La historia de este nuestro gran país está plagada de hombres de armas que entregaron su vida para engrandecer a la patria (total, para lo que hemos quedado, pero bueno). Este es el caso del protagonista de este hilo, Manuel Fernández Silvestre, osease, este señor:
Lo más seguro es que no hayáis oído su nombre en vuestra puta vida. No se le suele nombrar en los libros de historia, ni tiene ningún monumento como otros grandes héroes de su altura. De hecho, las pocas veces que se le menciona es para relacionarlo con uno de los mayores ridículos del ejército español, el desastre de Annual. Pero no os dejéis llevar por lo que dicen por ahí de este figura.
El General Silvestre nació en 1871 en Cuba (la Cuba española). A los 17 años deja la isla e ingresa en la Academia Militar de Toledo para luego pasar a la Academia de Caballería y graduarse como segundo teniente de caballería. Una vez sale de la Academia se le destina a su Cuba natal en 1895 para combatir a los rebeldes cubanos. Es allí donde empezará a forjarse su leyenda.
El 8 de mayo de 1896, durante unas cargas de su escuadrón contra los mambises y tras causarle 28 bajas al enemigo, Silvestre recibie cinco heridas de bala y se cargan a su caballo. No contentos con esto, los mambises lo cogen ya medio moñeco, lo atan a un árbol y le cosen a puñaladas en 11 ocasiones desangrándolo como a un cochinillo hasta darlo por muerto. Evidentemente, algo así es suficiente para matar a cualquiera, pero estamos hablando de un fenómeno de la naturaleza. Efectivamente, sobrevive y, como premio por su esfuerzo y dedicación, se le conceden ni más ni menos que 4 mesecitos de baja por enfermedad para disfrutar de la península.
Tras el sustillo, regresa a Cuba como nuevo. Poco después de su incorporación, el 2 diciembre de ese mismo, año recibe un balazo que le roza la frente y que casi lo mata. Días después, entre el 13 y el 14 de diciembre, se cargan a su caballo hasta en tres ocasiones saliendo él ileso.
Un par de años después, el 11 de enero 1898 y tras ser ascendido a capitán en el 87, recibe 5 balazos y trece machetazos en cabeza tronco y extremidades durante unas cargas contra los cubanos. Una vez más, Silvestre escapa de la muerte, aunque con un brazo prácticamente inutilizado.
En 1898 se le destina en la península hasta 1904. Este tiempo en la metrópoli le da la oportunidad de casarse y copular. Sin embargo, el pobre desgraciado no dejaría de ver a la muerte de cerca, ya que en 1907 pierde a su mujer quedándose viudo a los 36 años. Cabe destacar, que su hijo moriría en luchando por el bando nacional durante la Guerra Civil en 1937. Desgraciadamente, no heredó la flor en culo que tenía su padre
Tras más de una década de servicio en Marruecos, se le encarga a Silvestre, ya como General de división, tomar el control efectivo del Rif español en 1920. Silvestre desaparece en combate durante desastre de Annual en 1921, en el que mueren 11 mil miembros del ejército español. Lo curioso es que, aunque se le da por muerto, su cuerpo nunca apareció. Algunos supervivientes llegaron a escuchar las últimas palabras que este guerrero inmortal pronunció justo antes de desaparecer entre el caos: “Huid, huid, soldaditos, que viene el coco”. Desde luego una sentencia digna del genio militar que fue.
Algunas malas lenguas afirman que sobrevivió y, ante la vergüenza de lo sucedido en Annual, volvió a la península haciéndose llamar Antonio Resines. Pero eso ya es otra historia...