Si te cuento mi día de ayer... flipas.
Todo va perfecto, parecía un día normal, me levanté agradablemente, me vine a trabajar, y aquí empezó el gafe. A 20 minutos de salir, tengo que hacer una reserva para un examen. Con las prisas, me equivoco al coger unas documentaciones y reservo el examen incorrecto. Cuando me doy cuenta es tarde, llamo a la compañía examinadora y no le devuelven el dinero al candidato hasta dentro de 10 días. Intento contactar con el pero en 40 minutos no soy capaz. En este momento ya llevaba 30 mins de más en el trabajo. Me voy a casa, cabreadísimo, porque lo del cliente del examen a quedado como una chapuza y encima he salido tarde. Voy a la gasolinera, antes de echar gasolina, decido mirar las ruedas, porque notaba la moto un poco rara. Tengo la presión de delante atrás, y la presión de atrás delante, se habían equivocado al cambiarme la rueda el otro día, normal que notara rara la moto. Mientras estoy comprobando la presión, me doy cuenta que la rueda de delante tampoco gira libremente, cuando un mecánico amigo de mi tio me reparó el freno, lo había hecho mal. Entro hipercabreado en la gasolinera, pido 7€ de Super95 y con el mosqueo pensando en llamar a mi tio me monto en la moto y me voy.
Sin echar gasolina. En este punto ya voy por la autopista gritandome a mi mismo ¡GILIPOLLAS! en cuanto vi que me había pirado y no había echado la gasolina. Cambio de sentido, primera salida, cambio de sentido de nuevo, vuelvo a la gasolinera. Mi cabreometro había reventado hace un rato ya. Entre risas, los dependientes se gritan el uno al otro: "chaval, ábrele la 4 "al rápido" (yo), que ya ha vuelto a por la gasolina!". Salgo de la gasolinera, con un cabreo monumental, pero con la gasolina por fin, y del puro ímpetu de mi encabronamiento, le voy dando un poco de caña a la moto. Llegando ya a casa, salgo fuertecito de una rotonda (fuertecito es a 40, nada de kamikazismos) y abriendo gas, y en el sentido contrario viene un autobús. Un autobús al cual una puta gorda morsa hija de la gran puta en un golf blanco, decide adelantar sin mirar si venía yo y saltándose la línea continua. Meto un frenazo que me chirrían hasta los dientes y la grito todos los improperios que se me ocurren mientras ella intenta esquivar el autobus, delante del cual se había quedado atravesada. Y ya para rematar, llego a casa, y me dice mi padre que hay spaghettis con atún, como la semana pasada. Y diréis, ¿que gilipollez no?, PUES NO, me habían tocado mucho los huevos, así que le digo que:
"-¿Otra vez? ¿Porqué no los haces carbonara??
-La semana pasada los comimos carbonara
-No.
-Si.
-Vale papa, vale..."