#2725 Si es siempre lo mismo, cada x años toca quejarse, el problema es que el estado siempre torció su brazo, y mal acostumbró a los catalanes.
Ha llegado un gobierno que hizo una cosa bien y el resto mal, llegó y dijo NO, pero luego ya no hizo nada más.
Por cierto para seguir informando:
La incertidumbre se filtra en la economía, aunque no es fácil de rastrear. “Se nota ligeramente”, ha admitido el presidente de la patrona catalana, Joaquim Gay de Montellà. Como otros Gobiernos autónomos, y ante el cierre de los mercados, la Generalitat recibe la asistencia del Ejecutivo central; de hecho es la comunidad que más depende de préstamos estatales, más de 30.000 millones en tres años.
La falta de emisión de deuda autonómica dificulta calibrar la percepción de los inversores. Pero hay indicios: como señala Antonio García-Pascual, analista de Barclays, “los diferenciales de crédito” de Caixabank y Banco Sabadell (con sede en Cataluña) empeoraron en los mercados “cuando la Generalitat anunció su voluntad de seguir con la consulta”. Y, según las cuentas del Ministerio de Economía, la entrada de inversión extranjera en Cataluña en el primer semestre fue la más baja en 17 años.
Luego aquí vienen las informaciones que son del mundo de yupi hasta que viene alguien y te las tumba:
Marta Espasa, de la Universidad de Barcelona,cree además que la capacidad de la Generalitat de “diseñar políticas propias, más adecuadas al mundo empresarial” permitiría “un salto cualitativo”.
“En la experiencia internacional, nada indica que vaya a haber una mejora significativa y rápida en la gestión de políticas públicas”, contrapone Santiago Lago, catedrático de la Universidad de Vigo.
A pesar del menor saldo fiscal, De la Fuente añade el impacto (negativo) en el comercio. Una investigación de José Vicente Rodríguez Mora, de la Universidad de Edimburgo, advierte de que el resultado del comercio es sensiblemente menor entre países, como ocurriría tras la independencia, que entre regiones de un mismo país. Según Rodríguez Mora, ese nuevo efecto frontera implicaría una disminución cercana al 80% en las ventas catalanas a España, apenas compensada por un aumento de las exportaciones al resto del mundo.
“En un escenario de mínimos, sin aranceles por salir de la UE y sin boicot por una reacción hostil, el precio de la independencia sería equivalente al de la Gran Recesión”, concluye De la Fuente. En este escenario, la caída del PIB catalán sería cercana al 4%, mientras que la economía española retrocedería un 3%.Otros estudios incorporan diversas estimaciones sobre el efecto de un supuesto boicot, de la deslocalización de empresas o de que la UE ponga aranceles, que elevan el impacto en el PIB catalán hasta el 20%.La Cámara de Comercio de Barcelona considera que, “en un escenario casi imposible, de máximos”, el PIB catalán bajaría hasta un 5,7% por la reducción del comercio, mientras que el español se dejaría un 1,4%. (esto de aquí lo pongo por la locura de Oriol de que sería mejor para las dos partes).
“En términos económicos una salida no pactada de España no es viable”, dice el profesor Bel, quien cree que “antes o después” se produciría una “intervención de la UE”, ya que, sostiene, la salida de Cataluña del mercado común “perjudicaría a varios países”.
La incertidumbre sobre el encaje con la unión monetaria pondría en una situación delicada a la banca con sede en Cataluña. Caixabank y Banco Sabadell dejarían de acceder a las facilidades de liquidez del BCE y tampoco serían fiscalizados por el supervisor único europeo, una situación que podría forzarles a mover su sede a otra comunidad. “Hay reglas de acceso a la liquidez a través de filiales o sucursales de los bancos en países de la zona euro. Otra cosa es la cantidad a la que puedan acceder”, concede Bel, quien recuerda que las dos entidades disponen “de grandes cantidades en deuda soberana española”, que facilitarían ese acceso. Además, las entidades conceden en Cataluña mucho más préstamos de los que pueden financiar con sus depósitos en la comunidad: buena parte de esa diferencia se compensa con depósitos captados en el resto de España, otro elemento de riesgo en caso de una separación poco amistosa.
La exclusión de la unión monetaria también supondría que la deuda soberana que emita Cataluña no podría descontarse en el BCE a cambio de financiación, lo que limitaría el apetito inversor por estos títulos. Además, es casi imposible predecir cómo reaccionarían los mercados ante el súbito aumento de la deuda autonómica. O ante la opción de que la Generalitat no asuma su parte de la deuda estatal mientras se negocia algún tipo de acceso a la UE, como plantea el líder de ERC, Oriol Junqueras. La deuda, ahora en el 32% del PIB catalán, pasaría a estar entre el 80% y el 105% del PIB catalán según el criterio de reparto que se eligiera.
“Cataluña se enfrentaría a un largo periodo de transición, en el que predominaría la incertidumbre. Votar a favor de la independencia es jugarse el futuro de Cataluña a la lotería”, afirmó Ángel Ubide, investigador del Peterson Institute for International Economics, en la presentación del estudio de Societat Civil Catalana.