Hemos hablado de Belisario pero hoy os voy a traer la bibiografía del emperador que consiguio la máxima expansión del Imperio Bizantino , autentico culpable de la época dorada del Imperio Bizantino , Justiniano I.
Justino I ya había intentado con sus inclinaciones hacia la religión predominante en occidente, amistarse con la parte occidental de Europa, primero religiosamente, para luego dar el gran salto político. El porqué de esta decisión es sencillo. La caída de la Roma occidental no era aún lejana y era difícil de asimilar para cualquiera que se llamase emperador, por tanto, buscar recuperar dichos territorios fue algo latente en la mente de Justiniano I. Este emperador sería tan grande para Bizancio como lo fue Constantino o Teodosio siglos antes. Gracias al historiador Procopio, su coetáneo, se sabe bastante acerca de su vida. Resulta que Justiniano se había casado con Teodora, la citada actriz de circo, formando un matrimonio bastante feliz y que se apoyó en todo momento. Además, según el historiador, algunos detalles acerca de la vida personal de los monarcas, es algo controversial, pues además de actriz, algún tiempo Teodora había sido prostituta, e inclusive ya convertida en emperatriz, habría creado algunas casas y refugios para proteger a meretrices. Quizá en lo que la pareja nunca encontró coincidencia fue en el aspecto religioso. Mientras que Justiniano se impulsaba por occidente y el catolicismo romano, la emperatriz lo hacía por Siria, Egipto y los territorios monofisitas.
Pero ahora debemos hablar de varios asuntos importantes: la religión y la política exterior. Empecemos con el asunto religioso. Como ferviente católico romano que era, decidió promulgar ciertas leyes estrictas que limitaban el culto de judíos, arrianos y hasta paganos. Tan fanático era, que llegó a cerrar la Academia Ateniense (fundada por Platón en el 387 a.n.e.) por miedo a expandir las costumbres paganas en el 529. De todas maneras, desde tiempos de Constantino, los estudiosos de aquella casa de estudios, eran sólo un prospecto de lo que habían sido en la antigüedad, y el aporte científico y cultural sólo se basaba en mantener el pasado. Era la primera de sus reformas que rompían con el pasado griego, romano e imperial en general. Los judíos sobre todo, fueron reprimidos, obligados a no usar el hebreo y algunas sinagogas fueron ultrajadas siendo transformadas en iglesias. No fueron los únicos, pues samaritanos, maniqueos y monofisitas fueron en cierta medida perseguidos, aplicándoseles la expulsión y en ocasiones la muerte.
Otro punto importante fue el denominado Codex Justinianus o Código Justiano. Gracias a Triboniano, un hombre experto en Derecho, el emperador desempolvó el viejo sistema y en el año 529 estableció 4632 leyes nuevas en doce tomos. Luego se publicaron 50 tomos de opiniones legales, y más tarde hasta se preparó un texto de derecho. Todo el conjunto de leyes sirvió para restablecer la lealtad al emperador, creando un régimen y estado autocrático como él lo quería. Entre algunas reformas podemos notar que las más severas se inclinan hacia el lado religioso, como aquellas que prohibían a los judíos tener esclavos cristianos, la pena de muerte por sacrificar dioses paganos, etc.
De todas maneras había algunos referidos al ámbito civil, por ejemplo aquella ley que no necesariamente daba a los niños como propiedad absoluta de sus progenitores; las viudas llegaron a tener más derechos, entre otros puntos. El Codex Justinianus fue la base del Derecho en toda la Edad Media, y su influencia en occidente es considerable; se escribió en latín, el idioma oficial de la corte. Entre otros asuntos del ámbito político podemos mencionar la eliminación del consulado. Si bien desde que Augusto gobernó ostentado el poder siglos atrás, nunca había eliminado este cargo. Los dos cónsules tenían labores menores al del emperador por supuesto, y eran viejos elementos decorativos sobrevivientes de la república. Justiniano terminó con esta práctica en el 541, después de 1050 años de existencia.
Así entonces debemos volver a introducirnos en un tema bastante engorroso pero que siempre envolvió la política bizantina: la religión. Mientras Justiniano continuó con su política de represión hacia los disidentes políticos, convocó el Segundo Concilio de Constantinopla en el año 553 (entre mayo y junio). Allí se encontraron el emperador, el Papa y el Patriarca de Constantinopla. Básicamente se confirmaron las posiciones de los concilios anteriores, como la doctrina de la Santa Trinidad, la divinidad de Jesús y se condenaron algunos escritos. Por otra parte estableció normas en la administración eclesiástica, fundo iglesias, lugares y estableció límites para las donaciones. Además sus códigos hablan acerca de la elección y los derechos que tienen los cargos eclesiásticos, desde abades a obispos.
En las calles de la ciudad mientras tanto, los Azules y Verdes continuaban sus mismas luchas de siempre. El emperador se colocó del lado de los primeros debido a que defendían el catolicismo romano. Un día, enero del 532, en el hipódromo, los Verdes abuchearon al emperador y éste les ordenó callarse. Sin embargo no se mostró respeto por su figura y salieron a las calles a repartir destrucción y desorden gritando “Nika” (victoria), por lo cual este incidente se conoce como Insurrección Nika. No se sabe precisamente porque pero Justiniano se desvaneció tras esto y permaneció encerrado en el palacio bastantes días. Pensó en embarcar las riquezas del imperio y marcharse de allí, pero Teodora se negó a ir con él pues prefería morir como emperatriz. Justiniano recurrió entonces a Belisario, quién con 3 mil soldados se lanzó a aplacar a los rebeldes en el hipódromo. Fue una carnicería que costó la vida de cerca de 30 mil personas, pero Justiniano se mantuvo en el poder. Es verdad, la ciudad se llevó la peor parte, pues muchos de sus centros urbanos fueron destruidos o incinerados. Algunos sobrinos de Anastasio que se habían adherido a la revuelta y posibles sucesores fueron asesinados. Además las facciones del hipódromo se terminaron. El emperador además encontró el pretexto para así poder reconstruir la urbe, mucho más gloriosa a como lo había hecho Constantino. Llamó a Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles, dos arquitectos reconocidos, los cuales modificaron la ciudad un tanto pero la hicieron renacer, mucho más hermosa que antes. Reconstruyó la iglesia de Santa Sofía, la cual destaca por sus hermosos mosaicos y cúpula dorada, siendo un símbolo de Constantinopla por siglos. Costó seis años y diez mil hombres trabajando a diario, empero el esfuerzo valió una pieza de la arquitectura que se mantiene en pie hasta hoy en día. Se dice que cuando se terminó el emperador mencionó: “Salomón, te he superado”. La arquitectura y el arte del mosaico fueron algo destacado en la era bizantina que se exportó a gran parte de Europa. La urbe en general sufrió toda una remodelación total, se ensancharon las calles, se crearon acueductos, se mejoró las alcantarillas, existían hospitales, hogares de caridad, colegios, iglesias, barrios bien delimitados, zonas de esparcimiento, entre otros. Empero, el error de Justiniano y sus sucesores, a diferencia de los emperadores de la Roma clásica, fue el haber concentrado el poder en una sola ciudad, haciendo al imperio muy centralizado. Esto hizo que a menudo que todos los territorios orientales se conviertan en sinónimo de Constantinopla rodeada de pequeños poblachos.
Pero a todo esto, sería la política exterior de Justiniano que lo haría un emperador oriental antológico. La primera premisa sería Recuperatio Imperii, es decir, la recuperación de los territorios occidentales. Para cuando Justiniano llegó al poder tenía toda Grecia, los Balcanes, lo que fue Macedonia, y los territorios limites por el Danubio. Además de toda Asia Menor con la península de Anatolia, la zona litoral de Medio oriente incluyendo Judea y zonas de la actual Palestina, así como Suez y Egipto. Antes que nada, si quería mirar al oeste, Justiniano se encargó de tener bien aseguradas sus espaldas. El imperio se hallaba en guerra con los persas ya casi unos 600 años y esto era perjudicial para los bizantinos, quienes casi siempre perdían en batallas a campo abierto. Pero en aquellos momentos donde era necesaria una victoria, siempre estaba el ya mencionado Belisario. Nacido en Tracia, con ascendencia eslava probablemente, se había enrolado en el ejército imperial y tuvo muchos éxitos a la hora de dirigir ataques sorpresivos contra los presas. Con 25 años ganó la importante Batalla de Dara en el norte de Mesopotamia en el año 530, venciendo a un ejército superior. Dos años después se firmó la paz con los persas y Belisario fue aclamado en Constantinopla.
Los primeros en ser sus víctimas fueron los del Reino vándalo, durando la campaña entre el 533 y 534 aprox. La capital de este reino se hallaba en la célebre Cartago. Belisario estaría al mando una vez más de las operaciones, recibiendo una flota de 500 naves con casi 15000 soldados y 15000 marineros, además de 5 mil caballos. Obviamente irían bien preparados y con suministros indispensables. A pesar de haber mandado una fuerza inferior a la de León I, la decisión de atacar a los vándalos fue sencillamente debido a la debilidad de este reino. Belisario no encontró mucha resistencia como era de suponerse y así vencieron en la batalla de Ad Decimun, y ocuparon Cartago dos días después. El general prohibió saqueos y todo tipo de represión en contra de la población civil.
Finalmente las últimas fuerzas de los vándalos fueron derrotados en la Batalla de Tricamerón, y el general Gelimer se entregó siendo llevado a Constantinopla. La provincia de África del norte en Túnez fue incorporada de nuevo al imperio. Además de la excelente dirección de Belisario en la campaña, los bizantinos le debían el triunfo a una nueva arma en la batalla, en esta ocasión de tipo humana: el catafracto, un jinete de élite cubierto totalmente por una armadura al igual que el caballo representando la base del ejército. Además eran también arqueros y portaban lanzas. Obviamente este modelo está bastante inspirados en la caballería de los partos que los persas de aquel entonces habían heredado.
La siguiente campaña fue en contra del reino ostrogodo entre los años 540 y 554. Obviamente se trataba de un reino más fuerte, y allí radica la explicación con respecto a la prolongada campaña. Allí gobernaba Teodato, quien tuvo que presenciar como Sicilia fue arrebatada por Belisario y Dalmacia por Ilírico Mundo. Al parecer un ejército considerado el doble del que invadió África, hizo lo suyo en Italia. Justiniano decidió no enviar muchos recursos y ningún refuerzo a Belisario pues temía que se tiña de gloria y opaque al emperador, además claro está, había otras fronteras que defender y los catafractos no podían desperdiciarse así como así. Belisario demostró estar a la altura de las circunstancias y luego de invadir Sicilia rápidamente saltó a Roma colocando un eficaz cerco y más tarde sitió la capital ostrogoda: Rávena. Luego ocupó Nápoles y derrotó a los bárbaros en varias batallas. Debido a las demoras de algunos sitios, Justiniano envía a Narsés, un asesor militar y político para Belisario. Por supuesto ambos no se llevaron para nada bien y a su regreso Narsés le dijo al emperador que al parecer los bárbaros querían rendirse a Belisario, mas no al emperador. Esto generó la discordia entre ambos amigos desde luego. Pero Belisario, llamado a Constantinopla no pactó con los enemigos ni tampoco hizo caso cuando se enteró que el emperador sí lo había hecho, ofreciéndoles el norte de Italia mientras él conservaría el sur. Rápidamente terminó lo que tenía que hacer, y derrotó a los ostrogodos.
En el año 554, casi toda Italia era reintegrada al Imperio. En Roma el Senado se re-apertura como en antaño por varias décadas, aunque ya no tenía la misma fuerza que antes, y actuaba más como una entidad local; se desconoce la fecha en la que desapareció exactamente. Pese a todo, el conflicto trajo serios problemas económicos y culturales a dicha región, siendo la mayoría de sus ciudades empobrecidas, incluida la misma Roma.
Pero Belisario, a su regreso a Constantinopla, gozó de tanta popularidad que Justiniano en cierto modo se arrepintió de haberlo hecho tan grande. Hay que aclarar que había sido quitado de la campaña en Italia antes de que este termine, pues el emperador sospechaba de él. Sin embargo, Italia se adhirió al imperio, a pesar de lo frágil que fue la presencia bizantina en los primeros años de recuperación. Como sea, el gran Belisario no tuvo descanso por mucho tiempo, pues cuando los persas tomaron Antioquía invadiendo Siria en el 540. Fue enviado a combatirlos y lo hizo con éxito, empero los bizantinos tuvieron que pedir una tregua entregando una tonelada de oro. En los Balcanes, además los imperiales se enfrentaban a una nueva etnia: los avaros. Muy parecidos a los hunos, estaban devastando las fronteras norteñas y una vez más Belisario los mantuvo a raya salvando al imperio. No fue todo lo que enfrentó Justiniano, pues por aquella época una gran peste azotó varias partes del imperio entre el 541-542, conocida como la Plaga de Justiniano.
El emperador se aferró al poder más que nunca y se mostró firme en sus convicciones. Envío otra vez a Belisario a Italia para terminar la campaña. Esta vez, tampoco le dio los refuerzos suficientes, lo cual hizo que la guerra en dichos lares se estancase. Empero como citamos ya, al final los bizantinos terminarían ganándola. Antes de ello, en el 548, Belisario fue devuelto para siempre a Constantinopla. Ese mismo año Teodora moría. En Italia Narsés reemplazó a Belisario. Él sí recibió apoyo necesario en tropas y suministros sepultando la guerra en Italia en el año 552. A este país llevaron los bizantinos su cultura, como las iglesias con mosaicos, que aún hoy en día existen tales como la de San Marcos y la de San Vitale en Rávena. Hacia el año 552, a propósito, Justiniano recibió el llamado del rebelde visigodo Atanagildo a cambio de toda una franja costera de territorio entre Valencia y Cádiz. Si bien se consiguió el objetivo de la cesión territorial, paulatinamente en las décadas siguientes este pobre y pequeñísimo territorio se iría perdiendo paulatinamente. En el 624 los bizantinos fueron expulsados definitivamente de España por el rey Suintila.
Las últimas campañas de Justiniano
Las últimas campañas de Justiniano fueron en el margen del Danubio, donde debió enfrentar una gran crisis entre el 558-59, cuando debido al congelamiento del río, los avaros y eslavos tuvieron un puente natural con el cual asaltar al imperio. La mayoría de fuerzas militares se hallaban en diversos puntos y a Justiniano no le quedó más remedio que llamar a Belisario. Él, fiel a su deber, acudió. Organizó a 300 soldados del palacio imperial, caballos de cualquier establo, trabajadores, obreros y actores de circo; cavó una zanja delante de la ciudad y esperó a que los bárbaros que se aproximaban a Constantinopla. Estos atacaron salvajemente la línea central como se había previsto y por poco son envueltos y exterminados, huyeron después de esto, obteniendo Belisario una victoria más en su carrera. Pero el más famoso general y exitoso porque no decirlo, que tendrían los bizantinos, tuvo un bochornoso final, debido a la envidia e inseguridad de Justiniano. Resulta que hacia el 561 la salud del emperador desmejoró y obviamente muchos le rodearon pensando que su fin estaba cercano, esperando ser nombrados sucesores. Cuando se recuperó, se rumoreó que existía un complot contra su vida, y obviamente el desconfiado Justiniano acusó a Belisario entre los sospechosos. No se le ejecutó pero si se le quitaron sus bienes y riquezas, siendo puesto bajo arresto domiciliario. Un mito nos dice que se le quitaron los ojos y anduvo pidiendo limosna por las calles de la ciudad. Sea como sea, fue indultado y en el 564 se le devolvieron sus posesiones y Justiniano personalmente le “perdonó”. En marzo del año siguiente se despidió de este mundo probablemente el mejor militar de Bizancio en su historia y uno de los más gloriosos desde los tiempos de César en el Imperio.
Imperio Bizantino a la muerte de Justiniano I.
En resumen el gobierno de Justiniano había sido bastante bueno. Hemos podido analizar cada uno de los ámbitos de su régimen y se ha notado progreso y el renacimiento de cierta gloria del pasado. Si bien no fue un santo lleno de tolerancia, tampoco lo invadió un sadismo radical en contra de otras creencias o los pueblos bárbaros. Fue un buen emperador, de eso no cabe dudas; empero no hay que idealizarlo. Antes que nada, su obsesión por expandir las fronteras del imperio trajo serias consecuencias como la del empobrecimiento de las arcas del estado, debido a las numerosas guerras. Por otra parte los territorios conquistados eran pobres y eso no permitió una recaudación eficiente o que valiese la pena. Algunos historiadores opinan que mejor hubiese sido mirar al este, hacia el imperio persa, el cual controlaba las líneas de comercio de seda desde oriente, y si bien el emperador había intentado usar otras alternativas en cuanto a nuevas rutas, fracasó en su intento. Sin embargo su legado dejó una anécdota: al parecer la ruta de la seda era cara, pues estamos hablando de grandes distancias que se debía pagar a los persas en oro; por tanto, sobornó a dos monjes budistas para que le dijesen el secreto de la seda. La misma proviene del capullo de gusano de seda, o sea las orugas de ciertas mariposas nocturnas, las cuales debían ser alimentadas con hojas de las moreras. Estos monjes escondieron los huevos de gusano en cañas de bambú y a partir de 550 aprox., los bizantinos dieron inicio a su propia producción de seda gracias a estos simpáticos animalitos. Se dice que toda la seda de Europa posteriormente creada desciende de las orugas bizantinas. Finalmente el emperador murió el 14 de noviembre del 565 teniendo ochenta y dos años.
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Interesante bibiografía de uno de los mayores emperadores de la edad media y sin duda el más importante del Imperio Bizantino , el cual ayudado por excelentes generales como son Belisario , Justino el germano y Narsés aumentaron de forma incleible las fronteras del Imperio bizantino.