En Francia, 51 hombres van a juicio por un caso de violación con drogas
Se acusa a un hombre de drogar a su esposa y luego invitar a decenas de hombres a violarla durante casi una década. Los interrogantes que plantea el caso han conmocionado al país.
https://www.nytimes.com/es/2024/09/02/espanol/mundo/francia-violacion-drogas-juicio.html
Ella llevaba años perdiendo pelo y peso. Había empezado a olvidar días enteros y a veces parecía estar en trances oníricos. Sus hijos y amigos temían que tuviera alzhéimer.
Pero a finales de 2020, tras ser citada en una comisaría del sur de Francia, se enteró de una historia mucho más estremecedora.
Dominique Pelicot, su marido desde hace 50 años, había estado mezclando somníferos con su comida y bebida para dormirla profundamente, dijo la policía, y luego violarla. Dijo que había introducido a decenas de hombres en su casa para grabarlos mientras la violaban, en un abuso que duró casi una década.
A partir de sus fotografías, videos y mensajes en línea, la policía pasó los dos años siguientes identificando y acusando a los demás sospechosos.
El lunes, 51 hombres, entre ellos Pelicot, fueron a juicio en Aviñón, en un caso que ha conmocionado a Francia y ha puesto de relieve el uso de drogas para cometer abusos sexuales y la cultura general en la que pueden producirse estos delitos.
Los acusados representan un caleidoscopio de la sociedad francesa de clase media y trabajadora: camioneros, soldados, carpinteros y obreros, un guardia de prisiones, un enfermero, un experto en informática que trabaja para un banco, un periodista local. Sus edades oscilan entre los 26 y los 74 años. Muchos tienen hijos y están en alguna relación.
A la mayoría se les acusa de haber violado a la mujer una vez. A unos cuantos se les acusa de volver hasta seis veces para violarla.
La víctima, que se ha divorciado de su marido y ha cambiado de apellido desde su detención, tiene ahora más de 70 años.
Desde su detención, Pelicot, de 71 años, “siempre se ha declarado culpable”, dijo Béatrice Zavarro, su abogada. “No impugna en absoluto su papel”.
Otros acusados han negado los cargos de violación, algunos argumentando que tenían el permiso del marido y pensaron que eso era suficiente, mientras que otros afirmaron que creían que la víctima había aceptado ser drogada.
Cuando la policía mostró a la víctima algunas de las fotografías que, según dicen, su marido había clasificado y guardado cuidadosamente, ella se mostró profundamente conmocionada. Ella y su marido llevaban juntos desde los 18 años. Ella lo había descrito a la policía como una persona cariñosa y considerada.
No recordaba haber sido violada, ni por él ni por los otros hombres, solo a uno de los cuales reconoció, según dijo a la policía, como un vecino del pueblo.
La primera vez que será testigo consciente de las violaciones, según su abogado Antoine Camus, será en el juzgado cuando se presenten como prueba las grabaciones de video.
El juicio se celebra en un momento de gran escrutinio de la gestión de los delitos sexuales en el país. La violación se define en la legislación francesa como un “acto de penetración sexual” cometido “mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa”. Varias legisladoras feministas quieren modificar esa redacción para decir explícitamente que el sexo sin consentimiento es violación, que el consentimiento puede retirarse en cualquier momento y que no puede existir consentimiento si la agresión sexual se comete “abusando de un estado que impide el juicio del otro”.
“En Francia hay una especie de ingenuidad sobre el tema de los depredadores, una especie de negación”, dijo Sandrine Josso, legisladora que dirigió una comisión parlamentaria sobre lo que en Francia se conoce como “sumisión química”: drogar a alguien con mala intención. Josso puso en marcha la comisión después de ser víctima de una sumisión química el año pasado. Se está investigando a un senador acusado de introducir éxtasis en su champán.
Josso espera que el juicio de Aviñón llame la atención sobre el uso de drogas para aprovecharse de las mujeres, y también arroje luz sobre el amplio perfil de los depredadores. “Podrían ser tus vecinos, sin caer en la paranoia”, dijo.
Pelicot parecía el típico vecino. Era electricista de formación, empresario y ciclista ávido. Su única hija, la de en medio, Caroline Darian, su pseudónimo, lo describió como un padre cálido y presente en un libro publicado en 2022 sobre el caso, Y dejé de llamarte papá. Intentó convertir su trauma familiar en acción, formando una asociación sin ánimo de lucro, “No me pongas a dormir”, para dar a conocer los peligros de los delitos facilitados por las drogas.
Su padre, escribió, era quien la llevaba al colegio, la recogía tarde de las fiestas, la animaba y consolaba. Su madre era el sostén estable de la familia, trabajaba como gerente en una empresa del área de París desde hacía 20 años.
Mas links de otros medios:
Parece increíble que pasen cosas así, es de cuento de terror.
Destacar sobre todo que se descubre todo el percal porque al marido lo denuncian varias mujeres por grabarlas en un supermercado. A raíz de esa investigación la policía acaba descubriendo lo otro.
¿Hasta qué punto llega la deshumanización de estas personas que son capaces de participar en un acto así? desde gente joven hasta gente mayor.
Hay que estar muy enfermo para disfrutar con algo así durante 10 años y poder dormir por las noches.
Dan ganas de bajarse del mundo.