Un edificio pionero para mujeres LGTBI: “No queremos familias normativas; tampoco envejecer solas”
El grupo La Morada ha iniciado las obras de la primera cooperativa de vivienda de Barcelona que estará destinada al colectivo LGTBI y de la que saldrán 12 pisos de protección oficial
Un nuevo tipo de familia, que va más allá de la imagen hollywoodiense de madre, padre, dos niños y el perro.
Ese sueño tiene un nombre: La Morada, la cooperativa que han formado para construir un edificio de Viviendas de Protección Oficial (VPO) que serán ocupadas por mujeres, trans, lesbianas, no binarias y bisexuales. Todo empezó “jugando a soñar”, dice Míriam Solà, una de las impulsoras del proyecto. “Desde el colectivo LGTBI no encajamos en el amor romántico ni nos llama tanto la maternidad. No queremos familias normativas, pero tampoco envejecer solas”, añade.
Por eso, empezaron a imaginar un futuro en que las vecinas fueran su familia y en que el hogar fuera todo el edificio y no solo el piso que habitaran. Con esta idea, nació en 2018 el proyecto que acabó conformado por 16 mujeres que se conocieron en espacios activistas LGTBI
“No es para nada más económico”, reconoce Maria Berzosa, otra de las integrantes de la cooperativa. Un piso en La Morada oscila entre los 235.000 y los 240.000 euros (una entrada que va des de los 25.000 a los 30.000 euros y cuotas de 700 euros mensuales durante 25 años). El precio medio en Barcelona de un piso con las mismas características es de 239.000
“Nos hemos metido aquí porque no creemos en la especulación inmobiliaria ni en la propiedad privada, no porque sea más barato”, asegura Berzosa. Pero, a su vez, se lamenta de que solo las personas que tengan suficientes ahorros para abonar la entrada puedan acceder a este modelo de convivencia. “Sabemos que estamos dejando a mucha gente fuera. Por eso, reclamamos que la Administración lleve a cabo políticas valientes”, apuntan desde La Morada.
“Muchas de nosotras tendremos dificultades con las cuotas”, reconoce Solà, que apunta que, debido a la crisis económica derivada de la pandemia, la guerra y la inflación, el presupuesto que manejaban se ha incrementado hasta casi un 30%. “Al principio, se calcularon cuotas de 600 euros y ya han aumentado 100 euros. Cuando acabe la obra, si los materiales siguen siendo tan caros, pueden llegar a los 800 euros”, dice
Si alguna quiere tener hijos, puede tomar un módulo de una vecina a quien con una habitación le baste. “Esta es una de las cosas más revolucionarias, porque la arquitectura está muy pensada para familias normativas y a las que queremos hacer vidas que se salen de ese marco nos sobran habitaciones y nos faltan espacios comunes”, explica Solà.
La Morada irá sobrada de estos espacios comunes porque, además del patio y las pasarelas, tendrán una lavandería compartida, una azotea y diversas habitaciones, que se podrán destinar a invitados. Así mismo, el edificio contará con dos locales. Uno será para ellas y el otro lo alquilarán a algún negocio “sostenible y responsable”, que les permita cofinanciar los gastos y, además “aporte algo al resto de vecinas de la zona”, asegura Barrientos, quien está impaciente por ver su nuevo hogar terminado.
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