Jesucristo estaba realizando uno de sus habituales paseos por el cielo, cuando de repente se cruza con un hombre de largas barbas, vestido con una túnica, con un rostro venerable. Y Jesús, mirándolo con una mezclade emoción y sorpresa, le dice:
- Perdone, buen hombre. Yo a usted le conozco de algo... Usted en la otra vida...
- Yo hace muchos años que ya no estoy en la otra vida. En la tierra era carpintero y tuve un hijo que se hizo muy famoso en toda la humanidad.
Al oir estas palabras, Jesús abraza al venerable anciano y gita: - ¡Padre!
- ¡Padre!
A lo que el viejo replica: - ¡Pinocho!
Dios y Jesús están asomados al balcón del cielo. Dios dice:
- Hijo mío hay que ver como esta el mundo de mal.
- Es cierto padre, no hay por donde meterle mano.
- Pues no tengo más remedio que volverte a mandar, a ver si tiene arreglo.
- ¿Pero padre, cómo voy a bajar? En pleno siglo XXI, con lo evolucionado que
está todo, Internet, la globalización... - No te preocupes, te mandaré como médico de la seguridad social.
Estando Jesús ya en la consulta hace pasar al primer enfermo. Por la puerta
entra un señor en silla de ruedas. Jesús le dice: - ¿Qué es lo que le pasa, señor?
- Nada que tuve un accidente de moto, y tengo las piernas rotas.
- Bueno buen hombre, levántese y márchese para casa.
El enfermo se levanta milagrosamente y sale por su pie. Cuándo sale por la sala le preguntan los demás enfermos: - ¿Qué, cómo es el nuevo médico?
A lo que contesta: - Ná, como todos, ni me ha mirao…