#15 ante todo, ni todo mi mensaje iba enfocado hacia ti, solo el párrafo que va a continuación de tu #
He dicho nación plurinacional? Porque yo puedo concebir Estado plurinacional.. ¿o nación mmultiétnica, tal vez?
En cualquier caso, yo sigo un concepto más antropológico del concepto nación como una identidad que un conjunto de gente percibe de si misma, y que les define y discrimina del resto de grupos humanos por compartir unos rasgos culturales comunes entres sus integrantes, los cuales suelen ser lengua, hechos históricos, costumbres y ritos y creencias.
Dicho sea de este modo, una persona puede tener más de una identidad de la misma manera que contempla una identidad individual y una colectiva.
Deben existir de facto esos rasgos colectivos particularizantes, pero es imprescindible que haya también consciencia de ellos y de la comunidad que los comparte como propios. El sentimiento de nación era muy ambiguo a finales de la edad media. Y es mediante discursos que estructuraron unos límites de donde empezaba y acababa x nación que se construyeron a posteriori los estado-nación.
Pero no puedes obviar que la nación italiana o la alemana nacen de un discurso arbitrario, que escoge un origen étnico o cultural y no otros, del territorio que ocupa la gente que quiere englobar en ese proyecto nacional.
No puedes comparar piamonte con calabria o Véneto, son dos realidades muy diferentes con evidentes elementos en común, pero que difieren en tantos muchos. Esos dos territorios disponen de su propia identidad nacional labrada a través de siglos. Pero sobre esta realidad se sobrepone una capa de identidad colectiva más amplia que es la italiana, que clama sus orígenes en Roma. Podría clamar sus orígenes en el reino lombardo, lo podría hacer en el reino etrusco o en el reino ostrogodo. Pero arbitrariamente se tomó esa referencia por evidentes motivaciones políticas.
En España se empezó un proyecto político de uniformización. Esto es debido a que ese sentimiento de protonacional típico de la tardía edad media se cimentaba en gran medida en los fueros y las leyes y usos que unos estamentos bajos habían obtenido de su rey. Aclarando esto, Nicolás Maquiavelo dijo en su momento que nada protegía mejor a un soberano que el amor de su pueblo. Los reyes feudales eran señores de la guerra que podían ser claramente inferiores en poder a sus vasallos, pero ellos tenían el título que les permitía reclamar las armas de sus súbditos para la guerra y distribuir la riqueza entre los participantes. Fueron muchos los países donde la figura real fue rebajando el poder noble pactando con los representantes del pueblo humilde en las embrionarias cámaras de representación popular.
Las concesiones que los ciudadanos libres consiguieron de sus reyes labraron una ambigua asimilación de Rey=poder legislativo=derechos ciudadanos=bienestar popular. Es una simplificación muy burda, pero viene a decir que a fin de cuentas, el rey era la personificación de los derechos y costumbres civiles de su reino.
Cuando en la peninsula hubo unificación de dinastías, no implicó unificación de reinos. Cada reino tenía sus leyes históricas. Y el rey era visto como un extranjero por muchos. Cada vez que el rey de turno tenía que tomar posesión de su lugar como soberano, tenía que jurar los estamentos y fueros de cada uno de los reinos del que era titular: Castilla, León, Navarra, Aragón, condados catalanes, reino de Valencia, Reino de Mayorca... Y cada uno con sus leyes distintas, si quería promover algo, tenía unas trabas en un sitio y unos impedimentos totalmente diferente en otro sitio.
Cualquier excusa fue buena para que, tarde o temprano se siguiera la idea de uniformar a todas esas protonaciones en una más grande y que las englobara a todas. Tomaron como base aquella nación cuyos nobles, leyes y costumbres del momento les eran más favorables y extendieron por decreto real esos fueros en el resto de los territorios. Y tras generaciones de trabajo, se creó un discurso histórico y cultural de lo que era ser español. Que en extensión es ser castellano pero en grande.
3 siglos después coexisten en algunos territorios sendos discursos. Y los ciudadanos, muchos de ellos, contemplan esas dos identidades como propias y válidas.
En Yugoslavia, tras la muerte de Tito, que buscaba la hermandad de los pueblos eslavos del sur, como grupo étnico bajo un mismo estado, le siguieron gente tan encantadora como Karadic y tantos que ya conocemos, y creyeron que "Iugoslavia je Srbia" y que era bueno uniformar nacionalmente el territorio a base de limpieza étnica y genocidios.