El olor de la Muerte [Partida de Rol narrativo]

Hipnos

Las sombras.

No me gusta mirar las sombras. A veces lo veo, se esconde ahí.

Las enfermeras vienen, van y vuelven muy rápido, pero eso a mí no me importa. A mí ya nada me importa, porque la sombra me mira.

Ya no puedo dormir. Hace tiempo, mucho, ya no recuerdo desde cuando estoy aquí. Pero desde antes de eso ya no podía dormir. No puedo. Pestañeo con miedo, porque por un instante sé que la sombra me mira.

Ya me han quitado la mesa, por fin. Tenía una sombra grande y ancha, era muy peligrosa. Ahora sólo quedo yo, y mi sombra, pero aún así, me mira.

Ya no hablo. No me gusta hablar. La gente va muy rápido y dice muchas cosas. Ya no me importa lo que dicen. Tampoco me importa la gente. A veces pienso si no sería mejor morir. Pienso constantemente en el suicidio, pero mi mayor temor es fallar y acabar en otra habitación llena de sombras.

No me gusta el doctor. Se acerca con palabras de cariño. A él tampoco lo escucho. De hecho, creo que aunque me esforzara tampoco podría. Ya no escucho, ni veo, ni siento. Por lo menos, no como antes.

Sé que puedo pensar. Bueno. Por lo menos puedo pensar en lo que me importa. Me esfuerzo por mantenerme perpendicular a las fuentes de luz, para minimizar la sombra. Gracias a dios ya no apagan la luz. Cuando lo hacían podía verla, a la sombra, podía tocarla e incluso olerla.

Sé que le divierte volverme loca. En cierto modo, ya me ha vencido. Ya no puedo concentrarme en las cosas. Ya no puedo pensar, no puedo ser una persona. Hace muchos años, pensaba que lo peor del mundo sería morir, o sufrir. Pero estaba equivocada, esto es mucho peor. Me ha arrebatado mi humanidad. Ya no soy nada.

Sólo soy una sombra que teme a su sombra.

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ruonory

Sir Alfred Crowfield

El camino hasta el sanatorio estaba siendo mucho más largo de lo esperado, nuestros planes de partir al día siguiente quizá tendrían que retrasarse, pero no me importaba si era por una causa justificada y esta situación parecía serlo.

Las últimas horas de trayecto había tenido tiempo para recapacitar en lo sucedido y mis conclusiones me habían llevado a pensar seriamente en mi lucidez intelectual. ¿Esta cría lo tenía todo planeado? Aun no había tenido oportunidad de hablar de nuevo a solas con Smith, pero por su actitud y por las vagas conversaciones que tuvieron lugar durante el trayecto, estaba bastante claro que la joven no estaba jugando limpio, sabía mucho más de lo que demostraba. Si mis sospechas eran ciertas, es que es lo bastante madura e inconsciente como para acompañarnos, pero no iba a ponérselo tan fácil.

El sendero por el que avanzaba el carro en el que viajábamos discurría entre una espesa arbolada, las ramas formaban una especie de techo que creaba la sensación de túnel y difícilmente permitía que se escapase algún rayo de luz.

Cuando por fin alcanzamos un claro en el camino, la luz era tan intensa que parecía que hubiésemos retrocedido varias horas del día. Aproximadamente a media legua de nosotros se alzaba un inmenso edificio, el Sanatorio Holloway.

Llegamos a la entrada principal de la institución y bajamos del carruaje. Un hombre se acercó a nosotros a recibirnos, como si esperase nuestra llegada.


Y ahora, un PNJ podría guiarnos un poco por la institución y darnos algo de tema (guiño, guiño)

RoninPiros

IX. Smith Jenkins

Cuando bajamos del carruaje un escalofrio recorrio mi cuerpo, la institución a la que acabábamos de llegar no me resultaba del todo extraña a pesar de no haber estado nunca en ella.

Habia leido tantas historias y habia escuchado tantas leyendas urbanas sobre los horrores que en ella se escondia que no podia, aun siendo consciente de lo fantasioso de estos relatos, dejar de sentir un cierto miedo infantil al acercarse a ella.

Mire a mis compañeros de viaje y me di cuenta de que no era el unico incomodo. Alice, a pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, tenia pinta de estar pasandolo incluso peor que yo.

¿Por que traerian aqui a su madre?¿Tan grave estaba? Tal vez este viaje fuera completamente inutil pero no perdiamos nada por intentarlo.

Volvi a contemplar el edificio, tan frio tan silencioso, incluso la hierba de los jardines que lo rodeaban transmitian un halo de tristeza y de desesperanza.

Trague saliva y me recoloque la chaqueta ligeramente arrugada por el viaje, alguien salia a recibirnos, supongo que seria el procedimiento estandar, respire hondo una vez mas y tendi la mano al desconocido.

Hipnos

La silueta del inmenso edificio se encontraba recortada por la de aquel hombre. El celador era un señor viejo y canoso. Su mirada era dura, y uno de sus ojos tenía el iris blanco, probablemente causándole ceguera.

  • No suelen venir mucho por aquí... - carraspeó y se arrancó un escupitajo antes de echarlo - La gente prefiere olvidarse de que existe este lugar.

Se acercó un poco e hizo una ligera reverencia.

  • Mi nombre es Michael. Será un gusto hacerles de guía, caballeros ...y señorita.

Miró a la joven con su ojo blanco y sonrió. Le faltaban algunos dientes.

  • Díganme: ¿a quién han venido a visitar?
menolikeyou

Alice Thompson

El camino se me hizo eterno. La última vez me prometí no volver a pisar este lugar, pero creo que la situación lo requiere…

Mi nombre es Michael. Será un gusto hacerles de guía, caballeros... y señorita.

Maldita sea, el viejo otra vez no. Es un ser muy desagradable... y no sólo da reparo el verle, si no que desprende un olor un tanto ácido, como de vómito, que al entrar en alguna habitación con él se te adentra en la cabeza y te deja extrañamente embriagado…

Díganme: ¿a quién han venido a visitar? – Preguntó el viejo.

Me miró. Me sonrió. Eso es que se acuerda de mí...

– Verá… hemos venido a visitar a mi madre. Si no me equivoco el horario de visitas ha empezado no hace mucho. Su apellido es Thompson. ¿Nos puede conducir a la sala de invitados? ¿O mejor nos vemos en su habitación?

Mamá había estado actuando de forma exageradamente extraña a lo largo de los últimos meses. La última vez que vine no toleraba demasiado bien el tener que caminar por esos pasillos con esas luces tan tenues… Supongo que se deberá a su enfermedad, pero aun así sigue dándome escalofríos el simple hecho de recordarlo.

Hipnos

El anciano asintió silenciosamente y comenzó a caminar. El camino de piedra que conducía al edificio era viejo y musgoso, y parecía incluso más tenebroso en la oscuridad de la tarde.

De vez en cuando, alaridos inhumados rompían el silencio sepulcral de aquel edificio. Dejaban claro que aquello no era un sitio para las mentes cuerdas. Intimidados, los tres visitantes siguieron silenciosamente al celador hasta una habitación vacía y totalmente iluminada.

El anciano se detuvo e hizo un gesto con la cabeza, señalando la habitación.

  • Hace ya tiempo que no habla, probablemente la haya perdido del todo. - Hizo una pausa, dándole un matiz de dramatismo - ¿Seguro que quieren entrar?

Tras el cristal de la puerta, se observaba a Rosalind. Estaba pálida, de pié, con los ojos muy abiertos y la mirada, borrosa y perdida, muy lejos de allí. Ni siquiera se inmutó al escuchar a la gente en la puerta de su sala. Sus brazos colgaban flácidos, y la expresión de su cara dejaba ver que su mente ya no era la de una persona normal.

La sensación que transmitía, sin embargo, era muy clara: había vivido algo por lo que nadie debería haber pasado.

RoninPiros

X. Smith Jenkins

El viejo hombre nos guio por las instalaciones, el ambiente dentro del edificio era incluso mas tetrico que desde fuera.

Los pasillos frios decorados con baldosas blancas daban una sensación de humedad al ambiente y hacian que el eco de nuestros pasos retumbara y se mezclara con los gemidos y gritos de los internos. Las caras hinchadas por los antipsicoticos y las miradas fijas y vacias de pacientes sedados que nos miraban al pasar me ponian los pelos de punta.

El anciano se detuvo entonces ante una de las puertas, mire por encima del cristal de la habitacion y me alegre de que Alice no llegase a ver lo que yo estaba viendo.

-Alice, que tal si esperas aqui con el doctor un momento. - Queria comprobar que nivel de lucidez tenia Rosalind antes de dejar que Alice la viera en este estado.

Miré entonces al doctor y le indique que nos dejara pasar, toda esta situación estaba comenzando a hacerme sentir un miedo irracional casi imperceptible, uno de esos miedos de fondo que te acongojan pero no lo suficiente como para hacer saltar las alarmas.

Mire a Alfred entonces y le hice un gesto para que me acompañase dentro, cualquiera que fuera el mensaje de Rosalind seria casi seguro borroso y oscuro y sera mejor que ambos lo escuchemos.

ruonory

Sir Alfred Crowfield

Un sanatorio es sin lugar a dudas un sitio para personas peculiares, dejando de lado a los pacientes, quienes allí trabajasen no podían ser personas dentro de lo común. Una buena prueba de ello era el individuo que nos acompañó desde nuestra llegada a aquel lugar.

La mirada de Michael era fascinante, a pesar de la ausencia de visión en uno de sus ojos. Su forma de arquear las cejas y su ojo sano, con un color ligeramente amarillento y una densa maraña de finas venas, le dotaban de una mirada penetrante que te forzaba a sentirte intimidado.

El interior del edificio se alejaba bastante de lo que esperaba encontrarme, su interior era bochornoso a la vez de sobrio, el sonido de los enfermos resultaba tormentoso, aunque el sonido que más profundamente logró calar en mi mente fue el que podía oírse durante el silencio: leves golpes a ritmo, un sonido sordo y repetitivo que dibujaba en mi cabeza la imagen de alguien golpeando una y otra vez su cabeza contra las baldosas de la pared. Una mente quebrándose poco a poco.

Cuando Michael se detuvo, Smith pidió a Alice que nos esperase fuera de la sala, la miré inmediatamente y su rostro mostraba estar absorta por la situación, dudo mucho que prestase atención a nada que se le dijese.

Entré justo detrás de Smith. La figura estática de Rosalind se mantenía erguida en el centro de la sala, su mirada era asombrosa, no parecía estar perdida en la nada o al menos no me lo pareció así, era más bien como si mirase fijamente a algo que no estaba ahí, al menos no para nosotros.

Rodeé su cuerpo caminando poco a poco, Smith se detuvo a mirarla y su expresión trasmitía terror y asombro. Seguí dando la vuelta completa, con mis manos sujetas en mi espalda, paso a paso, despacio, analizando su cuerpo, su postura y las leves oscilaciones de sus extremidades. Al final me detuve a su lado, me acerqué a su oído y susurré:
-Rosalind, si aun estás ahí dentro, necesitamos tu ayuda, por favor, necesitamos que salgas.

Hipnos

A pesar de la visita, la mirada de Rosalind permanecía impasible. Sus ojos vidriosos estaban enfocados mucho más allá de esas paredes.

La expresión de su cara denotaba que quedaba poca cordura en su mente, mientras que permanecía completamente rígida de pié en mitad de aquella habitación de baldosas blancas.


Podéis intentar hacer algo para que reaccione o iros pensando que no se puede hacer nada por ella ya.

menolikeyou

Alice Thompson

Llevo cinco minutos convenciéndome a mí misma para entrar a ver a mamá. Los dos caballeros me han dicho muy amablemente que no entre, pero aunque aprecio el gesto, es mi madre y debería entrar… Pero hay algo en mí que no me deja, es como si la puerta estuviera sellada por algún tipo de hechizo…

[...]

Sólo que no hay ningún hechizo y lo que no me permite entrar son los recuerdos que tengo de una mamá lúcida, vivaz y alegre. Una Rosalind activa y entregada que nunca dejó que nada se interpusiera en su camino para conseguir lo que quería. Siempre llevaba la voz cantante en casa… y fuera de casa también. Pero a papa y a mí ya nos parecía bien. Quizá tanto él como yo siempre fuimos demasiado concienzudos y meticulosos.

Me está volviendo a pasar. Intento convencerme de que soy la niña aplicada y trabajadora que siempre he sido. La niña curiosa que todo quería comprender… gracias a un padre que encontraba explicaciones razonables para todo. Cuánto le echo de menos…

Pero la verdad es que desde que pasó todo aquello ya no me siento igual. Tengo dudas, y dudas que nunca hubiese imaginado que podría llegar a plantearme. Dudas irracionales, que se salen de las normas y de las leyes universales. Me gustaría tanto volver a ser la niña que creía poder entender todo… Ahora me gustaría no haberme preguntado tantas cosas.

[...]

Me decidí a entrar con paso ligero, con la mirada fija en el fondo de la habitación y con el paquete de dulces de almendra en la mano. – Señor Crowfield, pruebe con éstas. Son las favoritas de mamá.

ruonory

Sir Alfred Crowfield

Rosalind estaba con nosotros físicamente, pero su mente se encontraba mucho más allá, tan alejada de nuestra realidad como aquello que captaba tan intensamente su atención.

Alice entró como un tiro en la sala, rompiendo nuestra concentración nos giramos sorprendidos por su repentina intervención, su expresión era tan neutra que casi parecía un autómata.

Cuando alzó el paquete de dulces de almendra no pude más que parpadear con incredulidad ¿No era lógico?

-¡Buena idea! -Dije en tono entusiasmado, pero sin alzar demasiado la voz. -Por favor Alice, hazlo tú misma, seguro que si su propia hija se las entrega tendremos más posibilidades de conseguir que reaccione.

menolikeyou

Alice Thompson

– Mamá, te he traído esos dulces que tanto te gustan.

Silencio. No dice nada. Creo que está peor desde la última vez que la visité...

Me quedé allí sentada, con los dulces en el regazo, sin saber qué esperar de mi madre, ni de aquella situación...

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Hipnos

El celador, Michael, se acercó a la puerta de la celda. Su tono era más sombrío aún que instantes antes. Con su voz ronca, susurró:

  • Ya ni siquiera nos mira. Hace algunos meses que perdió totalmente la razón. Ni siquiera come.

Hizo un gesto, señalándose la garganta, indicando donde Rosalind tenía un pequeño trozo de tubo sobresaliendo.

La señora Gartner permaneció en la misma posición, sin inmutarse ante las palabras de sus visitantes. Si hay algo que pudiera hacerla reaccionar, no iban a ser unas palabras agradables y unos dulces...

ruonory

Sir Alfred Crowfield

Una repentina sensación de impotencia me poseyó, no podía aceptar que la única superviviente a un posible encuentro con los Semeth fuese ahora un ser roto y sin alma.

Sujete su mano izquierda entre las mías y la levanté hasta la altura de mi pecho mientras la apretaba con firmeza, como si así pudiera hacerle llegar mis emociones y con la mirada fija en sus ojos le supliqué de nuevo:

-Rosalind, te lo ruego, cuéntanos qué ves, qué viste, a qué le debemos temer. Ellos se llevaron a mi esposa, solo tú sabes a qué nos enfrentamos...

No me podía creer que estuviese hablando así, aceptado que su existencia era real y delatando mi estúpida esperanza de que siguiese viva, a pesar de haberme aferrado durante años a la idea opuesta. ¿Me estaba dejando llevar? ¡No!, maldita sea, esta mujer es la prueba viviente de que aquello a lo que nos enfrentamos es real, tan real como peligroso.

-¿Qué son los Semeth? -Dije en un último intento por ver si ese nombre lograba ni que fuese hacerla parpadear.

Hipnos

Rosalind Gartner

-¡NO!

La expresión de Rosalind era sobrecogedora. Desde su cara, desencajada en un grito de terror, sus ojos ahora inyectados en sangre miraban a Alfred. Lo agarró con una fuera descomunal, sacudiéndolo con cada una de sus palabras.

-¡NO! ¡NO LOS MENCIONES! ¡HUID! ¡NO SABES LO QUE ME HICIERON! ¡NO PUEDES COMPRENDERLO! ¡NO SON HUMANOS! ¡YA NO! ¡NOOOO!

Sus gritos pasaron a ser chillidos agonizantes que retumbaban por los pasillos del sanatorio. El resto de internados empezaron a chillar al escuchar sus gritos. Aún seguía chillando y retorciéndose cuando Michael se abalanzó sobre ella y le clavó rápidamente una jeringuilla, apartándola de Alfred.

  • ¡Deben marcharse! ¡Ahora! - Gritó el celador mientras intectaba el contenido de la jeringuilla.

Los tres salieron rápidamente del edificio. Caminaron rápidamente, en silencio, con el sonido de sus pasos como único consuelo a los sentimientos desgarradores que los compañaban. Su visita había sido turbadora, y ahora debían enfrentarse a su próximo paso. Ya no podían contar con Rosalind.

Afuera, en la oscuridad, llovía. La oscuridad de aquella noche tenía una nota inquietante que todos percibieron.