Siguiendo en la estela de #2335 y #2337, diré lo que me ha aportado nuestro querido deporte rey, el fútbol:
- Cicatrices: algunas, feas. En las piernas mejor no comento.
- Piernas arqueadas: por el temprano desarrollo muscular en el tren inferior.
- Lesiones: esguinces a tutiplén.
- Salvo por el fondo físico, unas habilidades corporales nulas: flexibilidad, por ejemplo, cero.
Las cosas buenas son los momentos vividos, los goles marcados (pocos, porque siempre jugué de defensa) y la sensación de equipo, y vale, está bien como experiencia, pero en cuanto a aptitudes físicas que perduren en tu cuerpo: ninguna. Y han sido cerca de 10 años de práctica, ojo.
Como dice un compañero de fatigas gimnásticas, en España nos encantan los deportes baratos, una pelotita y a correr. Nos centramos en el fútbol, cuando como dice #2336 pocos, muy pocos, son los que llegan a algo. Yo tuve que darme cuenta después de 8 años que no iba a ser Zinedine Zidane. No culpo a nadie, ni siquiera a mi madre que en la infancia tienden a dirigir, ya que fui yo quien, debido a esa fanática afición al fútbol que vertebra este país, me apunté. Mejor no hablo de los padres que proyectan en los hijos sus enormes egos.
Así que Tabris, no eres el único loco: a mí también me hubiera encantado entrenar algo así (AA.MM, Gimnasia, etc) en mi infancia.
Eso sí, es muy fácil quejarse de que somos "viejos" como excusa para no hacer otras cosas, cuando lo realmente difícil es empezar a hacerlas. En realidad, somos más jóvenes de lo que nos creemos.
Ahora, tengo 23 años, practico gimnasia, artes marciales, y tengo una flexibilidad que nunca imaginé. Dedicación, ética de trabajo, sacrificio y que te encante lo que haces.
No somos la edad que tenemos. Somos lo que nos sintamos.