El mejor análisis de estas elecciones europeas lo escribió el poeta irlandés William Butler Yeats hace un siglo: “El centro no resiste (…) Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad”. Entre los verdes prados, Yeats debió tener una visión profética del rostro circunspecto de Macron y el exaltado de Alvise el domingo noche.
El Parlamento europeo se ha llenado de radicales, pero las familias políticas de la extrema derecha son las más desestructuradas. Son los partidos más cristianos, pero, no paran de separarse y arrejuntarse.
Y es que es difícil crear algo estable con quien sólo te une el odio. A los inmigrantes, izquierdistas, feministas, ecologistas, independentistas y cosmopolitas. Sin duda, la derecha populista ha captado el espíritu pesimista que reina entre los jóvenes. No es un temor infundado. Condenados a vivir peor que sus padres, muchos han abandonado las banderas postmateriales (medioambiente, derechos civiles y libertades democráticas) que ondearon sus progenitores, y se centran en las cosas del comer y el lugar donde vivir. Y la ultraderecha les da una caverna donde el eco de sus quejas reverbera… en la oquedad.
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Sembrando rencor social, los extremistas han cosechado éxito electoral. Pero ¿podrán sostener su tirón con sus magras propuestas? Lo más sólido que ofrecen a los jóvenes es la indulgencia: la culpa es de los políticos, no sacrifiquéis vuestro estilo de vida, no dejéis el coche por la bici ni el bistec por el tofu. Atrás han quedado sus promesas concretas. Primero, los referéndums para salir de la UE. Ya no estamos bajo el influjo de las ensoñaciones de independencia nacional de Nigel Farage o Boris Johnson. Tras el fiasco del Brexit, ¿quién se atreve a defender que dejar la Unión es sensato? Y, segundo, los cierres de las fronteras a cal y canto. Ya no estamos en la crisis de refugiados de 2015, sino en un contexto opuesto. Tras los informes económicos que reclaman hasta 50 millones de migrantes antes de 2050 para compensar la caída poblacional que sufre Europa, ¿quién quiere echar el cerrojo a las puertas?
La derecha populista sólo vende toxicidad. Y los datos apuntan a que no trae soluciones, sino que empeora los problemas. Si los populistas te gobiernan, tu PIB crece menos; es decir, los “decrecentistas” son ellos. Y tus servicios públicos se deterioran.
Hoy ganan, pero no convencen. Y un día perderán, porque la sabiduría de la mayoría es lenta, pero siempre emerge en democracia. Saldremos de las cuevas. @VictorLapuente
https://elpais.com/opinion/2024-06-11/el-poeta-y-alvise.html