Realmente para explicar como me he visto cambiar debería comentar primero cual ha sido mi modus operandi en cuanto a videojuegos durante, prácticamente, toda mi vida. Intentaré ser breve, tranquis.
Hasta hace dos años cada generación la afrontaba comprando las consolas de Sony y Nintendo en algún punto de la misma y así, al final, tenía prácticamente todo lo que me interesaba jugar aún perdiéndome alguna cosilla pero sin darle más importancia.
La generación anterior probé con una 360 cuando se anunció Lost Odyssey y Bioshock como exclusivos y pude probar alguna licencia más como Gears of War o Alan Wake. Sin embargo, un día se me fue a la puta (cosas de la 360).
Cuando ya bajó de precio PS3 me la pillé y pude jugar todas esas cosas pendientes como un mayor número de JRPG (Tales of, por ejemplo) o la saga Uncharted entre otros juegos que me encantaron. Así que al llegar PS4 la continuidad con Sony estaba más que clara.
La cosa no pintaba bien para XBOX entonces así que la irrelevancia sirvió para seguir con el estatus quo que tanto había ido disfrutando durante muchos años. Hasta que apareció cierto Pokémon salvaje servicio interesante.
¿Game Pass? Bueno, acostumbrado a Netflix y habiendo pasado ya la época de comprar nada físico en otros medios como música, series o películas, no me resultó un problema hacerme a la idea. Así que me pillé una XBOX ONE X en un viaje (así me salió más barata al cambio de moneda) y decidí probarlo.
Y aquí empezó la metamorfosis. No voy a entrar en las bondades que ofrece el servicio (ya las conocemos de otros hilos y conversaciones), sino en lo que empecé a valorar y ver en mis hábitos de jugador.
Por ejemplo, todos esos juegos que solía pillar de oferta en PS4 resulta que estaban en el servicio, así que, obviamente dejé de prestar atención a la consola de Sony para esos títulos que me iba a exigir una inversión extra comparando con mi suscripción de Game Pass.
Con el tiempo empecé a mirar la estantería y vi todos esos juegos muertos de risa tras haberlos jugado una vez. La diferencia era obvia; la posesión de los juegos para jugar cuando quisieras. Y aquí la revelación consecuente.
¿Realmente me importaba tanto tener todos esos juegos? Algunos los juego como mucho dos veces, pero que sean míos o no realmente no me influye mucho a la hora de disfrutarlos, al igual que puedo ver una serie por streaming sin necesitar comprarla.
Así que ya había aceptado un servicio para jugar ciertos juegos por los que antes buscaba ofertas en otra plataforma y también había aceptado de buen grado que los juegos no fuesen míos mientras los pudiera jugar ¿qué más faltaba?
Lo más reciente ha sido dejar de prestar atención a ciertos títulos de la competencia. Sigo teniendo mi PS4 y mi Switch pero cada vez que sale un juego exclusivo en estas miro muy mucho que títulos son y que ofrecen.
Así, lo que en otro tiempo hubiera sido un juego de salida sin duda como Ghost of Tsushima o carne de compra en breve como Paper Mario The Origami King, ahora son... meh ya que en algún punto de gameplay hay algo que no me apasiona.
Así que valoro si merece la pena pillarlos de salida y me respondo con un NO de manual... aún sabiendo que antes los habría comprado sin problema y que son buenos juegos... y todo por mal acostumbrarme al Game Pass.
Y así estoy, limitando mis compras a cosas MUY importantes para mí (FFVII Remake, Xenoblade Chronicles o Cyberpunk 2077, por ejemplo) y el resto relleno de indies (Observation, The messenger), títulos de Microsoft (Ori, Gears Tactics) y otra fauna del servicio (FFIX, Yakuza Kiwami 2).
¿Y la próxima generación? Pues salvo súper tanda de títulos exclusivos que me enamoren en PS5 de momento mi continudad con XBOX está clara mientras mantengan el servicio con sus juegos de salida y tandas de otros third parties de vez en cuando.