Cuando todo aquel humo se disipó vi cómo Foley estaba tendido en el suelo forcejeando con una de esas horripilantes bestias. No me lo pensé ni un momento, la quité de encima de Harri y le asesté varios machetazos en el costado. Eso fue lo mismo que hice con la otra cabra que agonizaba a escasos metros.
- ¡Abbiatti rápido!, ¡Foley necesita atención médica! -Fue lo primero que grité cuando acabé esa escena y acto seguido me dirigí uno por uno al resto de mis compañeros.
Todos estaban bien, incluso el soldado yankee, todos excepto Foley con serias heridas en la cara y Smoki que ni siquiera estaba. Una sensación de soledad me recorrió por un instante. Smoki estaba girado de la azotea, Abbiatti siempre le decía que parecía que se había dado un golpe de pequeño, pero fuera lo que fuese nunca le habíamos considerado raro, sólo era nuestro amigo especial, el que siempre nos hacía sonreir incluso en los peores momentos, el que nos daba ánimos cuando todo parecía perdido... y ahora... de repente... no estaba.
Smoki había desaparecido, yo estoy seguro de que no había muerto, ni mucho menos, la mala hierba nunca muere, y menos él, hasta daría por hecho que estaría buscando algo de tabaco entre las desvencijadas casas de nuestro alrededor, pero eso era improbable, él siempre nos avisaba cuando se separaba del grupo. Ahora tenía que ser yo el nuevo Smoki, el tipo que tenía que dar ánimos a los demás, pero pensando antes de actuar, aunque también sabía que no iba a ser por mucho tiempo, sino por el rato que nos costara encontrarle.
Me giré hacia el sargento, su mirada estaba perdida, sus ojos parecían desencajados, pensaba que por primera vez mis fuerzas superaban a las del sargento de hierro, la cara del hombre heroico que conocíamos parecía de barro, estaba rota, con una mueca de terror que me espeluznaba. Sin más dilación me acerqué a él y le enganché de la solapa de la chaqueta, me miró con complicidad:
- Señor, hemos perdido a Smoker, no parece que se encuentre por la manzana, pero no puede estar muy lejos, ayudeme a encontrarle. -
Así mismo me dirigí a Abbiatti:
- Josh, ¿crees que Foley y el soldado yankee podrán caminar? Tenemos que encontrar al tuercas, no puede estar muy lejos. Hemos de estar juntos por si esos tipejos osan a venir de nuevo. -.
Esperando la respuesta de Joseph Abbiatti, iba colocandome el equipo en su sitio, recargando el Enfield y la Beretta, todo dispuesto por mi parte para continuar. Los Bullfrog seguían croando.