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"Cuando el despotismo está en las leyes, la libertad se halla en las costumbres, y viceversa".
Honoré de Balzac, La piel de zapa, Ed. Alianza, p. 79.
When scientific evolution was announced, some feared that it would encourage mere animality. It did worse: it encouraged mere spirituality. It taught men to think that so long as they were passing from the ape they were going to the angel.
Orthodoxy, Chesterton.
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Juan Ramón Jiménez
Vosotros los que aspiráis a sojuzgar a las gentes, a dominar en las naciones y a ejercer un imperio sobre la raza humana, no os anunciéis como depositarios de verdades clarísimas y evidentes, y sobre todo no declaréis vuestras pruebas, si las tenéis, porque jamás el mundo os reconocerá por señores, antes se rebelará contra el yugo brutal de vuestra evidencia. Anunciad, por el contrario, que poseéis un argumento que echa por tierra una verdad matemática; que vais a demostrar que dos y dos no hacen cuatro, sino cinco; que Dios no existe o que el hombre es Dios; que el mundo ha sido esclavo hasta ahora de vergonzosas supersticiones; que la sabiduría de los siglos no es otra cosa sino pura ignorancia; que toda revelación es una impostura; que todo gobierno es tiranía y toda obediencia servidumbre; que lo hermoso es feo, que lo feo es hermosísimo; que el bien es mal, y el mal es bien; que el diablo es Dios, y que Dios es el diablo; que fuera de este mundo no hay infierno ni paraíso; que el mundo que habitamos es un infierno presente y un paraíso futuro; que la libertad, la igualdad y la fraternidad son dogmas incompatibles con la superstición cristiana; que el robo es un derecho imprescriptible, y que la propiedad es un robo; que no hay orden sino en la anarquía, ni hay anarquía sin orden; y estad ciertos de que, con este solo anuncio, el mundo, maravillado de vuestra sabiduría y fascinado por vuestra ciencia, pondrá a vuestras palabras un oído atento y reverente.
Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Juan Donoso Cortés
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
La vida es sueño, Calderón de la Barca.
Ahora bien, hay dos maneras de suministrar abundantes alimentos a una ciudad. La primera ya la hemos mencionado, cuando el suelo es tan fértil que satisface ampliamente todas las necesidades de la vida humana. La segunda es por medio del comercio, a través del cual las necesidades de la vida son traídas a la ciudad en cantidad suficiente desde diferentes lugares.
...
Este primer método de abastecimiento es más apropiado para preservar la vida cívica. Una ciudad que debe realizar mucho comercio para abastecer sus necesidades también tiene que soportar la presencia continua de extranjeros. Pero el trato con los extranjeros, según la Política de Aristóteles [V, 3: 1303a 27; VII, 6: 1327a 13-15], es especialmente perjudicial para las costumbres cívicas. Porque es inevitable que los extranjeros, educados bajo otras leyes y costumbres, actúen en muchos casos como los ciudadanos no acostumbran a hacerlo y así, como los ciudadanos se ven arrastrados por su ejemplo a actuar de la misma manera, su propia vida cívica se ve alterada.
Además, si los propios ciudadanos dedican su vida a los asuntos del comercio, se abrirá el camino a muchos vicios. Como la tendencia principal de los comerciantes es ganar dinero, la codicia se despierta en los corazones de los ciudadanos a través de la búsqueda del comercio. El resultado es que todo en la ciudad se volverá corrupto; se destruirá la buena fe y se abrirá el camino a todo tipo de engaños; cada uno trabajará sólo para su propio beneficio, despreciando el bien público; el cultivo de la virtud fracasará, ya que el honor, la recompensa de la virtud, se otorgará a los ricos. En una ciudad así, la vida cívica estará necesariamente corrompida.
De Regno, Santo Tomás de Aquino
The endless cycle of idea and action,
Endless invention, endless experiment,
Brings knowledge of motion, but not of stillness;
Knowledge of speech, but not of silence;
Knowledge of words, and ignorance of the Word.
“A final depressing point about inequality and violence. As we’ve seen, a rat being shocked activates a stress response. But a rat being shocked who can then bite the hell out of another rat has less of a stress response. Likewise with baboons—if you are low ranking, a reliable way to reduce glucocorticoid secretion is to displace aggression onto those even lower in the pecking order. It’s something similar here—despite the conservative nightmare of class warfare, of the poor rising up to slaughter the wealthy, when inequality fuels violence, it is mostly the poor preying on the poor. This point is made with a great metaphor for the consequences of societal inequality.41 The frequency of “air rage”—a passenger majorly, disruptively, dangerously losing it over something on a flight—has been increasing. Turns out there’s a substantial predictor of it: if the plane has a first-class section, there’s almost a fourfold increase in the odds of a coach passenger having air rage. Force coach passengers to walk through first class when boarding, and you more than double the chances further. Nothing like starting a flight by being reminded of where you fit into the class hierarchy. And completing the parallel with violent crime, when air rage is boosted in coach by reminders of inequality, the result is not a crazed coach passenger sprinting into first class to shout Marxist slogans. It’s the guy being awful to the old woman sitting next to him, or to the flight attendant.*”
― Robert M. Sapolsky, Behave: The Biology of Humans at Our Best and Worst
La vida humana es el mayor derroche de la naturaleza: cuando parece que podrías empezar a sacarle provecho a lo que sabes, te mueres, y los que vienen detrás vuelven a empezar de cero. Otra vez enseñarle al niño a andar, llevarlo a la escuela y que distinga una circunferencia de un cuadrado, el amarillo del rojo, lo sólido de lo líquido, lo duro de lo blando. Eso me lo enseñó él.
[...]
La vida, un despilfarro, que decía mi padre. Sí, viejo cabrón, sí. La tuya, a estas alturas, despilfarro múltiple, la tiras con todas las nuestras. Antes de poner el coche en marcha, he visto en el retrovisor los ojos atentos del perro y he pensado que es una pena que esa sabiduría que expresan desaparezca con nosotros, vaya incluida entre los desperdicios de nuestro cubo de la basura. La vida de los animales domésticos tampoco parece ajustarse a rendimientos económicos. Con todo lo que sabes, perrito, con todo lo que has aprendido, con esa agilidad con la que mueves tus patas al correr y la armonía con que arqueas el lomo, la habilidad con que olfateas y encuentras la presa y la diligencia con que me la entregas, tú también vas a decirle adiós a esto (dejarás de formar parte de todo esto). Qué le vamos a hacer. Pienso así y es el único momento, la llave del contacto entre los dedos, y mi mirada fija en la del perro, en que vacilo y siento ganas de llorar. El muy cabrón. El perro.
En la orilla, Rafael Chirbes
If a man will begin with certainties, he shall end with doubts, but if he will be content to begin with doubts he shall end in certainties.
–Francis Bacon, The Advancement of Learning
Huye Adso de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia y, a veces, en lugar que la propia
El nombre de la rosa. Umberto Eco.
Miraba los tres árboles, los veía bien, pero mi mente tenía la sensación de que recubrían algo que estaba fuera de su alcance, como ocurre con esos objetos situados demasiado lejos de nuestros dedos que, estirados al final de nuestro brazo tendido, apenas rozan un instante la envoltura sin llegar a coger nada. En esos casos nos concedemos un momento de respiro para alargar el brazo con un impulso más fuerte y tratar de llegar más lejos. Pero para que mi mente pudiese concentrarse así, tomar su impulso, me hubiese sido preciso estar solo. ¡Cuánto habría querido poder retirarme como hacía en los paseos por la parte de Guermantes cuando me aislaba de mis padres! Me parecía incluso que habría debido hacerlo. Reconocía ese tipo de placer que exige, es verdad, cierta intervención del pensamiento sobre sí mismo, más a su lado los atractivos de la indolencia que nos hacen renunciar a él parecen muy mediocres. Ese placer, cuyo objeto, simplemente intuido, debía crear yo mismo, lo sentía en raras ocasiones, pero en cada una me parecía que las cosas ocurridas en el intervalo apenas tenían importancia y que apegándome a su sola realidad podría iniciar por fin una verdadera vida. Me puse un instante la mano delante de los ojos para poder cerrarlos sin que Mme. de Villeparisis se diese cuenta. Permanecí sin pensar en nada, luego con mi pensamiento concentrado, asentado con más fuerza, salté más adelante en dirección de los árboles, o mejor dicho en aquella dirección interior a cuyo extremo los veía en mí mismo. De nuevo volví a sentir tras ellos el mismo objeto conocido pero vago, y que no pude atraer hacia mí. […]
Vi los arboles alejarse agitando sus brazos desesperados, pareciendo decirme: lo que hoy no aprendas de nosotros nunca lo sabrás. Si nos dejas caer otra vez en el fondo de este camino desde donde tratábamos de alzarnos hacia ti, toda una parte de ti mismo que nosotros te soportábamos caerá para siempre en la nada. En efecto, si más adelante volví a encontrar el tipo de placer y de inquietud que una vez más acababa de sentir, y si una noche – demasiado tarde, pero para siempre – me entregué a él, de aquellos árboles mismos en cambio nunca supe que habían querido aportarme ni dónde los había visto. Y cuando el coche cambió de dirección, les di la espalda y dejé de verlos, mientras Mme. de Villeparisis me preguntaba por qué tenía un aire pensativo, estaba triste como si acabase de perder a un amigo, de morirme para mí mismo, de renegar de un muerto o de no haber reconocido a un dios.
A la sombra de las muchachas en flor, Marcel Proust.
Como el nombre de la rosa de Umberto Eco es mi libro favorito.
Vamos con otra:
Somos enanos –admitió Guillermo–, pero enanos subidos sobre los hombros de aquellos gigantes, y, aunque pequeños, a veces logramos ver más allá de su horizonte
No he encontrado la manera de copiar el fragmento entero, pero el Fedón 108d-115a, donde Platón describe la forma de la tierra y el destino de las almas, me ha parecido increíble. Da la sensación que las ideas que expone todavía resuenan en cada fragmento de nuestra cultura.
¿Es un acróbata? ¿Es un director de orquesta atrapado por la Idea?
Se entusiasma, luego se modera, alterna el allegro y el andante, es
dueño de sí como lo son los faquires o los estafadores. Mientras está
hablando, da la impresión de buscar, pero nunca sabremos qué: un
experto en el arte de imitar al pensador. Si dijera una sola cosa perfectamente
clara, estaría perdido. Como ignora, al igual que sus oyentes, a
dónde va a parar, puede continuar durante horas sin agotar el asombro
de los fantoches que le escuchan.
cioran
Diría mucho más, pero el discurso
no puede prolongarse, porque veo
venir del arenal más polvareda
y yo no debo estar con los que llegan.
Un único favor te pido. Cuida
de mi Tesoro: en él sigo viviendo.
Se volvió, y parecía uno de aquellos
que en la carrera del pañuelo verde
compiten por los campos de Verona.
Parecía el que gana, no el que pierde.
Dante Alighieri, Comedia (canto XV).
Seguramente, Napoléon era superior a los otros. Pero, lo esencial era que los hombres estaban seguros de alcanzar sus objetivos bajo su dirección. Por ello, se comprometían con él, como lo hacen con cualquiera que les inspire una certitud parecida. Los actores siguen a un nuevo director de quien esperan obtener un bello rol. Es una vieja historia que se renueva sin cesar. La naturaleza humana está hecha así. Nadie sirve gratuitamente a los otros, pero si uno sabe que por ese medio uno se sirve a sí mismo, uno lo hace con gusto. Napoléon conocía a los hombres y sabía tirar partido de sus debilidades
Goethe, Conversaciones con Eckermann
Lo que los hombres llaman amistad no es más que un pacto, un respeto
recíproco de intereses y un intercambio de favores; en resumidas cuentas, una
relación en la que el amor propio siempre se propone ganar algo.
françois de larochefoucault
maximas
Jorge Manrique: Coplas por la muerte de su padre.
I
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
[...]
Reconoce en teoría la naturaleza textual del trabajo historiográfico para, a continuación, desconocerla en la práctica. De igual forma, esta misma historiografía aceptaría sin ambages la afirmación de Michel de Certeau sobre la historicidad de relato historiográfico:
(…) el historiador refiere todo discurso a las condiciones socioeconómicas o mentales de su producción. (…) es «histórico» el análisis que considera sus materiales como efectos de sistemas (económicos, sociales, políticos, ideológicos, etcétera) y que apunta a elucidar las operaciones temporales (causalidad, cruzamiento, inversión, condensación, etcétera) que pudieron dar lugar a tales efectos[5].
Pero es esta una aceptación puramente formal porque no se la inscribe en la estructura textual. Más allá de las confesiones de parcialidad o de posicionamiento ideológico de la historiografía militante, ¿qué otras maneras ha articulado la historiografía para relativizar o historizar su propio discurso? Si el relato historiográfico está limitado por condiciones de producción históricas, como cualquier relato, ¿por qué está escrito como si se tratara de un relato ahistórico, independiente de los contextos de producción y del sujeto enunciador? En una suerte de esquizofrenia entre lo que dicen creer y la necesidad de construir y mantener una disciplina, esto es, entre sus presupuestos teóricos y las limitaciones institucionales, los historiadores dan cuenta de las condiciones de producción de todo discurso, pero cuando se trata del suyo propio esas condiciones se ocultan, se borran, se silencian o, peor aún, se desconocen. Como señala Certeau, la autoridad de la que se inviste el relato historiográfico intenta «compensar lo real del cual está exiliado (…) juega con lo que no tiene, y extrae su eficacia de prometer lo que no dará»
Jenkins en Repensar la historia utilizando a Michel de Certeau, Historia y psicoanálisis. Entre la ciencia y la ficción, México, Universidad Iberoamericana/Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, 1995,
"El sentimiento que el hombre soporta más difícilmente es la compasión, sobre todo cuando la merece. El odio es un tónico, hace vivir, inspira la venganza; pero la compasión mata, debilita todavía más nuestra flaqueza. Es el mal hecho embelesador, es el desprecio en la ternura o la ternura en la ofensa.".
Honoré de Balzac, La piel de zapa, Ed. Alianza, p. 383.
“Amo tus pies porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron” Neruda
"Creo que la naturaleza une a las culturas del mundo. Un árbol tiene raíces en el suelo y ramas que rozan el cielo, y nos recuerda que para prosperar tenemos que saber de dónde venimos" Wangari Maathai
«El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética».
Iván ilich
Las Naciones políticas, la economía política, los Estados siguen siendo hoy las unidades reales que actúan como fundamentos de las infraestructuras de la globalización. Y, cuando una sociedad política pretende quitar importancia a su condición de tal, fingiendo estar hablando en nombre de la Humanidad, es porque o bien está tratando (si es una gran Potencia) de disimular proyectos de hegemonía, o bien porque está aceptando, sin advertirlo demasiado, un proceso de subordinación y aun de disolución de su realidad, no ya en la Humanidad, sino en el seno de otras sociedades políticas más potentes.
Los peligros del «humanismo de la izquierda híbrida» como ideología política del presente
Gustavo Bueno
“Except for the field organizers of strikes, who were pretty tough monkeys and devoted, most of the so-called Communists I met were middle-class, middle-aged people playing a game of dreams. I remember a woman in easy circumstances saying to another even more affluent: ‘After the revolution even we will have more, won’t we, dear?’ Then there was another lover of proletarians who used to raise hell with Sunday picknickers on her property.
"I guess the trouble was that we didn’t have any self-admitted proletarians. Everyone was a temporarily embarrassed capitalist. Maybe the Communists so closely questioned by the investigation committees were a danger to America, but the ones I knew—at least they claimed to be Communists—couldn’t have disrupted a Sunday-school picnic. Besides they were too busy fighting among themselves.”
America & Americans, John Steinbeck
Parafraseando:
"El socialismo nunca caló en América porque el trabajador no se ve a sí mismo como un proletario explotado, sino como un millonario temporalmente avergonzado".
Por muy expertos en saciedad que nos creamos, continuaremos
siendo la caricatura de nuestro precursor Jerjes. ¿No fue él quien
prometió en edicto una recompensa a quien inventara una voluptuosidad nueva? —Ese fue el gesto más moderno de la antigüedad.
Syllogismes de l’amertume
Cioran
No he visto en Rusia nada más grandioso e impresionante que la tumba de Tolstoi. Ese augusto monumento, venerable centro de peregrinación de las generaciones futuras, queda desplazado y solo, sombreado en el bosque. Un sendero estrecho, que discurre sin aparente plan entre claros y maleza, conduce a este túmulo, que no es otra cosa que un pequeño rectángulo amontonado de tierra, que nadie vigila ni ampara, a la sombra única de unos pocos grandes árboles. Y esos árboles descollantes, mecidos suavemente por el viento del temprano otoño, fueron plantados por el mismo León Tolstoi, según me refiere su nieta. Su hermano Nicolás y él habían oído, cuando niños, de boca de alguna ama o aldeana, la antigua conseja de que allí donde se plantan árboles se constituye un lugar de felicidad. Y por eso, jugando, habían hincado por las buenas en la tierra unos cuantos renuevos en determinados lugares y no habían tardado en olvidar este juego de niños. Sólo al cabo de mucho tiempo se acordó Tolstoi de aquella anécdota infantil y del extraño augurio de felicidad, que se presentó de repente al hombre fatigado de la vida como provisto de un significado nuevo y más bello. E inmediatamente expresó su deseo de ser enterrado bajo aquellos árboles plantados por él mismo.
Se cumplió puntualmente esta voluntad de Tolstoi, y aquel lugar pasó a ser la tumba más bella, impresionante y triunfal del mundo. Un pequeño túmulo rectangular en medio del bosque, recubierto de flores –nulla crux, nulla corona–, sin cruz, ni lápida, ni inscripción, y ni siquiera el nombre: “Tolstoi”. El gran hombre está enterrado en el anonimato; el que sufría como ninguno bajo el peso de su nombre y fama, enterrado como cualquier vagabundo hallado por casualidad. A nadie se impide el acceso a su último lugar de descanso; la débil cerca que lo rodea no está cerrada: nada protege el descanso de León Tolstoi sino el respeto de los hombres, que, en otros casos, se complacen en turbar con su curiosidad las tumbas de los grandes. Pero aquí justamente la irrefutable sencillez proscribe la desatada curiosidad e impone hablar en voz baja. El viento susurra en los árboles que cobijan la tumba del anónimo; el sol juguetea sobre ella; la nieve pone en invierno su tierna nota de blancor sobre la tierra oscura, y se podría transitar por aquí, verano e invierno, sin advertir que ese pequeño rectángulo prominente acogió en su seno la parte terrena de uno de los hombres más poderosos de nuestro mundo. Mas precisamente ese anonimato conmueve más que todos los mármoles y pompas posibles: de los centenares de personas de hoy, este día excepcional, ha atraído hacia su rincón de descanso, ninguno ha tenido el atrevimiento de tomar como recuerdo ni una sola flor del oscuro túmulo. Nada de este mundo resulta más monumental –eso se experimenta de continuo– que la suprema sencillez. Ni la cripta de Napoleón bajo los mármoles de los Inválidos, ni el sepulcro de Goethe en la tumba principesca de Weimar, ni el sarcófago de Shakespeare en la abadía de Westminster impresionan a su vista una y otra vez las fibras más humanas del hombre como esa conmovedora tumba anónima perdida en el bosque, con su solemne silencio, en la que sólo susurra el viento y que está desprovista de todo aviso y palabra.
Stefan Zweig, El mundo de ayer.