Toda esta conversación me recuerda a uno de los pocos episodios disfrutables de Sexo en Nueva York.
La morena estaba saliendo con un cuerpo pera que le resultaba muy poco atractivo y con una personalidad insoportable.
Pero no rompía con él porque era el dios del cunilingus... cada vez que intentaba darle puerta, una naranja/mandarina se materializaba en la escena para que el otro pudiese chuparla y ella se pusiese burra.
Así que supongo que la moraleja es: si no quieres ir al gimnasio a hacer piernas, siempre puedes ejercitar lengua.