Soy la expareja de Diego.
Todos sabemos lo fácil que es opinar y lo difícil que es ser objetivo.
En medio de esta “aparente” tormenta de mierda; escribo “aparente” porque con la cantidad de cosas que leo, todavía lo estoy asimilando...
Está claro que si no quieres que nadie hable mal de ti y pretendes caerle bien a todo el mundo, entonces ¡no hagas nada!, no salgas de tu casa, no te relaciones con nadie, no aconsejes ni ayudes a nadie, no tengas pareja ni amigos… no EXISTAS vamos…
Porque los mayores enemigos son los que han tenido una mayor relación contigo: tu ex's.
Somos humanos y tenemos una tendencia a justificarnos cuando salimos de la vida de alguien echándole la culpa al otro, (sino, obviamente, sería nuestra).
De hecho, cuanta más excelente haya sido esa relación, más odio te tendrá cuando deje de tenerte. Así de triste y así de duro.
Pero todo esto forma parte de lo cotidiano y estoy segura que, por desgracia, a vosotros tambien os habrá pasado con alguien.
Dejar claro que en mi caso NO ha sido así, porque aunque nos hemos querido muchísimo mientras hemos estado juntos, hemos sido lo suficientemente adultos como para no caer en la trampa de hablar mal del otro.
Nunca hablaría mal de una persona con la que he compartido mi vida, con el único fin de justificar mis actos.
Lo primero que váis a decirme es que él empezó todo llamándome tal y cual cosa... Bueno, somos humanos, cometemos errores y muchas veces los impulsos nos juegan malas pasadas.
Simplemente por circunstancias de la vida y formas diferentes de entender las relaciones, no podemos mantener una relación de pareja, pero el que decidas terminar la relación, no significa que haya que despedirse con rencor o con odio. De hecho, somos capaces de asumir que es mejor acabar, pero guardándonos el mejor de los sentimientos, nos será más fácil pasar página y no vivir siempre arrastrando esos fantasmas escondidos.
Para los que querían mi opinión :
Cuando conocí a Diego, no tenía esperanzas de volver a enamorarme, estaba decepcionada de la vida y del amor; hizo renacer en mí, la ILUSION. Rompió mis esquemas y derribó toda una vida de prejuicios.
Supongo que la respuesta más simple a eso es: amor; la fuerza que mueve al mundo. ¿Suena cursi?, puede ser; pero la verdad, poco me importa.
Hay cosas que dejan de importar cuando aprendemos a establecer prioridades y mi prioridad hoy, es decir lo que siento.
No es un reproche, no es responsable de cómo asumí mis sentimientos hacia él, es solo mi responsabilidad.
Creo que no hay nada que odiemos más, que no controlar lo que sentimos. Y ¿Sabéis? no hay nada de malo con perder el control, todo lo contrario.
Con él aprendí que perder el control muchas veces nos libera de ese yugo que nos auto infringimos sin necesidad y aunque nunca me creáis, con él siempre aprendí; a su lado crecí y en muchos aspectos me hice más fuerte; y lo más importante, aprendí a ser más fiel a lo que siento que a lo que pienso. Aprendí a darme permiso de flaquear y a dejar mi orgullo de lado, porque le di más valor al amor que al orgullo.
Aprendí a amar sin preguntar, sin explicaciones, sin porqués, cómos o cuándos. Simplemente amé.
A su lado nada fue perfecto, es cierto. No conocí jamás un amor tan imperfecto, tan singular, simplemente único, tan único como el amor puede ser.
Hasta eso aprendí, que el amor no es perfecto, ni mucho menos lo es la persona a quien amamos.
Le deseo que en su vida sea inmensamente feliz, que cumpla sus sueños y alcance sus metas. Sé que así será.
Quiero decir que le agradezco absolutamente TODO lo que me dió, lo bueno y lo malo, porque me ayudó a revivir, a encontrarme y reconocerme.
Espero que recuerde siempre que hubo una mujer que en realidad le amó.
Ya está todo más que claro, así que por mi parte se acabó el tema.