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El amor es un sinónimo más de la felicidad, es más, diría que es una porción de esa felicidad absoluta que todo ser humano busca en su vida. Se puede ser feliz sin él, pero una vez lo encuentras, lo pruebas, lo disfrutas, se vuelve una droga perfecta sin efectos secundarios, una droga con la cual te transportas a un estado de felicidad en el que nunca podías haber imaginado estar.
Algo tan simple y a la vez tan complicado de sentir en nuestra existencia, algo que si es correspondido probablemente es, en mi opinión, de las mejores cosas que pueden ocurrirte. No hay nada más placentero, ni nada más único que el amor. Engloba sexo, cariño, confianza, respeto, amistad, complicidad, humildad, generosidad, absolutamente todas las buenas cosas que puedan caracterizar a una persona. Amplifica todas tus virtudes en todos los ámbitos de tu vida, y, sin darte cuenta, eres mejor persona.
Mirar a los ojos a esa persona y entenderla al instante, estar conectados de tal forma que no hacen falta palabras ni gestos, solamente una mirada y sonreir, porque ambos sabéis que tenéis un vínculo especial, ambos sabéis que se ha creado algo bonito entre vosotros sin predecirlo, sin planearlo, sin saberlo. Simplemente estar a su lado te llena en todos los sentidos, reírte por cualquier tontería, hacer cualquier chorrada y, aunque sea la mayor tontería del mundo, se convierte en lo mejor del día en cuestión de segundos.
Pero todo tiene una parte oscura, y es que vivimos en una sociedad en la que influyen muchos factores externos, muchos factores que hacen que ese amor que puedan sentir 2 personas se vea afectado y al final no prospere, se acabe o desaparezca.
