Casi la mitad de las viviendas compradas desde 2008 son de empresas con más de ocho inmuebles
Prácticamente la mitad de las viviendas que se dieron de alta en el catastro entre 2008 y 2020 pertenecían a personas jurídicas (empresas) que tenían a su nombre más de ocho inmuebles, según se desprende de un análisis de los datos de la dirección general del Catastro, dependiente del Ministerio de Hacienda y Función Pública. En concreto se trata de 1.707.654 inmuebles de uso residencial-vivienda de naturaleza urbana en los últimos 12 años, el 44,8% de todos los inmuebles dados de alta en esta categoría en ese tiempo.
Tras las grandes empresas, los pequeños tenedores (personas físicas que solo tienen a su nombre una o dos propiedades) son quienes se llevan la otra gran parte del pastel. El 43% de las altas registradas en el catastro en esos doce años fue de pequeños propietarios que cumplían con esas características, lo que en cifras brutas se tradujo en 1.647.369 viviendas de un total de 3.816.004 registradas entre 2008 y 2020.
La cifra de ocho viviendas es relevante, por ejemplo, porque las entidades dedicadas al arrendamiento disfrutan de un régimen especial en el impuesto sobre sociedades si poseen ese número de pisos. Siempre que sean personas jurídicas y que tengan ocho o más viviendas en alquiler, estas empresas pueden desgravarse que asciende al 85% de lo que tendrían que pagar por la renta obtenida. La exención asciende al 90% si arrendatario es discapacitado y se han realizado obras e instalaciones de adecuación. La futura Ley de Vivienda reducirá ese beneficio fiscal al 40%.
Los datos, por tanto, arrojan que estas empresas con más de ocho propiedades y los pequeños propietarios físicos estuvieron detrás de nueve de cada diez altas (87,8%) en esas fechas. El 12,2% restante corresponden a personas físicas con más de dos bienes (4,1%), a personas jurídicas con menos de ocho bienes (6,4%) y a otras entidades (1,7%).
El catastro es un registro administrativo en el que todos los propietarios de inmuebles urbanos, rústicos y especiales están obligador a inscribir sus bienes para que las administraciones públicas tengan conocimiento de ellos y puedan gravarlos con impuestos, el más conocido de todos el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).
El alta en el catastro es un trámite obligatorio para cualquier comprador de una vivienda que anteriormente no estuviera registrada en la base de datos de este organismo dependiente de Hacienda. Aunque no da cifras específicas en su estadística, una amplia mayoría de altas que se registran son de inmuebles de nueva construcción que no constaban antes, si bien los datos también incluyen viviendas ya registradas que han sido objeto de grandes reformas, ampliaciones o rehabilitaciones, por lo que no todo es atribuible a viviendas que entran al mercado.
El estallido de la 'burbuja' invirtió los papeles
La gran crisis de 2008 tuvo un enorme impacto en el sector de la vivienda en todo el mundo y en especial en España, un golpe que tuvo su eco en los datos del catastro. En 2008 las altas acumuladas en este registro sumaban 776.879, una cifra que cayó en picado los años siguientes hasta tocar suelo con apenas 119.768 en 2017. Aunque desde entonces los datos reflejan una leve recuperación, nunca se han llegado a ver niveles como los de 2008.
Altas catastrales de vivienda urbana
Altas catastrales de vivienda urbana (II)
El estallido de la crisis no solo paró en seco la construcción de vivienda, sino que alteró el reparto del mercado entre pequeños propietarios y grandes empresas. En 2008 el 52% de las altas procedían de empresas con más de ocho propiedades frente al 37% de personas físicas con menos de dos inmuebles a su nombre.
Los años siguientes, las grandes firmas fueron perdiendo fuelle hasta ceder su puesto dominante en el mercado en 2012 y tocar suelo en 2015. Ese último año fue en el que menos altas notificadas por parte de esas personas jurídicas se registraron de toda la serie: apenas una de cada cinco, frente al 63,4% de los pequeños propietarios. Desde entonces los grandes tenedores empresas han ido recuperando importancia hasta alcanzar el 37,8% en 2020, eso sí, todavía lejos del 49,1% de cuota las personas físicas con menos de dos inmuebles a su nombre.
Desde que hay datos el mercado de la vivienda nueva ha estado protagonizado prácticamente por dos únicos actores: el pequeño particular y la empresa multipropietaria. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008 frenó en seco la entrada de vivienda nueva y cambió las posiciones de un mercado que hasta la crisis habían dominado las empresas con varios inmuebles ya en su haber. Tras la debacle, el pequeño comprador llegó a aportar entonces una de cada seis altas registradas por el catastro, eso sí, de un mercado incomparablemente más pequeño que en los buenos tiempos del boom inmobiliario.
Pues quizás si haya un problema con el hecho de que las empresas se estén haciendo con tanta vivienda para hacer negocio de ello.