#676 Sucede que el psicoanálisis sí se autodenomina como científico, al contrario de lo que dices. Yo sí he leído psicoanálisis, en concreto mi última lectura al respecto es la de "La negación de la muerte" de Ernest Becker, el cual es un libro súper interesante y que va bastante más allá de lo que fueron Freud, Jung, Adler...
Pero cuando lees este tipo de bibliografía, de lo primero que te das cuenta, es de que tiene más similitudes con la filosofía (y no precisamente con la rigurosa), que con la ciencia. El psicoanálisis trata de explicar las cosas de una manera especulativa y no controlada: a cada observación la precede una interpretación, que seguidamente viene continuada por una acción por parte del terapeuta para tratar de aminorar o resolver los síntomas del supuesto problema en cuestión. El método de todo este proceso es... básicamente, nulo. Cada psicoanalista define su sistema y trata de cuadrar todo dentro de dicho sistema, sin proveer un marco de falsación que permita a un investigador tercero validar o falsar sus hipótesis.
Siendo así, el psicoanálisis como tal, es una pseudociencia. Yo soy de los (extremadamente pocos) que dicen que se puede aprovechar algo de él en el sentido de que da ideas, de que puede dar lugar a cierta creatividad que luego puede ser útil en la psicología clínica y científica, pero que de por sí, es infértil. Y es que verás, el psicoanálisis ha sido analizado (ba dum tss) muchas veces, tratando de ver cómo de eficaz es tratar a un paciente bajo ese prisma, y lo que se ha descubierto es lo siguiente: funciona sólo cuando se practica durante mucho tiempo, y no de manera sustancialmente superior a placebo. Las escuelas conductuales y cognitivo-conductuales son más efectivas y eficientes en términos de dinero gastado por parte del paciente. Incluso la logoterapia de Viktor Frankl ha demostrado ser más efectiva.
Cito la conclusión de este paper para que veas qué es lo que se suele pensar del psicoanálisis a día de hoy:
Our aim should be to assist the movement of psychoanalysis toward science. In order to ensure a future for psychoanalysis and psychoanalytic therapies within psychiatry, psychoanalytic practitioners must change their attitude in the direction of a more systematic outlook. This attitude shift would be characterized by several components: a) The evidence base of psychoanalysis should be strengthened by adopting additional data-gathering methods that are now widely available in biological and social science. New evidence may assist psychoanalysts in resolving theoretical differences, a feat which the current database of predominantly anecdotal clinical accounts have not been capable of achieving. b) The logic of psychoanalytic discourse would need to change from its overdependence on rhetoric and global constructs to using specific constructs that allow for cumulative data-gathering. c) Flaws in psychoanalytic scientific reasoning, such as failures to consider alternative accounts for observations (beyond that favored by the author), should be overcome and in particular, the issue of genetic and social influence should be approached with increased sophistication. d) The isolation of psychoanalysis should be replaced by active collaboration with other mental health disciplines. Instead of fearing that fields adjacent to psychoanalysis might destroy the unique insights offered by clinical work, we need to embrace the rapidly evolving 'knowledge chain' focused at different levels of the study of brain-behavior relationship, which, as Kandel (7,79) points out, may be the only route to the preservation of the hard won insights of psychoanalysis.