La reforma del sistema energético que prepara el Gobierno ha sacado a la luz grandes miserias, absurdos e incongruencias del mercado eléctrico español. Éstas son las cosas más surrealistas.
1) Esto es el España-Malta
Malta es un país europeo situado en el centro del Mediterráneo. Muchos españoles no saben dónde está. Sólo lo conocen por el histórico partido España-Malta de clasificación para la Eurocopa celebrado en 1983, en el que España clavó 12 goles, frente a 1 del rival. En electricidad, sin embargo, España y Malta parece que van empate. Se dice que ambos países, junto con Chipre, tienen los precios más altos de electricidad de Europa, según datos de Eurostat.
En una situación así, es difícil entender por qué en España el gran problema está en el denominado déficit de tarifa: el agujero que se crea porque las tarifas están por debajo de los costes. Unos culpan a las subvenciones a las renovables de sobrecargar los costes, otros a las subvenciones al carbón, otros a los supuestos beneficios extra que tienen las eléctricas
Lo peor no es que todos se tiren los trastos a la cabeza, sino la confusión que se crea con tanto ruido. Ya no se sabe de qué lado ponerse. Haciendo un alarde de conocimientos geográficos, algunos se han puesto a jalear que ¡España tiene los precios eléctricos más caros de Europa continental!.
El problema es que las estadísticas de Eurostat no incluyen impuestos. Y resulta que, en algunos países, los impuestos son más elevados que en España, porque es en la fiscalidad, y no en el coste de la energía, donde se cargan algunas subvenciones como las de las renovables.
2) ¿Qué mata más? ¿El recibo de la luz o el tabaco?
A las asociaciones de usuarios, y a los políticos, se les llena la boca con el argumento de que la luz está cara, para justificar que no suba. Y a juzgar por las estadísticas, eso puede parecer cierto en comparación con los precios de otros países europeos. Sin embargo, se da la paradoja de que el gasto medio que supone el recibo de la luz en la cesta de la compra de los españoles es más reducido que otras partidas, como por ejemplo el gasto en telefonía (un 1,2% frente a un 1,4%). Una familia media se gasta aproximadamente al día 1,7 euros en luz, bastante menos que los cuatro euros que ya cuesta un paquete de tabaco rubio. ¿De verdad es tan dañino el precio de la luz?
3) El camarote de los Marx
En el sistema eléctrico español pasa como en la famosa escena de los Hermanos Marx en la película Una noche en la Ópera. Ya no cabe ni un alfiler. Con el boom económico, igual que se han construido casas, aeropuertos, autovías, etcétera, de sobra, también se han construido infraestructuras energéticas que, ahora, con la crisis, y la caída de la demanda, no tienen cabida. Literalmente, unas y otras se dan codazos por entrar en el camarote. Sobre todo, se han construido muchos megavatios de energías renovables, y muchas infraestructuras de gas. Todos tienen que convivir con centrales que, como las de carbón, no se cierran porque si no 5.000 mineros se irían a la calle. Según cálculos de Red Eléctrica, con la capacidad de generación eléctrica existente en España en estos momentos, no haría falta construir ni un megavatio más hasta, por lo menos, 2016. Aún así, las renovables quieren seguir construyendo megavatios subvencionados. En gas pasa lo mismo. Las infraestructuras ahora están al 40% de su capacidad.
4) Vuelva Vd. mañana ¡pero sólo con la mitad de la factura!
El sector energético en España ha conseguido dejar como un cuento de niños el famoso artículo Vuelva Vd. mañana, en el que Mariano José de Larra criticaba ácidamente la burocracia y pereza administrativa. Para reclamar una factura eléctrica en España hay que acudir a dos sitios distintos. Literalmente, hay que partir la factura en dos, e ir a reclamar a un juzgado con una mitad (la de los costes de la energía) y a los servicios de protección del usuario de las Comunidades Autónomas con la otra mitad (la parte de los peajes).
5) Los usuarios ladran pero no muerden
Es cierto que para los usuarios es difícil reclamar a una eléctrica. Otras cosas, sin embargo, son más fáciles. Por ejemplo, cambiarse de compañía. Sin embargo, no lo hacen. El 90% de los contratos de luz sigue con el comercializador que pertenece al mismo grupo empresarial que el que tiene la distribución en esa zona. Es decir, están con la compañía de toda la vida.
6) ¿España es masoquista?
Solo desde un punto de vista metafísico se entiende que mientras los españoles estén intentando solucionar un problema en un sitio, estén creando justo el mismo problema en otro. El gran problema que quiere solucionar el Gobierno con la reforma eléctrica es el denominado déficit de tarifa (desfase entre lo que cuesta la electricidad, y lo que las eléctricas cobran por el servicio). En más de 10 años se ha generado un agujero de más de 21.000 millones. Pero mientras todo el foco está ahí, resulta que el sistema gasístico está generando el mismo problema. En 2011 ya acumuló más de 200 millones de desfase. Si este cáncer sigue, en 2016 ya tendrá un déficit de 2.479 millones, dice la Comisión de Energía.
A pesar del desconocimiento generalizado que en España supone el funcionamiento del sector eléctrico, resulta curioso que, de 477 respuestas que recibió la Comisión de Energía en su consulta pública para elaborar un informe de medidas a tomar en el sector eléctrico, 200 eran de particulares. Algunas eran tan curiosas como la que proponía nacionalizar todas las empresas.
7) Y tú que quieres ser de mayor: ¿minero o ecologista?
La realidad energética en España se ve de distinta manera si se vive (pongamos por caso) en la cuenca minera asturleonesa, o se es (también pongamos por caso) miembro de Greenpeace (ver nota 1). Mineros y ecologistas son hoy en día como el día y la noche. Lo más curioso es que, por decisiones políticas, se ha intentado hacerles convivir dentro del sistema eléctrico, con todas las incongruencias que eso conlleva. Durante el periodo 2005-2010 España dedicó 18.500 millones de euros en subvenciones a las energías renovables, bajo la bandera ecológica de la sostenibilidad del medio ambiente y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono.
Y es cierto que, en ese periodo, las emisiones de CO2 se redujeron en la generación eléctrica en 116 millones de toneladas, de los que 71 millones corresponden al impacto directo de las energías renovables. Ahora bien, la paradoja es que con la normativa de 2009, de apoyo al carbón nacional, que está suponiendo más de 400 millones de euros en subvenciones para quemar carbón español en las centrales eléctricas, se ha neutralizado la mitad de las reducciones conseguidas por las energías renovables. España supone en la actualidad un 1% de las emisiones de CO2 mundiales. Mientras España es más ecologista que nadie, las emisiones mundiales han crecido en un 15% en este mismo periodo.
(nota 1) En este artículo, el término ecologista se usa en su versión actual, es decir, la de aquella persona que lucha contra el cambio climático y apoya a las energías renovables, entre otras cosas, y no en su versión de hace unos años. Cuando empezaron a ponerse las primeras instalaciones eólicas, gran parte del ecologismo nacional renegaba de los molinillos porque tenían un gran impacto medioambiental en los montes, y porque con el movimiento de sus aspas (palas)mataban centenares de aves protegidas.
8) ¿Quién me ha robado mi queso?
Todos los agentes del sector saben que la reforma energética que prepara el Gobierno supondrá recortes. Nadie quiere perder su queso. Se acusan mutuamente de ser los más comilones. Las notas de prensa de los últimos días lanzadas por unos y por otros son una muestra inmejorable de hasta qué punto son posturas irreconciliables.
La patronal de las empresas termosolares acusa al informe de la Comisión de Energía de haber asumido las tesis de Unesa, la patronal de las grandes eléctricas. Protermosolar dice que no puede señalarse a las centrales termosolares como la causa del déficit tarifario cuando no había una sola central termosolar en funcionamiento en la fecha de inicio del mismo, y además, no puede reclamarse a quien no ha sido causante del problema (las centrales termosolares) que asuman, casi en solitario, gran parte de su solución.
Unesa, por su parte, dice que la CNE, en temas de reducción de subvenciones a las renovables solo plantea medidas cosméticas y en concreto, comenta que las tecnologías termosolares, una de las grandes dificultades para la solución del problema, sean las menos afectadas por las propuestas. ¿Quién dice la verdad?
Quizás el problema es que todos entienden que el queso es suyo y deberían empezar a pensar que nadie tiene el monopolio de los lácteos.
9) Yo soy el problema, y también la solución
España ha tenido, a lo largo de su historia, el envidiable don de crear políticos capaces de aportar soluciones ¡a problemas que ellos mismos generaron! Los hay de todos los colores, tanto del PP, como del PSOE. El PP se arroga ahora la capacidad de acometer una legislatura reformista, en todo tipo de asuntos, entre ellos, la energía. Uno de los problemas que dice que va a solucionar es el déficit de tarifa, un concepto que fue el propio PP el que inventó cuando gobernaba España en el año 2000. Ahí empezaron a descuadrarse las cuentas del sistema eléctrico.
El PP lo permitió normativamente para evitar subir la luz. El PSOE le puede echar en cara esto al PP. Ahora bien, más le vale callarse. Parte de los costes del sistema eléctrico son los pagos que se siguen haciendo a las eléctricas en compensación por la moratoria nuclear decretada en 1983 por Felipe González, ahora miembro del consejo de administración de una eléctrica, y defensor público de la energía nuclear.
10) Un pan como unas tortas
A mediados de 2009, el Gobierno (entonces del PSOE), alardeó de que daba un importantísimo paso en la liberalización del sector. Se presuponía que a partir de ahí, el mercado iba a entrar en una vorágine de ofertas para los consumidores. Se van a cumplir casi tres años, y el resultado es escaso. En los registros de la Comisión de Energía hay inscritos 204 comercializadores de electricidad, pero de éstos, solo 105 están activos. Y de éstos, solo una decena tienen distintas ofertas para los consumidores domésticos.
Aunque parezca una idiotez, el mayor problema para la competencia en el sector eléctrico es la propia electricidad. La electricidad es un producto indiferenciado, la proporcione quien la proporcione. La única baza para hacer ofertas es competir en precio (algo difícil porque no hay márgenes suficientes), o con servicios añadidos o diferenciados (algo complejo para los grupos eléctricos, que tendrían que abordar una profunda reconversión comercial). Al final, todo es un poco como la pescadilla que se muerde la cola. No hay margen para hacer ofertas, hay pocas ofertas; no hay ofertas, hay poco cambio de suministrador; hay poco cambio de suministrador, hay menos ofertas; etc, etc.
De los 27 millones de contratos que existen en España, la CNE calcula que en 2010 se alcanzó un 7% de switching, es decir, de cambio de compañía. Ahora bien, en el caso de contratos domésticos, esa tasa es de apenas el 6,7%. Y de este porcentaje, dos tercios es un switching realizado desde el comercializador que tenía la compañía propietaria de las redes en esa zona, al nuevo comercializador de esa compañía para operar en libre mercado.
Y no os preocupéis, que hace poco falsearon un informe nuevo en el que se alegaba que la luz estaba por debajo de lo que valía, y en Abril nos la suben de nuevo. Seguid sin abrir la boca, mejor que se queje otro por vosotros, es más cómodo.