Debo estar volviéndome loco, porque tengo alucinaciones. ¿O será fruto del calor que hace en Girona en agosto?
De repente un día, y si digo de repente es de repente, se me vino a la mente un nombre: Clarisa. Junto a él una idea, una historia, de no más de 2 páginas de Word. Pero tenía que escribirlo, no podía quedarse en mi mente. Paranoias del calor, supongo... del calor de mi habitación con aire acondicionado, pero calor a fin de cuentas, ¿no?
Ha sido la primera vez que escribo algo en forma de "novela"
CLARISA
- ¿Has vuelto a hablar con él?
- Sí. Siempre que lo necesito está ahí, por eso me cae tan bien. Es mi mejor amigo.
- Está bien. Seguiremos charlando sobre esto la próxima semana.
Clarisa salió de la consulta. No entendía por qué tenía que ir cada jueves a contarle a un desconocido sus aventuras y desventuras con su mejor amigo, al que ella llamaba, de forma cariñosa, Mini Goblin. Era su Mini Goblin, y le quería.
Por fortuna para ella, nunca se habían inventado cotilleos sobre ellos. Nunca nadie había insinuado que eran novios, ni nada parecido.
Eso es porque cuando estoy contigo nadie me ve - decía Mini Goblin.
Porque eres tonto y te escondes de la gente. Eres un encanto, te lo digo muchas veces y lo sabes. No deberías esconderte tanto de los demás.
Siguieron caminando. Hacía frío, y estaba oscureciendo. Ninguno dijo nada durante el camino.
La gente seguía su camino en dirección contraria a Mini Goblin y Clarisa.
Hola Clarisa - saludaban algunos conocidos suyos. Nadie saludaba nunca a su mejor amigo y Clarisa odiaba eso. Odiaba que la gente lo atravesara, como si de un fantasma de cuento se tratase. Ese día no tenía ganas de seguir haciendo como si nada pasase, y rompió el silencio que les acompañaba en su paseo, de una manera un tanto brusca.
¿Por qué tienes que ser transparente para el mundo? ¿Por qué solo puedo verte yo? Por tu culpa tengo que ir cada semana a la otra punta de la ciudad para ver al psicólogo, a contarle lo que hago o dejo de hacer contigo. ¡Se creen que eres imaginario!
Y lo soy. Soy tu amigo imaginario - reprochó Mini Goblin, casi llorando -. No existo para nadie más.
¡Deja de decir eso! Además, aunque fueras mi amigo imaginario, ¿por qué tendría que ser eso un problema? No eres mi obsesión, ¿vale? Tengo más amigos. De acuerdo, lo admito, ninguno es como tú ni me entiende como lo haces tú - una lágrima llamó a la córnea del ojo derecho de Mini Goblin. Toc toc -. Eres mi mejor amigo, y te quiero mucho.
Gracias, Clarisa.
Cogieron el autobús. Clarisa pagó con un billete grande (no tenía dinero suelto), y el conductor le dio vuelta de un solo viaje. No se percató de que con ella iba Mini Goblin.
No me des las gracias, cariño - continuó Clarisa -. Eres un tesoro - hizo una pausa de unos minutos, y de repente soltó - Que yo te quiera, es algo muy importante, ¿sabes?. Por ahí se empieza.
¿Cómo? ¿Qué quieres decir? - preguntó Mini Goblin extrañado, sin entender nada.
Hay cosas en la vida que no son más que ilusiones. Otras, simplemente, están en tu mente - el autobús se detuvo en una parada -. Yo me bajo aquí.
Le dio un beso en la mejilla.
- Chao, Mini Goblin.
El autobús siguió su trayecto. Mini Goblin se quedó pensando en las palabras de Clarisa. "Otras, simplemente, están en tu mente". ¿En mi mente? ¿Acaso todo lo que esté en mi mente es real?. Nunca entendía al cien por cien todas las cosas que Clarisa le decía. Sin embargo, las guardaba en su mente. Se sentiría vacío sin esas palabras, como si no fuese él.
Ya era de noche. Un hilito de luna (el día antes había habido luna nueva) brillaba en el cielo, junto a dos estrellas, que relucían sobre las demás. Él sabía que la primera estrella que siempre se divisaba, era en realidad el planeta Marte. Pero en su mente era su estrella, aquella primera estrella que, de pequeño, buscaba con la mirada desde las 8 de la tarde, a través de la ventana de su habitación.
Cambió de postura en su cama. Ese día de invierno, descubrió algo. Bueno, en cierto modo, era algo que ya sabía, pero aquel día cobró forma en su mente. Ya no quería seguir siendo un fantasma transparente al que atravesase la gente. Tal y como había concluido al haber estado meditando en el parque después del mal trago pasado por culpa de esa persona que traicionó su confianza (bueno, en realidad , se lo había dicho Clarisa en el autobús), hay cosas en la vida que no son más que ilusiones.
Definitivamente, "por ahí se empieza", y por ahí empezaría.
Mini Goblin no volvió a coincidir en el autobús con Clarisa, pero jamás olvidó esas palabras. "Hay cosas en la vida que no son más que ilusiones. Otras, simplemente, están en tu mente".
- En mi mente - repitió Mini Goblin.
En el brillo eterno de la mente inmaculada - dijo Clarisa.