Estamos trabajando el doble que los campesinos de la Edad Media
Iñaki Berazaluce
El trabajador español del siglo XXI que cumple su horario, si es que existe tal ejemplar, disfruta de 22 días de vacaciones al año, gracias a una de las legislaciones más “generosas” del mundo. Una semana menos que nuestros vecinos franceses pero quince días más que los chinos, mexicanos y japoneses, los trabajadores que tienen menos vacaciones pagadas del mundo.
Si sumamos a estos 22 días los fines de semana, fiestas de guardar y puentes diversos, estamos trabajando algo más de 222 días al año, unas 1.780 horas, sin contar las horas extra. En comparación, un trabajador de la Edad Media no dedicaba más de 140 o 150 días al año a trabajar, y empleaba el resto del tiempo en descansar… y celebrar. A partir de los relatos de la época, los historiadores concluyen que un campesino español en la Alta Edad Media podía disfrutar de cinco meses de vacaciones. En aquellos tiempos el 75% de los trabajadores se dedicaban a las tareas del campo, ahora menos del 3% en sociedades post industriales.
Si tenemos la sensación de que ahora disfrutamos de mucho más ocio que “antes” es porque es verdad… dependiendo de dónde situemos ese “antes”. Desde la llegada de la Revolución Industrial es indudable que la cantidad de horas trabajadas ha ido descendiendo drásticamente, desde las 70 horas semanales que curraba un trabajador industrial en EE.UU. o Europa en 1840 a las 40 horas que laboraba un siglo después, a partir de 1940. España fue el primer país europeo en adoptar la jornada laboral de 8 horas, en 1919, a raíz de una huelga en La Canadiense, en Barcelona.
Los sindicatos y partidos que exigieron la jornada de 40 horas a principios del siglo XX no estaban pidiendo un imposible, sino un retorno a lo que se consideraba normal durante siglos y que sólo la irrupción del capitalismo convirtió en excepcional. Según el economista Juliet Shor, durante períodos de altos salarios, como en el siglo XIV inglés, los campesinos no necesitaban trabajar más de 150 días al año. Bien es cierto que con esa labor se mantenían en un estado próximo a la subsistencia, pero ¿para qué necesitaba más? Tampoco había demasiadas opciones para consumir.
La Iglesia, preocupada por las posibles rebeliones del pueblo, impulsó numerosas vacaciones obligatorias: “Las bodas y nacimientos suponían una semana de vacaciones (para todo el pueblo), regadas con abundante cerveza, además de juglares y eventos deportivos. El domingo era día libre, claro, y una vez la cosecha había acabado el campesino tenía todo el tiempo de descanso hasta la siguiente cosecha”.
“La economía pre-capitalista estaba inscrita en los ritmos de una sociedad predominantemente agraria, modesta y humilde, desconocedora de la abundancia material y tecnológica de la que disfrutamos en la actualidad, pero rica al parecer en tiempo libre”, escribe Luis B. en Agencia Tigris. “Se estima que la media de tiempo libre en el Reino Unido, Francia y España era de aproximadamente 100 días, 180 y 150 respectivamente”.
Ojo, que con esta comparación no estamos sugiriendo un retorno a los “felices tiempos de la Edad Media”. Ya sabemos que la vida en el pasado era, en esencia, una mierda pinchada en un palo. Pero lo cierto es que en aquellas vidas “desagradables, brutales y breves” (Hobbes dixit) disfrutaban mucho más del ocio que nosotros, los felices habitantes del “futuro”.
Fuente: https://blogs.publico.es/strambotic/2018/05/campesinos-de-la-edad-media/
Para los que repiten como loros la mentira de que gracias al capitalismo vivimos mejor que nunca.