Es un hilo francamente interesante de un forero al que siempre me paro a leer, te felicito. Los argumentos son sólidos y apelan epistemológicamente a un sistema en el que encajan bastante bien. ¡Y no hablamos de un sistema cualquiera!, hablamos de nuestro sistema, lo que tenemos para conocer mejor el minúsculo volumen que ocupamos en tres dimensiones de lo que se antoja un Universo incognoscible: la técnica, la ciencia.
De todos modos, a mí siempre me gusta recordar la historia de la gallina y el granjero: una gallina que nació en una granja, despertándose cada día con la salida del Sol, recibiendo la visita del granjero puntualmente cada mediodía, que limpiaba la zona y se llevaba los huevos dejando agua y comida; y durmiéndose cuando caía el sol. No había conocido otra cosa. Vivió un año, dos, tres. Una mañana, al mediodía, el granjero entró. Como siempre. Ese día llevaba algo brillante en la mano (un hacha), le cortó la cabeza y la gallina se murió.
Las demostraciones, en este caso la demostración de la existencia de Dios, ocurren en los mundos de la matemática y en el de la lógica. Partimos de la base de que nuestra capacidad de demostrar emana de nuestra capacidad de conocer, y, acogiéndome a Kant, no podemos conocer nada que no provenga de nuestros sentidos, sólo podemos conocer el fenómeno, aquello que podemos percibir con los sentidos o deducir (a priori) cuando la lógica concreta lleva a poder hacerlo. El noúmeno enriquece pero no permite conocer: ergo fuera de nuestra experiencia sensible no podemos conocer nada, pues, además, el pensamiento no es sencillamente la percepción del objeto, sino que el cerebro animal lo interpreta y nos ensambla el conocimiento. Si hemos conocido el color rojo es porque hemos podido verlo, y partiendo de ello hemos podido conocer y saber que es el espectro electromagnético y descubrir que el rojo es un color con una longitud de onda de 645 a 700 nanómetros; pero un acromatópsico jamás podrá llegar a imaginarse lo que es el rojo. Nunca.
Pero nuestro conocimiento está limitado justamente por nuestras capacidades cerebrales, sea en la percepción primaria o en su posterior desarrollo, y yo nunca he descartado la posibilidad de que el Homo sapiens sapiens intentando comprender el Universo sea como una hormiga intentando comprender lo que es Internet. Después, en el campo de la lógica, tenemos unas claras limitaciones semánticas que muchas veces llevan a simpáticos debates que no son más que batallas semánticas y duelos de acepciones.
Primero habría que definir exactamente qué es Dios, claro, pues cada religión le da este o aquel enfoque y el Dios a nuestra imagen y semejanza que se enfada si te haces una pajilla quizá sea más tendente a ser negado que un Dios más omnisciente con un comportamiento que escapa a cualquier intento de ser comprendido. En cualquier caso, a Dios no se le puede ni se le podrá demostrar nunca mediante la lógica, sólo se puede mostrar. ¿Cómo? Entremezclando argumentos científicos con otros argumentos metafísicos y apelando en último término a la fe. Para ello hay opciones muy variopintas, desde la famosa Primera Vía de Santo Tomás de Aquino (Dios como primer motor del Universo, en duda desde que la mecánica cuántica ha postulado que quizá la nada pueda crear materia, ver veremos) hasta donde quieras llegar (ejemplos hay cientos). Porque es eso: fe, y es la vía por la que hay que ir si se quiere entender a Dios. Cuando crees en Dios hay que aceptar que estás dando un salto de fe, estás utilizando la fe y la creencia para superar esa brecha y llegar "al otro lado". ¿Quizá su utilidad sea justamente colocarte ahí, pues al final, la felicidad y el bienestar que otorga es el fin último? No lo sé. Como decía Kierkegaard, "tener la verdad no es estar en la verdad", y apelando de nuevo al danés del pelazo, convertirse en el caballero de la fe (el que deposita una completa fe en sí mismo en Dios pudiendo actuar libremente frente al mundo) puede tener algo de trascendente de alguna manera metafísica... sólo si tienes fe.
¿La fe no es válida como fuente de conocimiento? Pues quizá no. Pero funciona en tu cabeza, (lo cuál para un solipsista puede ser suficiente como primer paso para salir de su yo); funciona para ti, tú tienes fe y crees... y eso basta. Es tu verdad. Hablaba Hume de no aceptar un absoluto nunca, pues nuestra experiencia es limitada y siempre hay margen de error. Lo que conocemos es en base a una experiencia limitada y a unos sentidos limitados; realmente, todo el saber de toda la historia de la humanidad emana de una gota de agua sobre un portaobjetos de laboratorio, cuando ahí afuera hay océanos enteros por descubrir y explorar.
El mundo de la mecánica cuántica quizá sea la gran promesa ahora mismo. Parece que abrirá muchísimas puertas, generará miles de nuevas preguntas y sin duda es algo fascinante, da incluso un poco de pena saber que no vamos a vivir para ver los grandes avances, pues esto va despacio. Yo soy de ciencias pero mi campo apenas toca la física, estudio física cuántica casi por hobby, porque me fascina. Hace poco leí por ejemplo que parecía haber un límite en la capacidad de computar el Universo: parece ser que teniendo en cuenta la velocidad de la luz, la cantidad de tiempo necesario para mover un paquete de información a través de la longitud de Planck y el aumento de entropía del Universo, hay un límite que ronda los 10120 bits de información, y que el ordenador cuántico más potente imaginable no sería capaz de computar nada superior a esa cifra en toda la cantidad de tiempo que ha transcurrido hasta ahora desde el Big Bang.
Como corolario, decir que yo no sé exactamente lo que soy, pero sí me hago una idea. He estado en la fase de ser creyente, en la de ser ateo, la de ser agnóstico, la de agnosticismo teísta y la de empaparme de leer a los existencialistas, desde el señor de tu avatar a Kierkegaard pasando por Sartre o Heidegger. Yo sé que creo, que creo en algo de una forma que no soy capaz de explicar. Y no me crea angustia (aunque sí ralladas puntuales) ni es miedo a la muerte, pues para mi desgracia ya he estado más cerca de ella de lo que me gustaría y además he vivido mis años siendo ateo... más bien me motiva a seguir leyendo y formándome, tratando de entender algo que tengo la ferviente creencia de que jamás vamos a entender (a menos que la vía del transhumanismo avance hasta límites insospechados, dentro de varios milenios, quién sabe). Y esta opinión de nuevo es fe. Porque todos hacemos pequeños actos de fe en nuestro día a día, unos activos y otros pasivos. Creer en Dios es otro acto de fe, uno más, y es curioso que se rechace más que otros más cotidianos a pesar de que el beneficio que puede traer el primero puede ser mucho mayor que el de los segundos.
Tengo la ferviente convicción de que la vida es algo a lo que dota de sentido uno mismo (ya decía Camus que la vida y su aparente carencia de significado supremo no es para desolarse sino para regocijarse, pues cada uno se moldea su propio porvenir). La única norma que arrastro conmigo es la de respetar los proyectos vitales, tanto materiales como espirituales (esta última palabra daría para otro debate, uf) de todo el mundo siempre que estos no pisoteen los del prójimo.
Y más allá de cualquier batalla dialéctica, con las limitaciones humanas antes expuestas, todos tenemos posibilidades de acertar con nuestra creencia, por loca que sea. Si no en este Universo, en otro paralelo. Si te gusta el código moral cristiano, sus valores, y tienes la fe necesaria... ¿por qué no creer? Repito: en último término, sigues teniendo un indeterminado % de posibilidades de que tus ideas sean las verdaderas, y no tenemos que olvidar esto, a pesar de que a priori parezca que el ateo está más cerca de acertar. Yo sólo pido que se respete al que quiera vivir de otra manera.
Yo creo que sí, que yo soy cristiano. Pero un poco a mí manera y con un rechazo considerable a muchos elementos de la Iglesia Católica. Carezco de la capacidad de explicarlo como no soy capaz de explicar tantas cosas, y no trataría de demostrar a Dios mediante la lógica o la matemática. Tampoco soy positivista, como podrás imaginar. Y, creo que es pertinente: con un profundo respeto a todo el que tenga otra opinión, faltaría más, y por supuesto (soy de ciencias y me dedico a ello, así que no puede ser de otra manera) sin negar la ciencia como un motor fundamental del desarrollo de la vida humana. Cada uno labra su camino, yo he elegido el mío y mientras no nos pisemos las pirulas al andar, let it be.
También habrá que ver en qué deriva una sociedad post-Dios. Si has leído a Erich Fromm en "el miedo a la libertad" tienes un buen precedente de ello, pues la evidencia apunta a que el ser humano que celebra la libertad de es incapaz de soportar la libertad para y eso deriva en tribalismos de toda clase, casi parece que está en nuestro ADN (¿lo estará en cierto modo?). El nazismo emergió en parte de esa incertidumbre y angustia colectiva; y creo que muchos de los movimientos postmodernistas que vemos a día de hoy emergen también de ello (salvando las distancias, claro): el movimiento feminista, el repunte de los nacionalismos, colectivos organizados en base a su orientación sexual, radicalización política pasiva y radicalización política activa (hay marxistas que llevan el Manifiesto como si fuera la nueva Biblia, predicando más y con mayor fanatismo del que llegué a ver en mi abuela, ferviente católica que en paz descanse). Pero esto de la sociedad post-Dios también es otro tema, y como seguro has leído a Hegel y a Nietzsche sabes por donde va el asunto (yo a Hegel lo tengo pendiente más allá de nociones básicas sobre la dialéctica, a ver si algún día saco tiempo...).
Nada que objetar a tu hilo, la exposición es brillante y tienes mi más sincero respeto (ya lo tenías de antes, me caes de puta madre desde hace años). Hay alguna cosilla por ahí que te refutaría, pero tengo que seguir con lo mío. De hecho te pediría que no me respondieses a este post porque sería el enésimo debate donde al final acabaríamos exponiéndonos mutuamente argumentos posibles y finalmente paradojas irresolubles que no llevarían a gran cosa. Esto simplemente es mi opinión y ni quiero ser profeta ni vender humo sosteniéndola sobre las matemáticas cuando no es posible, al menos a día de hoy. Mi opinión, repito, se sostiene sobre la fe. Ni vendo humo, ni apelo a métodos que no casan. Todos hacemos actos de fe y este es el mío, supongo... o uno de ellos.
¡Un saludo!