; Iniesta, 27; Cesc, 24; Thiago, 20; Sergi Roberto, 19; Samper, 16; Kaptoum, 14. Hay una escalera definida y tiene todo el sentido posible. No quemar etapas, no darle responsabilidades excesivas a promesas precoces, permitirles madurar a fuego lento y garantizar relevo tras relevo. Guardiola tiene claros los peldaños de esa escalera en la que Cesc interpreta un papel decisivo. En vez de rebuscar argumentos negativos sería mejor centrarse en los grandes beneficios que aportaría el capitán del Arsenal, el colega de Messi y Piqué en aquél equipo cadete que lo ganaba todo.