Este es un hilo dirigido a todo el foro, pero en especial está dirigido a aquellos corazones rotos que han perdido la esperanza en el amor. Spoiler: no la perdáis. Os contaré mi caso, por si puede ayudar a alguien que perdió lo que nunca debió perder: la esperanza en el amor.
Yo (hombre blanco heterosexual de 36 años) siempre me he considerado una persona muy romántica, alguien que cree realmente en el amor verdadero, en compartir la vida con alguien especial, en la existencia de almas gemelas (que no implica compartir todo ni ser iguales, ojo). No sé si porque crecí con las pelis de Disney, o porque sufrí en mi preadolescencia el divorcio de mis padres (aunque pueda sonar contradictorio), pero siempre he creído en el amor.
Sin embargo, mi experiencia con las mujeres a lo largo de mi vida siempre estuvo muy alejado de ese amor que siempre busqué. No sé si será un defecto mío personal o es algo que nos pasa a todos los que creemos en ese amor único y verdadero, pero el hecho de pensar que solo hay una persona a la que amar de verdad, provocaba en mí dos comportamientos:
- Si no sentía ningún tipo de conexión con la chica en cuestión (la mayoría de las veces), por mínimo que fuese, si mi cabeza no hacía click, entonces esa chica sería mi amiga, mi follamiga o lo que fuera, pero no sería mi pareja. Me volví tremendamente selectivo a la hora de tener pareja. Esto puede ser una virtud, dado que marcas un límite y no te conformas con estar con alguien por estar, pero también puede ser un problema, dado que vas a estar solo a menos que encuentres a esa persona que sea o pueda ser esa persona especial.
- Si sentía algún tipo de conexión con la chica, me volvía demasiado intenso, me comportaba demasiado profundo y romántico. Y eso asusta, sobre todo si la chica cree que, o bien eres así con todas, o bien estás desesperado por tener pareja. Afortunadamente, esto solo me ha pasado 3 veces en mi vida (y las 3 veces salió mal por eso mismo).
El caso es que, a pesar de ser una persona que cree en el amor verdadero que dura toda una vida, mi primera pareja no llegó hasta que cumplí los 26, tuve dos "novias" a los 17 y 18 años, pero más bien eran rolletes serios. Como digo, a mis 26 años, tras sufrir la 2ª decepción (de esas 3 veces), conocí a una chica con la que compartía muchas cosas y, además, era muy buena persona (para mí, el rasgo más importante en una mujer). Pero no había atracción física por mi parte, me forcé a ello, creyendo que el amor llegaría solo, aunque no hubiese atracción física, pero fue imposible. Lo dejamos a los 6 meses y aprendí a ser aún más selectivo (y también una buena dosis de responsabilidad afectiva).
Tras eso, a mis 28, tuve mi tercera y última decepción, en la que conociendo a una chica que creía que realmente valía la pena y con la que había cierta conexión (tampoco llegué a conocerla de verdad), mi intensidad me volvió a jugar una mala pasada. Y eso que, en un principio, la intensa fue ella, y fui yo quien pasaba (creyendo haber aprendido la lección anteriormente).
Entré en los 30, habiendo tenido solo una pareja formal que duró 6 meses, de la que no me enamoré y que ni siquiera me atraía físicamente. 30 años, y sin haber hecho aún el amor (ya me entendéis), sin conocer ese sentimiento que llevaba tanto tiempo anhelando. Tras la pandemia, decidí ponerme en serio a conocer mujeres, me instalé tinder (sí, tuve fe) y me dediqué a tomar cañas con mujeres "desconocidas", con algunas surgía algo (solo físico), con otras ni eso. Tras 6 meses con la app, la desinstalé, desencantado con el mundo, convencido de que jamás conocería esa mujer especial con la que compartir mi vida. Y aunque mi gran objetivo vital es ese (y el formar mi propia familia, imagino que influenciado por la desestructuración de mi familia), decidí que, a menos que conociera a la mujer de mi vida, me mantendría soltero. Mi trabajo y mis hobbies, esa sería mi vida si no encontraba esa aguja en el pajar.
Llegaron los 33 y conocí a otra chica, alguien con quien compartía forma de ser, forma de ver la vida, ideología, incluso carrera. La verdad es que jamás había tenido una conexión así con nadie, las horas con ella se volvían minutos, literalmente, tanto para ella como para mí. Sin embargo, mi intensidad volvió aflorar, y ella se alejó, para luego acercarse de nuevo cuando yo me alejé (ya sabéis, mujeres). Comencé una relación con esta mujer (4 años menor que yo), y todo pareció ir bien en los primeros meses, pero se ve que no me admiraba (entre otras cosas), y claro, sin admiración por su parte hacía mi, no pueda haber amor. Luego comprendí que para que ella sintiera admiración por mí, debía tener la cara de Brad Pitt (literalmente, me llegó a llamar feo), medir al menos 1,90 y ser notario o similar (un simple abogaducho para un proyecto de fiscal, como era ella, no era suficiente). Me dejó a los 6 meses, habiendo pasado ya el duelo durante la relación, sin anestesia, y atormentándome tras la ruptura dejando la puerta abierta. La relación duró 6 meses, pero mi duelo duró 8, algo inexplicable. Con 33 años, llegaba esa mujer, con la que tenía esa conexión (que resultó ser falsa) y experimentaba por primera vez en mis carnes el verdadero desamor. Cojonudo oye.
La relación se cortó el 5 de diciembre de 2022, el día siguiente a su cumpleaños, y yo estuve de luto hasta finales de agosto de 2023. Durante ese tiempo, me dediqué a trabajar, a estudiar, al gimnasio y a lamerme mis heridas, mientras mi mejor amigo me sostenía como podía. Puede parecer exagerado, pero después de esa experiencia, lo di todo por perdido. Me rendí, con 34 años. El amor no existe, y menos en este mundo actual, donde todo es inmediato y nadie se sacrifica por nada.
No obstante, por azares de la vida, a finales de julio de 2023, mientras aún estaba con el duelo, conocí a otra chica. Yo estaba totalmente cerrado emocionalmente, quedé con ella la primera vez para simplemente tomar unas cañas y fuera. No tenía ningún tipo de expectativa. Nos liamos, sí, porque atracción física había, y porque la polla aún la mantenía en su sitio. Pero mi corazón era una cámara acorazada, donde nadie podría entrar jamás. Seguí quedando con esta chica todas las semanas, y con el paso del tiempo se convirtió en mi mejor amiga (aparte de mi amante). Fue, de hecho, junto a mi mejor amigo, quien me ayudó a cerrar mis heridas con mi ex. Pero había un problema, y es que ella se estaba enamorando, mientras yo seguía emocionalmente cerrado. Mi luto duró hasta agosto, pero realmente no cambié el chip hasta noviembre, cuando realmente "solté" a mi ex (manda cojones, 11 meses para una relación de 6, pero me marcó, para bien y para mal).
Esta chica, mi mejor amiga y amante, llegó a decirme que tal vez algún día tendría que decirme de dejar de vernos, al menos un tiempo, si veía que no podía soportarlo. Yo siempre fui claro con ella, totalmente sincero, no podía corresponderla, me tendría como su mejor amigo, como su amante, pero no podía tener mi corazón. La dije que siempre estaría en su vida, de la forma que fuera, siempre que ella así lo quisiera, y que entendería que ese día en que cortáramos contacto, al menos un tiempo, podía llegar.
Pasó el tiempo, ella aguantó la situación y yo, de forma irremediable, me acabé enamorando profundamente de ella, y ella de mí, evidentemente. Ahora somos una pareja que no dudaría en tachar de casi perfecta, tras casi año y medio viéndonos (realmente como pareja llevamos "oficialmente" desde marzo). Nos amamos, nos apoyamos en todo, nos entendemos, nos comunicamos, hacemos el amor con tanta pasión cada día como si lleváramos toda una vida sin vernos, para acabar juntos mientras nos miramos a los ojos y nos decimos "te amo". Soy su sueño (como suele decirme) y ella es el mío, todo lo que siempre quise. Amar y ser amado mientras te muestras tal y como eres, sin cortapisas, es una sensación maravillosa. Siendo agnóstico ateísta, a veces la miro a los ojos y pienso si no existirá realmente un ser superior, llamémosle Dios, que ha puesto a esta mujer en mi camino, después de tanto sufrimiento, para que por fin pueda ser genuinamente feliz. Me siento el hombre más afortunado del mundo.
Y hasta aquí mi historia. Con todo esto, lo que quiero mostrar es que no perdáis nunca la esperanza en el amor, existe de verdad, y no os merecéis negaros ese derecho solo porque vuestra experiencia hasta ahora no haya sido como hubierais deseado. El amor es demasiado bonito como para rechazarlo.
Os dejo con un texto que, al menos para mí, describe perfectamente en qué consiste el amor. Si se cumple, es amor. Si no se cumple, no es amor.
Yo tengo esto, después de toda una vida anhelándolo. Por eso me siento el hombre más afortunado del mundo. No perdáis la esperanza, viva el amor!
Fdo.: un hombre enamorado.