El rincón del SEXO y la LASCIVIA

Un calor sofocante

Me levanto acalorada, apenas una camisa de tiras y unas bragas blancas es lo único que impiden tener mi cuerpo expuesto.

Tambaleándome por el pasillo aún de lo poco dormido, me dirijo al salón donde oigo la televisión y me hace saber que tú estás ahí.

Desde la puerta de la sala te observo, ni siquiera me saludas, miras impasible y despreocupado la tele e ignoras mi presencia… no lo aguanto, ¿acaso soy menos importante que lo que estás viendo? No lo soporto, necesito tu atención.

El intenso calor de la mañana, la necesidad de hacerte saber que estoy ahí para ti y las ganas de hacerte feliz hacen que me acerque decidida. No te digo nada, al igual que hiciste al principio, yo también te ignoro y me arrodillo frente a ti sin mirarte a los ojos. Dirijo mis manos a la cremallera de tu pantalón, y con mucha suavidad deslizo la cremallera hacia abajo y saco tu miembro con cuidado como si de un tesoro se tratase.

Te la tengo agarrada, es una sensación calida, demasiado excitante tener una parte de ti en mis manos… con delicadeza empiezo a deslizar mis manos por tu miembro, noto cómo se endurece y se calienta. Con impaciencia saco la lengua y con los cerrados empiezo a lamer tu tierno glande. Los pequeños gemidos que emito mientras lamo tu miembro empiezan a llenar la sala pero sigues sin dirigirme la palabra.

Con los ojos aún cerrados, acerco mis labios al tronco de tu virilidad y los deslizo de lado a lado una y otra vez, noto lo dura que la tienes y eso hace que me acelere y vaya cada vez más rápido. Noto una mano en mi cabeza y tus caderas empiezan a moverse, noto cómo el latido de tu corazón se acelera a través de tu miembro, tu cuerpo me pide más velocidad, quieres que termine lo que he empezado… ahora tengo tu atención.

Sin mediar palabra, coloco tu glande entre mis dientes con ternura, y lo aprieto inocentemente mientras te dirijo una mirada dominante. Me miras y con cuidado quitas la mano de mi cabeza y tus caderas se relajan, sin mediar palabra sabes cual es tu posición, yo soy quien decide si te corres o no, yo soy quien realmente está disfrutando y ese placer pienso hacerlo más mío que tuyo, yo domino la situación, yo soy quien te está dominando.

Una vez te das cuenta de quien manda, meto tu miembro en mi boca y chupo tu glande como si fuese el último helado del planeta de esta calurosa mañana. Muevo impulsivamente hacia arriba y abajo mis manos situadas en tu tronco. Tu cuerpo vuelve a pedirme más y esta vez pienso satisfacerlo. Acelero el movimiento de mis manos, mi lengua y mis labios juguetean con soltura en tu glande y lo disfruto con locura. Tu cuerpo no aguanta más la tensión, la noto, así que dejo tu miembro dentro de mi boca mientras agito el tronco de tu miembro.

Oigo tus jadeos, mis gemidos aumentan…. como de una explosión se tratara, tu esencia se dispara dentro de mi boca. Empiezo a succionar y tragarla mientras sale, pero es demasiada, no puedo impedir que a través de las comisuras de mi boca se deslice el semen y resbale por todo tu pene. Ya ha parado, pero yo sigo tragando, es delicioso, obtengo mi premio y me siento satisfecha, termino lamiendo el semen derramado de tu esforzado miembro dejándolo completamente limpio mientras noto que se relaja.

Con mi deber terminado vuelvo a subir la cremallera de tu pantalón. En ese momento me dirijo hasta tu cuello y te doy un inocente beso en él. Apoyo mi cabeza en tu regazo mientras una sonrisa de satisfacción se dibuja en mi cara. Noto nuevamente tu mano en mi cabeza y acaricias mi cabello. No me has dirigido aún ninguna palabra, pero ya no me importa, me duermo sabiendo que te ha gustado mi trabajo.