Definitivamente no.
Siempre ha habido música que se ha movido fuera del circuito mainstream con aspiraciones menos prosaicas y siempre ha existido música destinada a liderar los billboards con fórmulas pegadizas que iban siguiendo las tendencias del momento. No hay tanta diferencia entre Night Fever de los Bee Gees, Lady de Kenny Rogers o Si antes te hubiera conocido de Karol G: canciones bailables y/o románticas que podrán ser más o menos chabacanas pero con temáticas, melodías y cadencias muy vendibles.
Lo que si es cierto es que la música de guitarras ya no tiene cabida en las listas (al menos en el momento actual). La influencia y el éxito de la música urbana de origen estadounidense y la música latina con mucha presencia de teclados/sintetizadores y percusión se ha comido por completo a las bandas de rock y pop convencionales.
Puede que sea algo ajeno a nuestros gustos y es hasta posible que miremos al pasado con el filtro engañoso de la nostalgia o algún tipo de prejuicio sobre un supuesto presente podrido que corrompe los valores del pasado, pero lo cierto es que los Beatles, Bowie, Mötley Crüe o Marilyn Manson eran escandalosos para los adultos de sus generaciones de la misma forma que escuchar a Bad Gyal hablando de su toto, la ropa de Dior o de los porros que se fuma le puede parecer escandaloso a alguien de nuestra edad.
¿Es buena música? Bueno, el valor de la música es relativo, creo que es muy difícil desvincular estas valoraciones de la percepción del oyente. A mi el deep house me parece un poco turra, se que no lo voy a valorar en su justa medida, pero me flipa Brodequin, que hacen un tipo de música que otra persona no afín al género podría definir como puro ruido y me parece bien.
Personalmente ( supongo que por la edad o mi forma de pensar) la temática de la fiesta perpetua, el baile, la ropa y los coches caros es algo que no me atrae en absoluto y puede que me parezca superficial pero tampoco nos engañemos: no creo que Brodequin, cuya temática es describir de manera visceral las torturas de la inquisición, sean la quintaesencia del existencialismo y los manifiestos ideológicos. No hay que confundirse y pensar que la gente tiene la cabeza hueca por escuchar música con letras superfluas.
Tampoco hay que pensar que la música es peor por ser sencilla. La música no se mide por el virtuosismo, si no por cumplir su propósito. Puede ser música muy sencilla pero trasmitir un mensaje poderoso, tener una atmósfera apabullante, tener un ritmo efectivo y eléctrico o una simple melodía que se te pega al cerebro y todo ello son respuestas válidas para valorar la calidad de lo que se escucha aunque no haya detrás unos instrumentistas sobresalientes.