Situémonos: 1915, península de Anatolia (actual Turquía y centro neurálgico del antiguo imperio otomano), armenios y turcos, cristianos y musulmanes, expansionistas y...
Visto lo visto, guerra al canto. ¡Pero no! mejor un genocidio, que los otomanos son muy bastos y mola más. Comencemos por el principio:
Siglo XIX. Los armenios cada vez reclamaban más derechos y esto traía de cabeza a los gobernantes otomanos. Pero no solo a los gobernantes, el pueblo también empezaba a “odiar” a los malvados cristianos armenios.
“TURQUÍA PARA LOS TURCOS” “RECUPERAR LA GLORIA PASADA”. Eso es lo que promovía el gobierno, un movimiento puramente nacionalista buscando la gloria pasada. Nuevas políticas educativas, propagandísticas…
A la par que ocurría esto, el mismo imperio cada vez perdía más terreno y poder en Europa (conflictos con los griegos, búlgaros y demás), el declive imperial era evidente. Pero no solo había problemas territoriales de política exterior, también se tambaleaba el gobierno de los sultanes (“golpes de estado”, revueltas…). Llegados a este punto los otomanos decidieron centrarse en controlar Asia Menor, y ahí estaban los armenios, los malditos armenios, esos cristianos que no hacían más que pedir derechos y libertades.
Llegados a éste punto, los otomanos querían unir a todos los turcos dispersos en Asia en una sola nación, y para eso tenían que invadir el Cáucaso. Aquí estalló la guerra contra Rusia, en la que la población armenia apoyó a Rusia. Turquía acabo perdiendo y odiando aún más a los armenios.
En este momento, en 1915, los turcos decidieron culpar, arrestar, desarmar y explotar a numerosos armenios que vivían en el imperio. Comienzan las persecuciones, torturas y asesinatos contra algunos intelectuales armenios. Se aprueba una política para arrestar y “exiliar y deportar” a todos los armenios de Imperio.
Pero no era una deportación al uso, si no que se les hacía dar vueltas (caminando, ni tren ni leches, a andar) y tenerles de aquí para allá. Con esto conseguían que los más débiles murieran (viejos y niños), y si no, se les cargaban y fin de la historia. Se formaron “escuadrones de la muerte”, se empezó a golpear y asesinar a grupos enteros, se invitaba a la población a que les matasen o robasen, se generalizaron las violaciones y torturas, etc.
Aquí no había cámaras de gas, tan solo largas caminatas y asesinatos al aire libre.
En 1914 se cifraba la población armenia en zonas del imperio otomano en unos 3 ó 4 millones de habitantes. Tres años después, en torno a la mitad había muerto y otros tantos huyeron. Se calcula que 6 de cada 10 armenios perdieron la vida en éste “conflicto”, y que murieron más o menos millón y medio de armenios (recordemos, de 3 ó 4 que eran). En 1917, tan solo quedaban 150.000 armenios en el posesiones turcas.
Hoy, casi un siglo después, Turquía no reconoce el genocidio y sigue enfrentada con los armenios.
Pero eh, que los turcos no son los únicos que no reconocen el genocidios, también Israel niega que haya existido tal genocidio. Increíble, la hipocresía en todos su esplendor. No es que no lo reconozca porque no haya existido, si no porque si lo reconociera los turcos romperían todas las relaciones con ellos.
En verde los que lo reconocen, en un color más clarito los que lo hacen a medias, sin color los que no se han pronunciado o directamente no lo reconocen.
En este punto se encuentran otros muchos países, como podéis ver en el mapa de arriba. El motivo es muy simple: si se reconoce el genocidio, Turquía se enfada y no respira.
Y luego algunos querían a estos salvajes en Europa, que no contentos con hacer lo que hicieron, se niegan a aceptarlo y siguen en sus 13: los armenios son el diablo.