Yo nunca me he roto ningún hueso pero de pequeño con cinco años me caí a un pozo en Holanda, mi padre era camionero internacional y me solía llevar de viaje, una vez en un polígono mientras descargaba me di una vuelta y aparte la típica valla opaca fosforescente y nada más apartar la valla
caí a un pozo de unos tres metros, decir que la valla no estaba para señalar el pozo literalmente estaba siendo usada de tapa, se descolgó mi padre con algunos trabajadores cogiéndose de los tobillos, yo en la caída no me hice daño, no me di con las paredes y en el fondo no había nada era solido sin más, me hice más daño al ser subido ahí si que raspe todo el cuerpo con los bordes. A veces me paro a pensar que llego a caer de cabeza o llega haber los míticos tubitos de hierro que se pone en el hormigón
y no lo cuento.
Otra vez de pequeño en el pueblo solía andar en bici sin mayor problema, un día volviendo a casa de noche me cruce con un sapo y por no pisarlo con la bici pegue un giro rápido y me metí de boca contra el mítico montón de gravilla, rompí las gafas y recibí tres puntos en la frente, nuevamente mucha suerte al no haberse colado ningún cristal de las gafas en el ojo.
En mi infancia tenía constantes sangrados de nariz por tener las venas muy finas, una vez empecé a sangrar sin gente alrededor y me quede inconsciente en medio de un paseo, me encontraron y me llevaron al hospital por suerte la hemorragia no me fue a mucho más.
Tenía la costumbre de tirarme en una cuesta muy grande por la carretera en monopatín que finalizaba si girabas para meterte en la acera en dos maceteros de cemento o bien contra unos coches aparcados, un día de la que bajaba en monopatín a toda velocidad subía un coche y por no ser atropellado gire contra la acera y me comí de frente el macetero, me torcí algunos dientes de leche y por suerte solo moratones.
En el pueblo robábamos las míticas botellas de coca cola del almacén del bar el cual era al aire libre pero custodiado por perros, normalmente en grupos de tres o cuatro unos llamaban la atención del perro por un lado y otros cogían los refrescos, una vez la distracción no fue como siempre y de la que salía escalando del almacén me mordió la pierna un perro y a duras penas logre soltarme más que el susto y el mordisco no paso a más.
Para el final dejo la más ridícula, me atragante con un mejillón y me hicieron la maniobra de Heimlich la cual no se si me salvo la vida, pero si que evito un susto mayor.