Lo he estado buscando por aquí y por multitud de foros y al ver que no había ningún post sobre esto, me he decidido a crearlo yo.
Cada día se proclaman miles de maldiciones acerca de lo mal encaminada que va la juventud, pero realmente, ¿cuántos se preguntan la causa? Si bien es cierto que el mal uso de Internet y la temprana adecuación de la tecnología tienen su buena parte de culpa, ¿qué es lo que pasa realmente? ¿Cual es el trasfondo real?
La falta de ejemplos en la vida
Sí, señores, durante siglos el hombre ha tenido la darwiniana costumbre de tratar de seguir los pasos de su predecesor, o mejor: de aquel al que consideran que ha alcanzado el éxito en la vida. ¿Pero qué pasa cuando estos ejemplos existen, o practicamente son patéticos? Y sabéis muy bien de qué ejemplos os hablo: las estrellas del pop internacionales (véase Justin Bieber, Nicki Minaj y un largo etc...), las twitstar, los iconos de la prensa rosa, los super DJ´S internacionales, y en gran parte LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales han jugado un papel catastrófico en la degeneración del joven contemporáneo. ¿Por qué? Porque los imbéciles tienen la oportunidad de juntarse como ovejas en un rebaño y así imitarse los unos a los otros. Así es, amigos, si soy imbécil y no me doy cuenta, ¿por qué voy a molestarme en cambiarlo o por lo menos disimularlo si veo que cada día hay trillones como yo? Lo empezaría ver como algo normal, incluso algo necesario para encajar en la sociedad actual.
El ser humano siempre ha tenido la necesidad de pertenecer a un grupo, de sentir que forma parte de algo. Aunque sea la mayor gilipollez del mundo, de algo. ¿Y qué es lo que ocurre ahora? ¡QUE LOS IDIOTAS ESTÁN A LA VISTA DE TODOS! Y eso es nefasto, realmente nefasto: ahora pasan desapercibidos, son invisibles a ojos de cualquiera que no tenga una pizca de raciocino. Por eso cada día vemos miles de fotos de niñatos/as con SWAG en el Instagram, escuchamos millares de canciones demigrantes de pseudoraperos que se creen que viven en los boroughs marginales de Nueva York cuando en realidad, al asomar la cabeza por la ventana, ven la piscina de su lujosa urbanización. Y por esa misma razón tenemos que tragar cada día con música de mierda, noticias como la de que el libro de Belen Esteban es éxito en ventas, y toda esa escoria social de Telecirco que maneja las masas borreguiles.
La idiotez ha pasado de ser algo vergonzoso a algo normal y perfectamente comprensible. Ya no es una tragedia, ahora es un movimiento.
Antes se admiraban a actores como Robert De Niro y Humphrey Bogart; ahora los Mario Casas son los que se llevan los méritos del gran público. Grandes obras maestras como Taxi Driver o Érase una vez en América caen en el olvido para ser sustituidas por "Proyect X" o "Crepúsculo". Grupos y cantantes como Iron Maiden, Pink Floyd, Tears for Fears o Johnny Cash son sólo escuchados por los carcamales, mientras otros grandes grupos y autores como Trust o DJ Premier caen en el olvido aplastados por los singles de Kiko Rivera, Juan Magan, Macklemore (rap para gente a la que no le gusta el rap) y las panchitadas de turno. ¿Y los libros? Sin contar los bestsellers de turno y los cuatro que mandan las escuelas, la gente no toca los libros ni en puntura. El mercado cultural actual es una putísima mierda que está absorviendo nuestra sociedad.
Cada joven quiere creerse diferente al resto, original, especial, lo que no sabe es que es completamente igual al rebaño. Un ladrillo más en la pared, como dijo Pink Floyd.
También es un tema de educación: ¿qué educación va a tener un chaval que ronda los 15-20 años que su único objetivo es memorizarse un texto para plasmarlo en una examen y luego olvidarse a la semana siguiente? Los profesores no motivan a progresar, no motivan a pensar por nosotros mismos. El pescado está vendido: la sociedad que están creando es un mercado masificado que el gobierno puede moldear a su forma. La incultura cada vez más creciente es un problema del que muchos no son consciente, pero como pasa con el cáncer, el desconocimiento del problema no implica su inexistencia. Lo único que nos puede quedar son nuestros padres (por fortuna yo me considero un caso de estos), pero sólo hay que echar un vistazo por la calle para ver que a muchos ni les ha servido esto.
Y estos, estos son los ejemplos que recibimos. En parte entiendo que una persona que no ha conocido otra cosa en su vida que la que les dan mascada no tenga otro remedio que unirse al movimiento. Si la juventud carece de buenos ejemplos, ¿cómo va a poder guiarse hacia el futuro? Es como un coche sin ruedas: se queda estancado, no puede ir a ningún sitio.
Y esto es, señores, el gran problema: cuando se promueve la mediocridad como forma de triunfar, no estamos orientados a pensar en grande.