La obsesión de la izquierda española con la figura del fallecido Francisco Franco Bahamonde lleva años resultando enfermiza. Uno podría entender que esta genere repulsa entre los seguidores de cualquier partido demócrata y contrario a los principios autoritarios del régimen franquista, pero lo que estamos presenciando últimamente no tiene nombre.
Lo esperable y lo ideal en una democracia que trata de superar los conflictos del pasado sería mirar hacia delante -teniendo en cuenta, eso sí, los errores cometidos antaño- y trabajar por el progreso y por el futuro de los españoles. No aprovechar cualquier ocasión para reabrir las heridas de la Guerra Civil, rebuscar en cunetas para encontrar lo poco que pueda quedar de uno u otro bando y hacer gala del sectarismo más despreciable cambiando nombres de calles o votando a favor de la demolición de cementerios y lugares históricos.
Pero, como de costumbre, eso es mucho pedir para una izquierda rancia, anclada al pasado y con cero iniciativa de progreso para nuestro país. ¿Qué esperar de un PSOE -antiguo cómplice de regímenes autoritarios- roto y sin proyecto político? ¿Qué esperar de un PODEMOS cuyo único mensaje se basa en el odio y el populismo al más puro estilo venezolano? Pues exactamente lo que vimos el otro día en el Congreso de los Diputados: una PNL para exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos.
¿Propuestas para paliar el desempleo y la situación de miles de españoles? ¿Medidas para fortalecer nuestra economía y mejorar la marca España de cara al exterior? ¡Chorradas! ¡Cosas de partidos serios y aburridos que no entran en el juego de su “democracia”! El chollo aquí está en pasearse por toda España hablando de lo malo que es el régimen de “la casta” y los “herederos de Franco” para cosechar votos y convertirse en señoritos mal vestidos que cobran por no hacer absolutamente nada. Esa es la nueva política que han patentado los de la “izquierda moderna”.
Ni siquiera pueden presumir de ser coherentes. PODEMOS, los que se envuelven en banderas republicanas al grito de “¡Libertad!” y “¡Democracia!”, no ha dudado jamás ni duda aún hoy en salir en defensa del gorila que desgobierna Venezuela a base de golpes de Estado a la Asamblea Nacional, represión pura y dura contra una población desesperada y hambrienta, y declaraciones agresivas y provocadoras contra todos los poderes internacionales habidos y por haber. Ese es el modelo de quienes hoy quieren arrastrar los restos del dictador español por las calles. Y no encuentro suficientes diferencias entre ambos como para poder, al menos, justificar ese odio visceral.
Uno tiene que predicar con el ejemplo que va dando por ahí. Si no, se expone a ser calificado de hipócrita, como mínimo. Y eso es lo que es nuestra izquierda: una amalgama de partidos y personajes hipócritas, iletrados y sectarios que no quieren ver más allá de 1939. Estamos en 2017, señores, en la epoca del moderneo y la mariconeria, España sigue esperando que aporten algo -lo que sea- para afrontar los retos de los tiempos que corren en nuestro país.