Requisitos: cita proveniente de un libro que hayas leido.
Formato: Cita + Libro + Autor.
No se aceptan: ni citas sueltas, ni citas sin el formato indicado, ni tonterias varias.
Un libro que adoro y del que podria poner mil frases, entre todas me quedo con esta que resume no solo el libro si no esa distopia tan cercana a nuestra sociedad actual que consiguio inventar y quizás vaticinar Ray bradbury.
"-¡Buenas noches! Empezó a andar por el pasillo que conducía hacia su casa. Después, pareció recordar algo y regresó para mirar a Montag con expresión intrigrada y curiosa. -¿Es usted feliz? -preguntó-.-¿Que si soy qué? -replicó él-.Pero ella se había marchado, corriendo bajo el claro de luna. La puerta de la casa se cerró con suavidad.-¡Feliz! ¡Menuda tontería!
Montag dejó de reír.
Fahrenheit 451- Ray bradbury.
Esta la saqué de una dedicatoria que había en un libro que me regalaron.
Don’t wait until everything is just right.
It will never be perfect.
There will always be challenges, obstacles and less than perfect conditions.
So what.
Get started now.
With each step you take, you will grow stronger and stronger, more and more skilled, more and more self-confident, and more and more successful.
En la saga de Dune, de Frank Herbert, salen muchas frases muy buenas. Os dejo un par de las que más me gustaron (y de Ender )
¿Qué es lo que desprecias? Por ello serás conocido. Del <<Manual de Muad'dib>>, por la Princesa Irulan - Dune, Frank Herbert
La verdad sufre cuando es sometida a un análisis excesivo. Antiguo dicho Fremen - El Mesías de Dune, Frank Herbert.
No hay más maestro que el enemigo (...) Sólo el enemigo te enseña tus puntos débiles. Sólo el enemigo te enseña tus puntos fuertes. Y las únicas reglas del juego son qué puedes hacerle y qué puedes impedir que te haga. - El juego de Ender, Orson Scott Card
Es lo malo de empezar ganando... que te quedas solo y sin amigos. - El juego de Ender, Orson Scott Card
Esta en su momento hizo reflexionar en cierta manera;
"No hay influencia buena; toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico. Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma."
-El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde
"Hay quienes dicen que entre los bárbaros no hay diferencias, que todos ellos son la misma abominación carroñera. Esto es falso. Los portugueses cambiarán armas por mujeres. Los holandeses piden oro. Los ingleses quieren tratados.
Así pues, debéis saber que es fácil entender a los portugueses y a los holandeses, y que los ingleses son los más peligrosos. Por lo tanto, estudiad con atención a los ingleses y olvidaos de los otros".
1641 Suzume-no-kumo (Banda de gorriones), Autor desconocido (por lo menos por mí, aunque a los ingleses, este japonés los tenía calados xD).
Nuestra inteligencia es muy limitada, lo mismo que la fuerza de nuestro cuerpo. Hay hombres mucho más robustos que otros; también hay Hércules en materia de ideas, pero esa superioridad en el fondo es muy poco cosa. Uno levantará diez veces más materia que yo; otro podrá hacer frente, y sin papel, a una división de quince cifras, mientras que yo solo podría dividir tres o cuatro con un trabajo enorme; a eso se reducirá esa fuerza tan alabada; pero muy pronto encontrara su limite.
Voltaire
"Las flores delicadas son las primeras que perecen en una tormenta; el gigante se ve abatido por una honda. Por cada nueva altura que alcanzamos, nuevos y más desconcertantes peligros nos amenazan. Con frecuencia el cobarde queda sepultado bajo la propia pared contra la que se acurrucó con miedo y angustia. La cota de malla más perfecta puede ser penetrada por una hábil estocada. Las mayores armadas acaban hundiéndose, las líneas Maginot son evitadas. El caballo de Troya siempre está esperando que lo hagan trotar. Entonces, ¿dónde está la seguridad? ¿Qué protección puedes inventar que no se haya imaginado ya? Es inútil pensar en la seguridad: no existe ni la más mínima. El hombre que busca seguridad, aunque sea mental, es como el hombre que se cortara las piernas para tener otras artificiales que no le provocasen dolor ni trastornos.
Comparados con los insectos, el ser humano parece una criatura indefensa. En el sentido de que lleva una vida más expuesta, lo es. Pero esa capacidad de exponerse a todos los riesgos es precisamente su fuerza. [...]
Estamos a caballo entre dos mundos, aquel del que hemos surgido y aquel al que nos dirigimos. [...] El lugar es siempre aquí y ahora, en tu propia persona y de acuerdo con tu propia fantasía. El mundo es exactamente lo que imaginas que es, siempre, en todo instante. Tú eres el autor, director y autor al mismo tiempo: el drama va a ser siempre tu propia vida, no la de otro. [...]
Confesarse, gemir, quejarse, compadecerse, exige siempre un tributo. Cantar no te cuesta ni un céntimo. No sólo no cuesta nada sino que, además, enriquece a los demás. El que sube canta. Sube con pie seguro, sin pensar en lo que queda debajo, en caso de que se escurriera y perdiese el control, sino en lo que queda por delante.
Todo queda por delante.
El camino es infinito, y cuanto más lejos llegas, más se abre el camino.
Avanzar aferrándose al pasado es como arrastrar una bola y una cadena. El prisionero no es el que ha cometido un crimen, sino el que se aferra a su crimen y lo vive una y mil veces. Todos nosotros somos culpables de un gran crimen, el gran crimen de no vivir la vida al máximo. Pero todos somos libres en potencia, podemos dejar de pensar en lo que no hemos hecho y hacer lo que esté en nuestro poder. Nadie se ha atrevido a imaginar de verdad qué pueden ser esos poderes que hay dentro de nosotros. Que son infinitos lo comprenderemos el día en que reconozcamos ante nosotros mismos que la imaginación lo es todo. La imaginación es la voz de los atrevidos. Si hay algo divino en Dios, es eso. Se atrevió a imaginarlo todo. [...]
La verdad es que me importa un pito la miseria del mundo. La doy por sentada. Lo que quiero es abrirme. Quiero saber lo que hay dentro de mí. Quiero que todo el mundo se abra. Soy como un imbécil con un abrelatas en la mano, preguntándome con dónde empezar… para abrir la tierra. Sé que por debajo del desbarajuste es todo maravilloso. Estoy seguro de ello. Lo sé porque la mayoría de las veces me siento maravillosamente. Y cuando me siento así todo el mundo me parece maravilloso, todo el mundo y todas las cosas, hasta los guijarros y los trozos de cartón o la barba de un chivo, si lo prefieres."
Sexus, Henry Miller.
"Es importante saber perdonar a los demás, casi tanto como saber perdonarnos a nosotros mismos.
El perdón... Me aferraré a esa frágil porción de esperanza y la mantendré cerca de mí, recordando que en cada uno de nosotros hay cosas buenas y malas, luz y oscuridad, arte y dolor, elecciones y lamentaciones. Cada uno de nosotros es su propio "claroscuro", su propio trozo de ilusión que lucha para convertirse en algo sólido, algo real. Tenemos que perdonarnos eso. Debo acordarme de perdonarme a mí mismo. Porque hay mucho gris con qué trabajar. Nadie puede vivir siempre bajo la luz."
"No hay elecciones seguras, sólo elecciones distintas. Y toda elección tiene sus consecuencias"
-La Orden de la academia Spence- Libba Bray
"Yo te necesito mucho papá". Pero se fue a España, después a New York. Se ocupó muy bien de ella, se olvidó de nuestro proyecto. Y ya no necesitó más a papá. Regresó. Nos vimos una hora. Y la despedida fue algo muy patético para mí. Y algo muy feliz para ella. Ya ha pasado mucho tiempo. Ella ha viajado otra vez a New York. Ha tenido exposiciones personales con brindis de vino californiano, y ha vendido sus dibujos a mil dólares. Ahora me mostró las fotos. Y me señaló al dueño de la galería, y a un mariconcito que la ayudó en el montaje, y a su prima y a los vecinos que también fueron. En fin. Parece que está mucho más tranquila. Y además tiene dólares. Los dólares son un buen sedante. Me hizo un café y me dijo:
-Oh, es muy difícil alcanzar la fama en New York. Es mejor buscar algún dinero y divertirse, ¿verdad?
-No sé. Nunca he buscado la fama en New York.
-Oh, no me contestes así. ¿ Todavía estás resentido?
-Yo nunca estuve resentido. Sólo me puse muy triste.
-Bueno, no hablemos más de eso.
-Está bien. Entré un momento a saludarte y a ver cómo te va.
-No sigas bajando de peso. Te has puesto muy flaco. ¿Por qué?
-Estoy estudiando ballet.
-Ah, eres un pesado.
-Bueno chau.
Y me fui. Ella no se imagina que dejó una estela de poemas tristísimos y un rastro de dolor y lágrimas. Igual que en los boleros. No lo sabe. Y nunca lo va a saber, porque no le voy a dar ese gusto.
Ahora llueve mucho. Y hay ráfragas de viento. Estos días no me gustan. Me dan más hambre aún.
En el profundo sótano del corazón humano sueña el doloroso tañido del arpa de hierro.
Construid vuestras ciudades altivas y elevadas. Disponed vuestras alcantarillas. Trabajad febrilmente. Dormir sin sueños. Cantad enloquecidos como el ruiseñor persa. Por debajo, bajo los cimientos más profundos, vive otra raza de hombres. Son sombríos, apasionados. Se abren paso hasta las entrañas de la tierra. Esperan con una paciencia aterradora. Son los basureros, los devoradores, los vengadores. Emergen cuando todo se viene abajo y queda reducido a polvo. [...]
Algo semejante me había sucido, al leer a Dostoievski por primera vez. Había barrido toda la literatura restante ("¡ahora estoy oyendo a hablar de verdad a seres humanos!", me había dicho a mí mismo). Lo mismo ocurrió con la interpretación de Arthur Raymond: por primera vez me parecía entender lo que los compositores estaban diciendo. Cuando se interrumpía para repetir una frase, una y otra vez, era como si los oyera hablar, hablar ese idioma del sonido con el que todo el mundo está familiarizado, pero que en realidad para la mayoría de nosotros es griego. [...]
Lo que uno quiere no es apreciación... sino respuesta. A decir verdad no sé lo que quiero de ti, ni de nadie, si vamos al caso. Quiero más de lo que recibo, eso es lo único que sé. Quiero que salgas de tu pellejo. Quiero que todo el mundo se desnude, no para enseñar la carne sólo, sino también el alma. A veces me siento tan hambriento, tan voraz, que sería capaz de comerme a la gente. No puedo esperar a que me digan cosas... cómo se sienten... lo que quieren y demás. Quiero masticarlos crudos, averiguar por mi cuenta, rápido, al instante.
Sexus, Henry Miller.
"Wine turns a fool into a wise man, and a wise man into a fool", Carlos Ruiz Zafón, en La sombra del viento.
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme:<<Ya me duermo>>. Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Franciso I y Carlos V. Esta figuración me duraba aún unos segundos después de haberme despertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible, lo mismo que después de la metempsicosis pierden su sentido los pensamientos de una vida anterior; e asunto del libro se desprendía de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en torno mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aún más quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura. Me preguntaba qué hora sería; oía el silbar de los trenes que, más o menos en la lejanía y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos por donde un viandante marcha de prisa hacia la estación cercana; y el caminito que recorre se va a grabar en su recuerdo por la excitación que le dan los lugares nuevos, los actos desusados, la charla reciente, los adioses de la despedida que le acompañan aún en el silencio de la noche, y la dulzura próxima del retorno.
Marcel Proust - En busca del tiempo perdido: Por el camino de Swann
El madrileño que alguna vez, por casualidad, se encuentra en los barrios pobres próximos al Manzanares, hállase sorprendido ante el espectáculo de miseria y sordidez, de tristeza e incultura que ofrecen las afueras de Madrid con sus rondas miserables, llenas de polvo en verano y de lodo en invierno. La corte es ciudad de contrastes; presenta luz fuerte al lado de sombra oscura; vida refinada, casi europea, en el centro, vida africana, de aduar, en los suburbios. Hace unos años, no muchos, cerca de la ronda de Segovia y del Campillo de Gil Imón, existía una casa de sospechoso aspecto y de no muy buena fama, a juzgar por el rumor público. El observador...
En este y otros párrafos de la misma calaña tenía yo alguna esperanza, porque daban a mi novela cierto aspecto fantasmagórico y misterioso; pero mis amigos me han convencido de que suprima tales párrafos, porque dicen que en una novela parisiense estarán bien, pero en una madrileña, no; y añaden, además, que aquí nadie extravía, ni aun queriendo; ni hay observadores, ni casas de sospechoso aspecto, ni nada. Yo, resignado, he suprimido esos párrafos, por los cuales esperaba llegar algún día a la Academia Española, y sigo con mi cuento en un lenguaje más chabacano.
Pío Baroja - La lucha por la vida: La busca
Es genial xDDD
Todos ponéis citas kilométricas... no sé, yo me inclino por una más corta:
"Un libro de ciencia tiene que ser de ciencia, pero también un libro." - J. Ortega y Gasset
#135 La he puesto en inglés porque la cita llegó a mí así, me leí la obra en inglés, y no concibo la cita en castellano, porque así es como la recuerdo desde que la leí.
#137 ¿Y por qué no? xD Yo disfruto mucho leyendo en inglés. Me ayuda a mejorar y asentar el dominio de una lengua que profesionalmente voy a necesitar como el comer.
Las personas deberíamos ser educadas desde pequeñas de forma bilingüe. Luego nos costaría mucho menos ampliar nuestros horizontes lingüísticos y no veríamos casos como el que se da en España que mucha gente sabe de inglés lo mismo que Paco Martínez Soria xD
#137 Por el mismo motivo que #138, aunque yo además de por trabajo, también me viene de perlas para mi carrera (Fil. Inglesa).
#138 Entiendo todo lo que dices, es más, lo defiendo; pero con mi post yo no me refería a ¿Por qué lees obras en inglés pudiendo leerlas traducidas al español? sino a ¿Por qué lees traducida al inglés una obra escrita en castellano?
#140 Yo, por ejemplo, leí La sombra del viento en inglés porque quería leer algo en inglés para practicar, y como era verano y estaba en mi pueblo, fui a la librería y no habiendo muchos libros en inglés, ése era el que más me interesó. Además, por curiosidad, gusta.
Una cita que nos acaba de decir una de mis profesoras del máster:
Cuando un diplomático dice “sí”, quiere decir “quizás”. Cuando dice “quizás”, quiere decir “no”. Cuando dice “no”, no es un diplomático. Cuando una dama dice “no” quiere decir “quizás”, cuando dice “quizás”, quiere decir “sí”, cuando dice “sí”, no es una dama.
Cuando el rey Lear muere en el quinto acto ¿sabes cómo lo expresó Shakespeare? Escribió: muere.
Eso es todo, nada más. Sin fanfarrias, sin metáforas, sin brillantes palabras finales. Así que la culminación de la obra de literatura dramática más influyente es “muere”. Tuvo que ser Shakespeare un genio para expresar “muere”. Sin embargo, cada vez que leo esa palabra, me invade un infinito sentimiento de tristeza. Ya sé que es natural sentirse triste, pero no por la palabra muere, sino por la vida que hemos visto antes de esa palabra.
He vivido mis cinco actos, no te pido que te alegres de que me tenga que ir, sólo te pido que pases página, que continúes leyendo. Y des paso a la siguiente historia.
Y si alguien pregunta alguna vez qué ha sido de mí, cuéntale mi vida en todo su esplendor, y acaba con un sencillo y modesto “murió”.
Mr. Magorium.
Es de una película, pero a mí me encanta.
#138 Contribuyes con ello al proceso globalizador.
¿Por qué inglés? ¿Acaso le das algún tipo de predominancia? Yo soy bilingüe, y con orgullo, de castellano y gallego. Tengo un buen nivel de francés, italiano, inglés y alemán, y puedo asegurarte que ninguna de esas lenguas es "mejor" que otra.
On-topic:
Dejo una cita larga, porque es una de las historias de "Dubliners", de James Joyce. A veces siento que Joyce se ha reducido un poco al "Ulysses" cuando su producción es impresionante. En concreto, este libro refleja como ninguno el orgullo por una tradición particular, pero también la percepción de la decadencia, la ordinariez...
EVELINE
SHE sat at the window watching the evening invade the avenue.
Her head was leaned against the window curtains and in her
nostrils was the odour of dusty cretonne. She was tired.
Few people passed. The man out of the last house passed on his
way home; she heard his footsteps clacking along the concrete
pavement and afterwards crunching on the cinder path before the
new red houses. One time there used to be a field there in which
they used to play every evening with other people's children. Then
a man from Belfast bought the field and built houses in it--not
like their little brown houses but bright brick houses with shining
roofs. The children of the avenue used to play together in that field
--the Devines, the Waters, the Dunns, little Keogh the cripple, she
and her brothers and sisters. Ernest, however, never played: he was
too grown up. Her father used often to hunt them in out of the field
with his blackthorn stick; but usually little Keogh used to keep nix
and call out when he saw her father coming. Still they seemed to
have been rather happy then. Her father was not so bad then; and
besides, her mother was alive. That was a long time ago; she and
her brothers and sisters were all grown up her mother was dead.
Tizzie Dunn was dead, too, and the Waters had gone back to
England. Everything changes. Now she was going to go away like
the others, to leave her home.
Home! She looked round the room, reviewing all its familiar
objects which she had dusted once a week for so many years,
wondering where on earth all the dust came from. Perhaps she
would never see again those familiar objects from which she had
never dreamed of being divided. And yet during all those years she
had never found out the name of the priest whose yellowing
photograph hung on the wall above the broken harmonium beside
the coloured print of the promises made to Blessed Margaret Mary
Alacoque. He had been a school friend of her father. Whenever he
showed the photograph to a visitor her father used to pass it with a
casual word:
"He is in Melbourne now."
She had consented to go away, to leave her home. Was that wise?
She tried to weigh each side of the question. In her home anyway
she had shelter and food; she had those whom she had known all
her life about her. O course she had to work hard, both in the
house and at business. What would they say of her in the Stores
when they found out that she had run away with a fellow? Say she
was a fool, perhaps; and her place would be filled up by
advertisement. Miss Gavan would be glad. She had always had an
edge on her, especially whenever there were people listening.
"Miss Hill, don't you see these ladies are waiting?"
"Look lively, Miss Hill, please."
She would not cry many tears at leaving the Stores.
But in her new home, in a distant unknown country, it would not
be like that. Then she would be married--she, Eveline. People
would treat her with respect then. She would not be treated as her
mother had been. Even now, though she was over nineteen, she
sometimes felt herself in danger of her father's violence. She knew
it was that that had given her the palpitations. When they were
growing up he had never gone for her like he used to go for Harry
and Ernest, because she was a girl but latterly he had begun to
threaten her and say what he would do to her only for her dead
mother's sake. And no she had nobody to protect her. Ernest was
dead and Harry, who was in the church decorating business, was
nearly always down somewhere in the country. Besides, the
invariable squabble for money on Saturday nights had begun to
weary her unspeakably. She always gave her entire wages--seven
shillings--and Harry always sent up what he could but the trouble
was to get any money from her father. He said she used to
squander the money, that she had no head, that he wasn't going to
give her his hard-earned money to throw about the streets, and
much more, for he was usually fairly bad on Saturday night. In the
end he would give her the money and ask her had she any intention
of buying Sunday's dinner. Then she had to rush out as quickly as
she could and do her marketing, holding her black leather purse
tightly in her hand as she elbowed her way through the crowds and
returning home late under her load of provisions. She had hard
work to keep the house together and to see that the two young
children who had been left to hr charge went to school regularly
and got their meals regularly. It was hard work--a hard life--but
now that she was about to leave it she did not find it a wholly
undesirable life.
She was about to explore another life with Frank. Frank was very
kind, manly, open-hearted. She was to go away with him by the
night-boat to be his wife and to live with him in Buenos Ayres
where he had a home waiting for her. How well she remembered
the first time she had seen him; he was lodging in a house on the
main road where she used to visit. It seemed a few weeks ago. He
was standing at the gate, his peaked cap pushed back on his head
and his hair tumbled forward over a face of bronze. Then they had
come to know each other. He used to meet her outside the Stores
every evening and see her home. He took her to see The Bohemian
Girl and she felt elated as she sat in an unaccustomed part of the
theatre with him. He was awfully fond of music and sang a little.
People knew that they were courting and, when he sang about the
lass that loves a sailor, she always felt pleasantly confused. He
used to call her Poppens out of fun. First of all it had been an
excitement for her to have a fellow and then she had begun to like
him. He had tales of distant countries. He had started as a deck boy
at a pound a month on a ship of the Allan Line going out to
Canada. He told her the names of the ships he had been on and the
names of the different services. He had sailed through the Straits
of Magellan and he told her stories of the terrible Patagonians. He
had fallen on his feet in Buenos Ayres, he said, and had come over
to the old country just for a holiday. Of course, her father had
found out the affair and had forbidden her to have anything to say
to him.
"I know these sailor chaps," he said.
One day he had quarrelled with Frank and after that she had to
meet her lover secretly.
The evening deepened in the avenue. The white of two letters in
her lap grew indistinct. One was to Harry; the other was to her
father. Ernest had been her favourite but she liked Harry too. Her
father was becoming old lately, she noticed; he would miss her.
Sometimes he could be very nice. Not long before, when she had
been laid up for a day, he had read her out a ghost story and made
toast for her at the fire. Another day, when their mother was alive,
they had all gone for a picnic to the Hill of Howth. She
remembered her father putting on her mothers bonnet to make the
children laugh.
Her time was running out but she continued to sit by the window,
leaning her head against the window curtain, inhaling the odour of
dusty cretonne. Down far in the avenue she could hear a street
organ playing. She knew the air Strange that it should come that
very night to remind her of the promise to her mother, her promise
to keep the home together as long as she could. She remembered
the last night of her mother's illness; she was again in the close
dark room at the other side of the hall and outside she heard a
melancholy air of Italy. The organ-player had been ordered to go
away and given sixpence. She remembered her father strutting
back into the sickroom saying:
"Damned Italians! coming over here!"
As she mused the pitiful vision of her mother's life laid its spell on
the very quick of her being--that life of commonplace sacrifices
closing in final craziness. She trembled as she heard again her
mother's voice saying constantly with foolish insistence:
"Derevaun Seraun! Derevaun Seraun!"
She stood up in a sudden impulse of terror. Escape! She must
escape! Frank would save her. He would give her life, perhaps
love, too. But she wanted to live. Why should she be unhappy? She
had a right to happiness. Frank would take her in his arms, fold her
in his arms. He would save her.
She stood among the swaying crowd in the station at the North
Wall. He held her hand and she knew that he was speaking to her,
saying something about the passage over and over again. The
station was full of soldiers with brown baggages. Through the wide
doors of the sheds she caught a glimpse of the black mass of the
boat, lying in beside the quay wall, with illumined portholes. She
answered nothing. She felt her cheek pale and cold and, out of a
maze of distress, she prayed to God to direct her, to show her what
was her duty. The boat blew a long mournful whistle into the mist.
If she went, tomorrow she would be on the sea with Frank,
steaming towards Buenos Ayres. Their passage had been booked.
Could she still draw back after all he had done for her? Her
distress awoke a nausea in her body and she kept moving her lips
in silent fervent prayer.
A bell clanged upon her heart. She felt him seize her hand:
"Come!"
All the seas of the world tumbled about her heart. He was drawing
her into them: he would drown her. She gripped with both hands at
the iron railing.
"Come!"
No! No! No! It was impossible. Her hands clutched the iron in
frenzy. Amid the seas she sent a cry of anguish.
"Eveline! Evvy!"
He rushed beyond the barrier and called to her to follow. He was
shouted at to go on but he still called to her. She set her white face
to him, passive, like a helpless animal. Her eyes gave him no sign
of love or farewell or recognition.
El final es tan anti-sentimental que resulta hasta dramática su crudeza.
Que citas más largas... ¿Dónde han quedado esas frases hermosas y escuetas llenas de sabiduría como "Puta sentada no gana nada"? xD
En la música y en el amor solo hay sensaciones únicas; uno advierte perfectamente que estas no podrán volver ya, y lamenta con toda su alma la vida cotidiana a la que se verá abocado después. Qué admirable goce genera la idea de poder morir en tales instantes, de que, por ese hecho, no se ha perdido el instante. La pesadumbre por no morir en los momentos culminantes del estado musical y del erótico nos enseña cuánto tenemos que perder viviendo.
Emil M. Cioran
Hoy os dejo un poemita medieval de Walther von der Vogelweide. Autor del "Parzival", probablemente uno de los libros más inspiradores para el movimiento feminista (sobre todo porque data de la Edad Media). Los hombres tienen que aprender a convivir entre ellos con la ayuda de la mujer. La mujer es una parte activa para reequilibrar un mundo consumido por las deudas de sangre.
"Liupolt ûz OEsterrîche"
Liupolt ûz Oesterrîche, lâ mich bî den liuten,
wünsche mîn ze velde und niht ze walde, ich enkan
niht riuten
du wünschest mîn ze walde; ich was bî liuten ie.
du wünschest underwîlent biderbem man dun weist
joch wie.
wünschest du mich von in, sô tuost du in leide.
saelic sî der walt und ouch diu heide,
dâ müezest du mit fröiden leben! wie hâst du sus
getân,
daz ich dich an dîn gemach gewünschet hân
und du mich an mîn ungemach? lâ stân!
wis du von dan, lâ mich bî in. sô hân wir wunne beide.
El problema es que está en altoalemán xD Luego lo traduzo a alemán moderno, y a castellano, ahora me da pereza.
#147 Estudio filología alemana. Tengo que leer en altoalemán para el plus de literatura medieval alemana. Lo traduciría ahora, pero estoy considerablemente colocado como para hacerlo en plenas facultades, y con la eufonía que ello requiere.
Tuvo gracia lo de menonita j3