CUÑADOLOGÍA
Nos preguntan que por qué todo el mundo va al Mercadona, si es solo porque es barato o si hay algo más, puesto que durante el estado de alarma ha acaparado un impresionante 40% de las ventas de supermercados, una cifra que por su magnitud exige un análisis.
La respuesta es que en tiempos de crisis y calamidad la gente se vuelve más religiosa. Y, de acuerdo con el estricto materialismo histórico que suscribimos en Cuñadología, la religión que corresponde al estadio actual de desarrollo de las fuerzas productivas es el Mercadona. Se puede decir que el Mercadona es la Segunda Venida de Jesucristo. Todos pensábamos que sería un hombre, pero no, es un supermercado (este chiste no es mío, lo leí hace años en un tweet).
Y esta misma respuesta se aplica también al furor acaparador de papel higiénico que nos poseyó por entero durante una semana o así, y que no puede ser explicado en términos racionales que apelen a su uso material. El papel higiénico es un sacramento, es decir, un “signo sensible y eficaz de la gracia de Dios mediante el cual se otorga la vida divina; es decir, ofrece al creyente el ser hijos de Dios”. Toilet paper, I claim, is ideology at its purest.
Está claro que el Mercadona se ha convertido en la verdadera religión del pueblo. Máxime cuando la pandemia ha obligado al cierre de los templos y sitios de culto convencionales, e incluso a suspender la Semana Santa. ¿Qué liturgias y ritos le queda entonces al pueblo? Está claro que el Mercadona. Ni siquiera los filósofos se atreven poner en duda que el Mercadona es una experiencia religiosa.
Quizá alguien se atreva a elevar la protesta de que un lugar destinado a vulgares y profanas transacciones económicas nunca podrá ponernos en contacto con lo sagrado, que la hierofanía no se puede dar en el supermercado.
A estas gentes les respondemos que han malinterpretado por completo la esencia de la religión. El culto al Mercadona nos devuelve a la religión original tal como era en Mesopotamia, donde los templos eran a la vez centros religiosos, políticos y ecónomicos; en ellos se reunía y almacenaba el excedente productivo para su posterior distribución. Solo después, bajo el influjo de griegos, juedocristianos y romanos, en suma, de la asquerosa civilización occidental, la religión quedó alienada y desnaturalizada, escindida de su consustancial dimensión económica. ¿Y a qué repetir todos los horrores a que nos ha llevado tal aberrante tendencia de la civilización occidental, desde el Feudalismo a Auschwitz?
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¿Estáis de acuerdo con las causas que han hecho elevar las ventas en el Mercadona en comparación a otros supermercados?