Mira, para que veas algunas de las perlitas de este "gran" país. Todo extraído del libro de Howard Zinn (Otra historia de los Estados Unidos):
Entonces, el día 12 de octubre, un marinero llamado Rodrigo vio la luna de la madrugada brillando en unas arenas blancas y dio la señal de alarma. Eran las islas Antillas, en el Caribe. Se suponía que el primer hombre que viera tierra tenía que obtener una pensión vitalicia de 10 000 maravedís, pero Rodrigo nunca la recibió. Colón dijo que él había visto una luz la noche anterior y fue él quien recibió la recompensa.
Cuando llegó Colón había unos 75 millones de personas ampliamente repartidas por la enorme masa terrestre de las Américas, 25 de los cuales estaban en América del Norte.
El informe de Colón a la Corte de Madrid era extravagante.
«Hispaniola es un milagro. Montañas y colinas, llanuras y pasturas, son tan fértiles como hermosas… los puertos naturales son increíblemente buenos y hay muchos ríos anchos, la mayoría de los cuales contienen oro… Hay muchas especias, y nueve grandes minas de oro y otros metales».
Concluyó su informe con una petición de ayuda a Sus Majestades, y ofreció que, a cambio, en su siguiente viaje, les traería «cuanto oro necesitasen… y cuantos esclavos pidiesen».
Colón escribió más adelante. «En el nombre de la Santa Trinidad, continuemos enviando todos los esclavos que se puedan vender».
En la provincia de Cicao, en Haití, donde él y sus hombres imaginaban la existencia de enormes yacimientos de oro, ordenaron que todos los mayores de catorce años recogieran cierta cantidad de oro cada tres meses. Cuando se la traían, les daban un colgante de cobre para que lo llevaran al cuello. A los indígenas que encontraban sin colgante de cobre, les cortaban las manos y se desangraban hasta la muerte.
Los indígenas tenían una tarea imposible. El único oro que había en la zona era el polvo acumulado en los riachuelos. Así que huyeron, siendo cazados por perros y asesinados.
Los arawaks intentaron reunir un ejército de resistencia, pero se enfrentaban a españoles que tenían armadura, mosquetes, espadas y caballos. Cuando los españoles hacían prisioneros, los ahorcaban o los quemaban en la hoguera. Entre los arawaks empezaron los suicidios en masa con veneno de yuca. Mataban a los niños para que no cayeran en manos de los españoles. En dos años la mitad de los 250 000 indígenas de Haití habían muerto por asesinato, mutilación o suicidio.
Cuando se hizo patente que no quedaba oro, a los indígenas se los llevaban como esclavos a las grandes haciendas que después se conocerían como «encomiendas». Se les hacía trabajar a un ritmo infernal, y morían a millares.
El control total conllevó una crueldad igualmente total. Los españoles «no se lo pensaban dos veces antes de apuñalarlos a docenas y cortarles para probar el afilado de sus espadas». Bartolomé de Las Casas explica cómo «dos de estos supuestos cristianos se encontraron un día con dos chicos indígenas, cada uno con un loro, les quitaron los loros y para su mayor disfrute, cortaron las cabezas a los chicos».
Lo que hizo Colón con los arawaks de las Islas Antillas, Cortés lo hizo con los aztecas de México, Pizarro con los incas del Perú y los colonos ingleses de Virginia y Massachusetts con los indios powhatanos y pequotes.
Y termino con otra frase del libro:
Y en un mundo de conflictos, en un mundo de víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser —como sugirió Albert Camus— no situarse en el bando de los verdugos.
Este gran país... Vergüenza me da tener que reconocer que mis antepasados eran unos asesinos, ladrones y violadores. Los flojos se escudarán en que era la mentalidad de la época, pero ya en aquella época todo el mundo tenía claro lo que era el bien y el mal. Y si ya encima tenemos en cuenta que la religión era la católica y el primer pecado capital es matar, pues se te acaban las excusas...